La trama la contó Carlos Pagni este lunes por la noche, sin vaselina: “De golpe el país deja de proveerse de vacunas, por el sistema de la Organización Panamericana de la Salud, que supone importar vacunas con un programa especial carente de impuestos, es decir, en el que no se pagan aranceles, IVA, impuesto a las ganancias, para llamar a licitaciones en las que intervienen laboratorios privados”.
Ello, según el colega, supone “un aumento importantísimo en el costo de las vacunas. Por ejemplo, en la vacuna contra el Virus del Papiloma Humano, si uno compra las vacunas del programa de la Organización Panamericana de la Salud, la unidad cuesta US$10,48; en cambio ahora tenemos que pagar US$ 20,20 por unidad”.
Y allí aparece el dato relevante: “Estas licitaciones las gana sistemáticamente el mismo laboratorio, que obviamente es el que más preparado está para proveer vacunas, porque tiene una provisión monopólica de las vacunas, que es Sinergium, del célebre Hugo Sigman”.
CIertamente, nada que deba sorprender. El empresario siempre cae bien parado en lo que refiere a los buenos negocios con el Estado nacional.
A su vez, Sigman es todo un enigma: puede tomar subsidios del Conicet o de la Unión Europea, del Municipio de Escobar o del gobierno de España, ser socio de Juan Manzur, Ginés González García, Fidel Castro o el gobierno chino. Como si fuera todo lo mismo.
Durante la dictadura de los 70, estuvo exiliado en España y allí tomó contacto con la China de Mao e importó drogas con las que producían medicamentos en la península ibérica, con el fuerte apoyo de Santiago Carrillo, histórico líder del Partido Comunista español al cual el argentino le aportó grandes fortunas de sus prominentes negocios con Rusia, Cuba y China.
Con Carlos Menem le llegó la “bendición” de la ley de patentes, que hizo millonarios a puntuales laboratorios argentinos en detrimento de las firmas extranjeras. Hay que recordar que el ex presidente de la UIA, Claudio Sebastiani, confesó que se pagó una coima de 20 millones de dólares para que esa polémica norma se sancionara.
No es menor el hecho de que Sigman está casado con Luisa Gold, hija del “negro” Gold, uno de los financistas del partido comunista argentino y poderoso empresario de laboratorios nacionales que copian patentes logradas con la investigación de los grandes laboratorios extranjeros.
Los Sigman-Gold, junto con las familias Sielecki, Rhommers y Bagó, edificaron una poderosa industria local a la que los laboratorios extranjeros jamás pudieron cobrarles “royalties”.
A principios de los 90, los Estados Unidos exigieron una ley de patentes que respetara los derechos de las investigaciones de los laboratorios americanos. Pero en la Argentina chocaron contra la denominada “industria”, es decir, los grandes laboratorios nacionales como Bagó y Roemmers, entonces nucleados en la cámara CILFA.
Incluso llegaron a ser los beneficiarios, junto a Sigman, del millonario plan Remediar, el monopolio de la vacuna contra la aftosa y del plan para producir la vacuna contra la Gripe A, a través de un convenio entre Elea y Novartis anunciado por Cristina Kirchner.
Mucho más podría contarse, pero basta lo relatado para tener un “pantallazo” de lo que representa este “empresario”, a quien le cabe con todas las letras la definición de Alfredo Yabrán: “El poder es tener impunidad. Ser poderoso es ser un impune, un hombre al que no le llega nada (…) Para mí, un poderoso es el que consigue o tiene la posibilidad de conseguir una ventaja”.