Debe haber pocas aventuras más hermosas que ejercer el periodismo, con todo lo que ello implica. Lo bueno y lo malo. Más aún cuando uno se dedica a la investigación, donde se destapan ollas nauseabundas y se provocan quilombos de aquellos.
Incluso, alguna que otra vez se logra hacer volar por los aires a algún que otro funcionario corrupto. Es la excepción, no la regla. Al menos en la Argentina, donde los políticos son de amianto.
Soy periodista desde hace casi 30 años, y en realidad siempre lo fui en el fondo, porque nunca dejé de ser inquieto y curioso, y de preguntarme por todo lo que pasaba a mi alrededor.
Luego ello se fue potenciando y, a medida que crecí, descubrí que el periodismo lograba responder cosas que nadie más lograba. Incluso, cada tanto, iba más allá: conseguía cambiar el mundo. Lo escribo y me emociono ahora mismo, como si recién empezara a transitar este maravilloso camino. El del “mejor oficio del mundo”, tal cual describió Gabriel García Márquez con inusual precisión.
En mis comienzos dividía mi tiempo entre el periodismo y la magia profesional. Amaba ambos oficios por igual. De noche escribía mis libros; de día animaba fiestas infantiles. Y como no alcanzaba el dinero, también despuntaba como empleado de farmacia.
Como mago, mi sueño siempre fue trabajar en un circo —ciertamente es el anhelo de todo ilusionista—, y lo logré alguna vez, casi de casualidad.
Por su parte, como periodista, mi sueño siempre fue trabajar en una agencia de noticias. También es el deseo de todo cronista de raza.
Pude cumplirlo hace muy poco, cuando me convocaron de la Agencia Noticias Argentinas. Debo admitir que ahora sí me siento realizado. A pesar de haber pasado por grandes redacciones y codearme con colegas grosos, siempre sentí aquel vacío. Que terminó de llenar un tipo genial llamado Rodrigo Calegari, a la sazón director de NA y quien me contrató en diciembre pasado.
A esta altura, más de uno se preguntará: ¿Qué hay de especial en trabajar en un sitio así? ¿No es igual a otros medios? La respuesta es un rotundo NO.
Primero, porque las agencias de noticias son los lugares de donde se nutren en general los medios de comunicación. Es decir, uno “produce” la noticia, la cual será replicada luego por todos los demás. Es casi el estado “primario” de la información.
Segundo, acá no hay lugar para los errores: cualquier medio de prensa puede darse el lujo de equivocarse, luego lo corregirá y acá no pasó nada. La agencia no tiene esa suerte. De su “cablera” de noticias se nutren cientos de diarios del país y, si se manda un pifie, todos lo replicarán, con las lógicas consecuencias que provoca la desinformación.
Tercero, hay que tener una velocidad de trabajo a prueba de balas. Salvo las investigaciones especiales —por suerte, ese es parte de mi trabajo—, la información que se publica en la agencia debe ser redactada en tiempo récord. Siempre, como se dijo, cuidando que no contenga errores.
Como puede verse, es la mejor escuela para ser periodista. Mejor que cualquier universidad o escuela de periodismo.
Quien logre superar la prueba de desempeñarse en una agencia de noticias, podrá trabajar para cualquier medio. Cualquiera.
Entonces, ¿cómo no sentirme realizado como periodista?
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Qué paradoja esa de ser al mismo tiempo mago-ilusionista y periodista. En un momento del día le tenés que hacer creer a la audiencia algo que en la realidad no pasó (por ejemplo que un conejo apareció de la nada, o era marrón y ahora es blanco "por arte de magia"), y en el otro lo tenés que informar sobre lo que en realidad pasó.
FELICITACIONES, HIJO.... Y MUCHO CORAJE. QUE DIOS Y LA VIRGEN TE AMPAREN SUERTE EN TU NUEVA MISION...
Te felicito y espero que se te cumplan todas las espectativas
Si de vez en cuando haces magias, porfa, tratá de ver si podes transportar en tu galera a la yarará y dejarla en Timbuctú.... Nos daria inmensa paz a todos nosotros, asi nos quedemos " sin felicidad"