Se muestran furiosos, casi desencajados. Gritan, vociferan, maldicen. Aseguran que cuidan las frágiles instituciones del Estado ante el avance de los enemigos de la patria. Llegan incluso a mostrar alguna que otra lágrima de bronca y desazón.
Pero en realidad no están nada enojados, solo simulan. Hacen que están molestos para que nadie los señale a ellos y descubra sus propios desaguisados.
Lo hacen bien, porque son viejos actores de la política. Escenifican con seriedad, voz impostada y gestos ad hoc. Y jamás se tientan, ni siquiera un poco. Alfredo Alcón, un poroto.
Si los acusan de mentir, ellos dirán que la oposición engaña aún más. Si los señalan por espiar, dirán que en la vereda de enfrente hay un aparato de espionaje peor. Si los involucran en algún latrocinio, subirán la apuesta hasta el infinito: dirán que los opositores son una verdadera “asociación ilícita”.
Son verdaderos maestros de la simulación, que llegan, por momentos, a creerse lo que ellos mismos dicen.
Organizan congresos sobre lawfare solo para escucharse unos a otros decir lo que saben que es mentira: que una mega organización internacional quiere meterlos presos por ser los próceres del Siglo 21.
En el fondo saben que han robado a mansalva, que no dejaron ni el agua de los floreros, pero es más cómodo decir que todo es una cuestión política.
Y cuando ello escala a los medios, aseguran que los periodistas son todos operadores. Y si llegan a verse complicados en la Justicia, sostendrán que los jueces son unos vendidos. Para todo tienen una respuesta. Son la encarnación misma de la Gata Flora. Pero están flojos de papeles.
A ver... ¿cómo puede un tipo como Amado Boudou acusar persecución alguna cuando una veintena de instancias judiciales han confirmado que es culpable?
Otra: ¿Quién entiende a Ricardo Jaime, que jura que lo estigmatizan los jueces siendo que él mismo reconoció en dos oportunidades haber sido corrupto, ante dos juzgados diferentes?
Más aún: ¿Por qué el lawfare persiguió a todos los líderes sudamericanos de izquierda pero Pepe Mujica no recibió siquiera una carta documento?
Son interrogantes que estos tipos prefieren no responder. Porque no tienen manera de hacerlo.
Porque son vivos, es cierto, pero no son inteligentes. Y la diferencia entre un tópico y el otro es abismal.
“Vivo es aquel que sabe salir de problemas en los que el inteligente no se hubiera metido”, decía mi abuela cuando yo era un Benjamín. Y no se equivocaba.
Ciertamente, lo único que les permite pasar desapercibidos es que la oposición los supera en idiotez. Se trata de una argamasa que, salvo honrosas excepciones, ha demostrado no servir para nada.
Entonces, ante tal panorama, los tipos parecen vivísimos, los campeones de todo el planeta. Pero no, siguen siendo los simuladores de siempre. Que, como los magos, roban con una mano, y muestran la otra vacía.
Pero la ciudadanía ya descubrió el truco. Y no los tolera más. Porque, aunque muchos mastican vidrio, son cada vez menos los que lo tragan.
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