Esta semana pasó de todo. Literalmente. ¿Por dónde empezar? Acaso por el inesperado fallo de la Corte Suprema de Justicia, que declaró “inconstitucional” la ley que impulsó la reforma del Consejo de la Magistratura en 2006. A gusto y piacere del kirchnerismo.
Una jugada que dejó en evidencia el interés de los Kirchner por dominar la Justicia desde siempre. Porque es aquel organismo el que se encarga de designar y remover a los magistrados argentinos. Ergo, quien tiene la llave de su manejo, ostenta el dominio de la Justicia.
La única pregunta que quedó flotando en el aire luego de la decisión de la Corte fue: ¿Por qué esperó tantos años para decretar la inconstitucionalidad de la reforma de marras? Imposible saberlo.
Todo pareciera indicar que los jueces de la Corte se habrían hastiado del maltrato que le endilga el gobierno, cada vez con más virulencia.
La gota que rebalsó el vaso fue la “visita” que hizo el ministro de Justicia, Martín Soria, a los supremos el pasado 7 de diciembre, a quienes habría reprendido por su presunta participación en el lawfare que intentaría voltear al oficialismo de turno.
A ello se sumaron las declaraciones del funcionario del Ejecutivo una vez terminado el meeting, acusando a los jueces de atentar contra su propia legitimidad: “Necesitamos una justicia ágil, que trabaje de cara a la gente. Una justicia que se ocupe de los problemas que les preocupan a todos los argentinos”, sostuvo Soria en posteriores declaraciones a la prensa.
La respuesta de la Corte llegó en forma de fallo: aquel que destrabó el pago de vieja deuda de la Nación a Santa Fe por 100 mil millones de pesos. Duro golpe para el gobierno de Alberto Fernández, en momentos en los cuales necesita puntuales alivios financieros.
Lo curioso es que, desde el Ejecutivo, se explicó a los medios que Soria fue enviado al encuentro con la Corte con el objetivo de “restablecer el diálogo institucional”. No hay remate.
Como sea, ese fallo no solo dinamitó la conformación que Cristina había soñado en la Magistratura —que le daba demasiado poder a la política, quitándole relevancia a los otros sectores— sino que además repuso como cabeza del Consejo de la Magistratura al presidente de la Corte, Horacio Rosatti, a la sazón el más importante enemigo de los K en estas horas.
Este domingo ello quedará refrendado en una lesiva columna que publicará El Cohete a la Luna, el blog de Horacio Verbitsky alimentado por millonarios fondos de pauta oficial (N de la R: esta nse escribió el sábado, es la "columna de los socios de TDP").
Para quien no lo recuerde, Rosatti supo ser ministro de Justicia de Néstor Kirchner y renunció a su cargo en 2005 luego de negarse a firmar escandalosos sobreprecios en la refacción de una serie de centros carcelarios... a pedido del propio gobierno. Este cronista lo reveló en aquellos días, en varios notas periodísticas.
Lo antedicho viene a cuento de aclarar que el encono entre el juez y el kircherismo no es nada novedoso, viene de allá lejos y hace tiempo.
En otro orden de cosas, sorprendió la absolución de Cristóbal López y Fabián De Sousa en el contexto del juicio por presunta evasión en Oil Combustibles. ¿Cómo se entiende que el otrora titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, terminara condenado y los empresarios mencionados zafaran?
Al calor de la lectura del fallo en cuestión, queda claro que el delito existió. Por lo cual la sentencia será apelada por el fiscal ante el Tribunal Oral Federal 3, Juan García Elorrio. Deberá decidir la Cámara de Casación, que, curiosamente, es la misma que debe definirse sobre el fallo que benefició a Cristina Kirchner el pasado 27 de noviembre. En el expediente Hotesur/Los Sauces.
Como ya se comentó en esta misma columna, sorprende que nadie se haya percatado del dato más importante de aquella sentencia: jamás dice la Justicia que la vicepresidenta es “inocente” por los delitos por los que se la acusa. Un tópico pocas veces visto en la historia jurídica argentina.
Como sea, la inquietante decisión que debe tomar Casación explicaría las visitas a ese tribunal por parte del Javier Fernández, el operador judicial favorito de los K, que reporta a la AFI y la AGN al mismo tiempo.
Es uno de los “informantes” que suele pasarle data confidencial a Verbitsky, que luego aparece publicada como si fuera producto de una investigación periodística de rigor. Como el listado de los argentinos que más “atesoraban” dólares, dado a conocer en junio de 2020.
En aquella nómina, que buscó complicar a Mauricio Macri, terminaron expuestos varios amigos y testaferros del kirchnerismo, como los Eskenazi. También socios de Cristóbal López, Adrián Werthein y el flamante dueño de Edenor Mauricio Filiberti. Allí incluso debía aparecer la propia Cristina, pero su nombre fue ocultado de manera deliberada por Verbitsky.
Quien lo dude solo debe otear la página 154 del libro escrito por la vicepresidenta, "Sinceramente", donde reconoce que tomó la decisión de que todos sus plazos fijos “de varios millones de pesos” fueran convertidos “a dólares en efectivo” y “depositados en el mismo Banco Galicia, en cajas de seguridad”.
El dato no es menor, toda vez que el pasado 10 de diciembre Cristina planteó que uno de los puntos de negociación con el FMI para resolver la deuda externa argentina debería incluir la ayuda del propio organismo multilateral de crédito para “recuperar los miles de millones de dólares” que ostentan los argentinos que integran aquella nómina.
¿Debería entonces la expresidenta aportar sus propias divisas, cuya adquisición se presume producto de la corrupción de su gobierno?
Oportunamente, Carlos Pagni advirtió la posibilidad de que Cristina se encuentre efectivamente en el listado de Verbitsky, en el puesto 25, donde no aparece el nombre de ninguna persona puntual, sino la frase "identificación no localizada". Si así fuera, Cristina tendría casi 9 millones de dólares en su haber. Ciertamente escandaloso, porque ¿de dónde los sacó?
Hablando de escándalos, generó fuerte repercusión la revelación de Tribuna de Periodistas de que la Anses estaba incorporando a un centenar de miembros de La Cámpora en cargos directivos, a través de un procedimiento irregular.
Según reveló a este medio una importante fuente de aquel organismo, “Berenice Vampa y Martín Sola están revisando los legajos de los que hicieron ingresar con títulos truchos, gracias a tu publicación”.
La mayoría son familiares, amigos y amantes de un sindicalista de UPCN llamado Néstor Cordasco, eyectado oportunamente por Andrés Rodríguez, por haber robado... y no haber “repartido”.
Independientemente de lo antedicho, que camina a ser desactivado, Fernanda Raverta busca hacer ingresar en estas horas a unos mil pasantes de la política. Otro escándalo en puerta.
Finalmente, ameritaría hablar sobre el culebrón del Presupuesto 2022, que desnudó las miserias de la política, en su estado más puro. Pero ya se ha dicho demasiado al respecto. Es acaso el reflejo más puro de la decadencia argentina, reflejada en sus representantes. Que deberían ser líderes, pero están bien lejos de esa enorme definición. Lo que los califica es otra palabra: berretas.
“El problema no son los políticos, sino el gen del argentino”, dijo a este cronista un profesor universitario a fines de los 80. No se equivocaba.
© Tribuna de Periodistas, todos los derechos reservados