De pronto, como quien no quiere la cosa, las paredes se llenaron de carteles anónimos, con una consigna unívoca: “Argentina es posible. Ahora Kirchner presidente”.
La referencia es obvia: el pedido es para que Cristina se ponga el sayo y sea candidata a presidenta de la Nación.
Los que impulsan la idea son diversos referentes del Frente de Todos, principalmente aquellos que abrevan en La Cámpora, quienes ven peligrar sus curros en el Estado.
¿A qué podría dedicarse en la actividad privada un Pablo Ceriani, hoy mandamás de Aerolíneas Argentinas, con un sueldo de varios millones de pesos? ¿Y una Victoria Donda?
Ello explica la desesperación de los “Cuervo” Larroque y su troupe. Si se acaba el kirchnerismo se les corta el chorro. Y ello parece inevitable.
Pero Cristina no volverá a competir por la presidencia. A lo sumo buscará una senaduría por la provincia de Buenos Aires. Y ello solo le sirve a ella. A nadie más.
Por eso, por más cartelitos que aparezcan por aquí y por allá, nada ocurrirá finalmente. Cristina mastica vidrio, sí, pero jamás lo traga.