La necesidad tiene cara de hereje. La frase, trillada como pocas, debe ser el dogma de cabecera del kirchnerismo en los últimos tiempos, frente a los continuos desaciertos que vienen cometiendo una y otra vez con sus erráticas medidas.
El malhumor social ha llegado a tal nivel que la última encuesta a nivel nacional realizada por la consultora Analogías —guardada bajo siete llaves— ha mostrado que la intención de voto de Néstor y Cristina Kirchner han llegado a un piso inferior al 10%. La primera mandataria posee una intención de voto que llega sólo al 9% y su marido no supera el 6%, de acuerdo a lo informado hace unas horas por diario La Nación.
Los números no son obra de la casualidad, sino de la incesante toma de decisiones desacertadas por parte del matrimonio presidencial, a lo que debe sumarse el increíble nivel de corrupción que percibe la ciudadanía en muchos de los actos de gobierno K.
Lo paradójico es que, muchas de las denuncias más graves contra el kirchnerismo, han salido del propio seno de este. Tal es el caso del ex gobernador Sergio Acevedo cuando fuera desplazado de su cargo por no pagar un "retorno" de 30 millones de pesos a ciertos funcionarios K.
O cuando, en julio de 2004, el entonces ministro de Justicia, Gustavo Béliz aseguró que no había voluntad por parte del kirchnerismo para controlar a ciertos "manifestantes" populares, al tiempo que denunció la connivencia de Néstor Kirchner con lo peor de la ex SIDE.
O cuando otro ministro de Justicia, Horacio Rosatti, renunció luego de negarse a firmar escandalosos sobreprecios en la refacción de una serie de centros carcelarios.
O hace unas horas, cuando el ex gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Felipe Solá —que no viene del trotskismo ni de la UCEDE, sino del Frente para la Victoria—, aseguró que el kirchnerismo no tiene sensibilidad social, que Néstor Kirchner "compra diputados con prebendas, con viajes".
Son síntomas del desgajamiento que sufre en estas horas el oficialismo K, pero también es el síntoma de que ya no puede taparse el sol con un dedo.
El saqueo que ha hecho el matrimonio Kirchner a la Argentina no tiene parangón alguno.
Los malos caen siempre parados
Cuando Néstor Kirchner asumió la presidencia de la República Argentina, aseguró que no se permitiría "la subsistencia de ámbitos de impunidad". En tal sentido, el novísimo mandatario dio plena garantía de luchar "contra la corrupción y la impunidad" de manera implacable (1).
Sin embargo, los funcionarios que han denunciado hechos de corrupción fueron fuertemente perseguidos y eyectados de sus cargos, mientras que los corruptos han sido sostenidos y respaldados por el Poder Ejecutivo. Baste mencionar los casos del ministro de Planificación Federal, Julio de Vido; el titular de la poderosa Oncaa, Ricardo Echegaray; el secretario de Transportes, Ricardo Jaime —récord en lo que a denuncias judiciales respecta—; el ministro de Justicia, Aníbal Fernández; la ministro de Defensa, Nilda Garré; el procurador General de la Nación, Esteban Righi; la titular de la Dirección General de Aduanas, Silvina Tirabassi; el ministro de Trabajo, Carlos Tomada; etc.
La lista es tan extensa que no alcanzaría el presente artículo para completar los nombres de los funcionarios, con sus respectivos prontuarios, que gozan del calor oficial.
A estos debe sumarse el nombre de los testaferros —más bien "socios" en las sombras— del matrimonio Kirchner: Lázaro Báez, dueño de la obra pública; Cristóbal López, dueño del juego y gran lavador de dinero K; Vittorio Gotti —fallecido en extrañas circunstancias luego de amenazar con contar detalles de negociados kirchneristas—; Rudy Ulloa Igor, ex chofer de Néstor; Enrique Eskenazi, neoempresario K; Claudio Uberti, funcionario todoterreno de Néstor; Osvaldo Sanfelice, socio inmobiliario de los K; Carlos Sancho, ex gobernador de Santa Cruz y también socio inmobiliario; etc.
Estos últimos deberían ser investigados por la Justicia, ya que, desde que Néstor Kirchner ha comenzado a ostentar su poder, sus fortunas se han acrecentado en virtual progresión geométrica. Ninguno de ellos puede justificar el dinero que posee, ya que en realidad sus patrimonios pertenecen en gran medida al matrimonio presidencial.
Inseguridad para la gilada
Frente a la demostración de la "desnudez" de la monarquía K, con su consecuente impacto social negativo, el kirchnerismo ha debido sacar varios conejos de la galera para desviar la atención.
Uno de ellos es un recurso sumamente eficaz, que siempre aparece en momentos de peligrosa coyuntura política y/o económica: la exacerbación los hechos de inseguridad. Nunca falla.
La estrategia es antigua como el mundo y no ha sido desconocida para ninguno de los inquilinos de la Casa de Gobierno de las últimas décadas. Sólo es cuestión de poner el foco más de lo normal sobre diversas situaciones reñidas con la seguridad. Si no las hubiera, se las inventa, como ha sucedido con el risueño sátiro de la Recoleta, mostrado como una severa amenaza en los últimos días por los medios vernáculos. Entre la docena de interrogantes que presenta este caso, ¿quién puede creer que semejante violador reincida siempre en la misma zona, cuando su identikit circula por doquier?
Por otro lado, no parece casual que sus ataques se den en Recoleta, una zona que suele generar más conmoción que otras.
Algo similar ocurre con los titulares de ciertos noticieros, que anteceden a los homicidios de los últimos días las "condiciones profesionales" de los asesinados. Por caso, ¿la muerte de Ricardo Barrenechea es más importante que otras porque este era ingeniero? ¿Para qué mencionar su cualidad profesional?
No es inocente la mención. Es una manera de decir que la delincuencia no sólo ocurre con personas de bajos recursos y falta de preparación, sino que puede llegar a alcanzar a cualquiera de nosotros.
Cada semana, son asesinadas personas de igual o peor manera que el "ingeniero" Barrenechea. ¿A alguien le importa? No, porque en general esto ocurre a personas de bajos recursos o que viven en zonas "peligrosas" del conurbano.
Ergo, no hay identificación con esos sucesos.
Concluyendo
La implosión del kirchnerismo es una realidad irrefutable. Cada día aparecen nuevos signos de esa realidad, mal que le pese al matrimonio gobernante.
Algunos analistas creen que es el motivo por el cual se están apurando leyes —y expropiaciones— en favor de ciertos testaferros K.
Lo mismo hizo el menemismo en sus últimos meses de gobierno y así le fue: hoy Carlos Menem desfila por diferentes estrados judiciales debiendo dar explicaciones por los elocuentes actos de corrupción ocurridos bajo su mandato.
Peor que eso es la imagen que ha quedado sobre su persona. La imagen de un mandatario corrupto y enriquecido a la vera del poder.
Es lo mismo, exactamente lo mismo, que le espera al matrimonio Kirchner.
No es poco.
Christian Sanz
(1) Ver discurso completo:
http://www.eldia.com.ar/documentos/discurso_kirchner/
Esta es una nota del 2008 Conclusion : Seguimos tristemente empantanados. No tenemos memoria. Y por lo visto entonces el kirchnerismo no se cayo. Se fortifico. Habia plata entonces. Hoy ya no hay. No quedan ni monedas. Veremos....cuando falten los choripan ni tetra ni sobres, ni colectivos para arriarnos, tal vez, en algo las cosas empiecen a cambiar...