No es nada complicado, todo lo contrario. Se trata de contarle a la gente las cosas que pasan en Mendoza. Tan simple como eso. Y en una provincia donde nunca pasa nada, la información vale doble, porque escasea como el agua.
Pero los grandes medios no lo entienden, y juegan a que el periodismo es otra cosa, contar pelotudeces y curiosidades a granel. Mientras se tejen tramas lesivas contra el erario público, con políticos a ambos lados del mostrador.
Porque acá no hay ideologías, no señor. Lo que hay son intereses de alto vuelo. Que a veces rozan a los radicales, a veces a los peronistas, a veces a los demócratas. O lo que queda de ese centenario partido.
¿Y los medios mendocinos? Bien, gracias. Por cuatro mangos no cuentan nada. Y cometen el pecado más grave que se pueda cometer. Porque la única esencia de la prensa esa esa: contar lo que pasa. Nada más.
Entonces nos inundan con declaracionismos vacuos de políticos intrascendentes, y jamás van al hueso. Y llenan sus páginas con noticias de Buenos Aires, que no le importan a nadie. Y lo complementan con alguna que otra nota económica, que jamás complica los intereses de nadie.
Todo ello sazonado con videos graciosos, que suelen regalar las redes sociales. Y nos hacen creer que eso es periodismo. Pero esa no es la filosofía de la prensa, ni por asomo.
Periodismo es ser escéptico, desconfiar de todo y de todos, todo el tiempo, y poner a prueba las afirmaciones de oficialistas y opositores, por más que nos caigan simpáticas. Y hurgar en sus patrimonios, y descubrir hechos de corrupción. Eso sí es periodismo. Pero no es lo que sucede en Mendoza.
La explicación viene a cuento de lo sucedido con El Azufre, aquella empresa que ha logrado el milagro de que le concedan 12 mil hectáreas en Malargüe para hacer un centro de esquí. Y los medios, en lugar de indagar y cuestionar, presentan al dueño de esa firma como si fuera Steve Jobs. Y está bien lejos de ser Steve Jobs.
Pero es lo que quiere el poder de turno, que no se hable del tema. Y ahí van esos grandes medios haciendo caso cual perritos falderos. Por plata, básicamente. Poca plata finalmente. Pero la conciencia es bien barata, y se compra con tres botellas de Malbec.
Entonces, esos grandes medios terminan haciendo un daño superlativo por no contar las cosas como son. Anoten sus nombres: Diario UNO, El Sol, Memo, Mendoza Post, MDZ, y algún otro más que a uno se le olvida.
Una necesaria digresión: ¿Está mal recibir pauta oficial? No, no está mal. De hecho, este diario —Mendoza Today— ha negociado aquella publicidad con el Estado mendocino. Lo que no está bien es que el precio sea la “autocensura”.
A esta altura, uno se pregunta: ¿Por qué todos esos tipos en lugar de poner un medio de comunicación no pusieron una verdulería u otro tipo de negocio? El periodismo no es para hacer dinero, muchachos. Entiéndanlo de una vez.
Y algo más: si no son periodistas, no se pongan a hacer diarios online. Esto no es para empresarios, es para colegas. Porque el trabajo de la prensa tiene una lógica que solo la entienden los cronistas.
Finalmente, una última catarsis: este lunes anuncié que escribiría esta nota y mi teléfono se llenó de mensajes de colegas que me pidieron que no lo hiciera. Me sorprendió ingratamente... ¿Por qué tipos que laburan de contar cosas no quieren que se cuente esta realidad? ¿No somos periodistas justamente para revelar este tipo de trapisondas?
Como sea, a todos, todos, todos, les pido un favor: no me llamen más. No estoy para perder el tiempo. Y nosotros sí queremos hacer periodismo.