Hablan de “unidad”, y lo repiten. Juran que la fotografía que se dejará ver finalmente los mostrará a todos juntos. Pero es una imagen bien engañosa.
El Día de la Militancia que se desarrollará este miércoles fue un invento de los gordos de la CGT y puntuales referentes sociales que detestan al kirchnerismo, como Emilio Pérsico y Fernando "Chino" Navarro, del movimiento Evita.
En un nuevo intento, acaso el último, de lograr que Alberto Fernández rompa con Cristina Kirchner, de una vez y por todas.
Todo lo demás que se diga son patrañas. Por caso, el acto arrancará sin la presencia de referentes K, que se unirán recién al final del mismo. Y no contará con ningún kirchnerista de peso.
Ciertamente, el resultado de las elecciones del domingo envalentonó a los “gordos” cegetistas, que siempre otean los cambios del peronismo antes de que ocurran. Basta recordar lo sucedido durante el menemismo y, luego, en los idus del duhaldismo.
Ahora amoldándose a los tiempos que vienen, intentan forzar aquello que suele ocurrir naturalmente: la metamorfosis del PJ, movimiento siempre versátil.
Supo ser de “derecha” con Carlos Menem y de “izquierda” con los Kirchner. ¿Se vendrá ahora un peronismo de “centro”? Es lo que imaginan los “gordos”.
Un PJ manejado por Alberto que vuelva a las “bases” de aquel movimiento pergeñado por Juan Domingo Perón mucho antes de ser presidente de la Nación.
Que eyecte de una vez —y para siempre— al populismo que le introdujo el kirchnerismo. Y que no se deje arrastrar por la “moda” liberal de estas horas, cuyos trazos supo imprimir en su momento el menemismo.
En el marco de lo antedicho, no fue casual que a Aníbal Fernández se le “escapara”este martes que Alberto irá por la reelección en 2023. Fue todo un mensaje al corazón del kirchnerismo, que sueña con otros candidatos, como Axel Kicillof o el mismísimo Máximo Kirchner.
Por las dudas, el jefe de Gabinete, Juan Manzur, junto al canciller Santiago Cafiero, se reunió con dirigentes de La Cámpora a efectos de transmitirles que el acto de mañana no será contra aquella organización.
El efecto terminó siendo justamente el contrario: ¿Por qué alguien avisaría a un “socio” que no lo está traicionando? ¿Será porque sí lo está haciendo?
Entretanto, en estas horas, el silencio de Cristina Kirchner es sintomático. Alimenta todas las sospechas. Y acaso las confirma.
Su molestia por el meeting de mañana se expresa en aquel mutismo. Y también en la conformación de un espacio que impulsan Amado Boudou, Alicia Castro y Gabriel Mariotto. Todos cristinistas de la primera hora y, a la sazón, críticos de la gestión de Alberto.
Nada auspicioso puede anticiparse respecto de lo que viene. La tercera guerra mundial, un poroto.
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