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La de siempre, la de toda la vida

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Massa y Rossi defienden a Insaurralde.
Massa y Rossi defienden a Insaurralde.

La lógica kirchnerista frente al caso Insaurralde no podía tardar en aparecer. Y no fueron otros más que los mismísimos candidatos a presidente y vice, Sergio Massa y Agustín Rossi, los que abrieron el manual del teflón peronista.

 

Massa culpó a Clerici y Rossi le tiró un baldazo de barro a JxC trazando un paralelo entre el show de groserías del jefe de gabinete de Kicillof y el caso de Fernando Niembro, cuando el comentarista deportivo estaba en la lista de candidatos a diputados por la provincia de Buenos Aires y tuvo que bajarse porque no pudo dar explicaciones claras sobre un contrato publicitario entre su productora y el Gobierno de la Ciudad.

Sofía Clérici es una chica de la noche, de las fiestas y de la diversión. A partir de eso montó su propio negocio de lencería erótica. Está claro lo que es y cómo se gana la vida. Es su vida y nadie podría emitir un juicio sin caer en observaciones que, justamente, serían una flagrante contradicción con el discurso feminista y “progresista” del kirchnerismo.

Cualquiera de estos personajes que intente minimizar lo de Insaurralde tratando de entrarle al tema por el lado moral de Clerici es un cínico hipócrita.

Que Clerici haya hecho mil veces lo mismo con mil tipos diferentes es algo que no puede ni siquiera empezar a considerarse como un amago de imputación. De nuevo: es su vida y ella es libre para elegir cómo vivirla.

Aquí el “servidor público” (les juro que me da vergüenza utilizar estas palabras) es Insaurralde y la estructura política que ha montado el monumental verso de que el leit motiv de su existencia es la preferencia por los pobres es el peronismo. Ninguno de los dos es Clerici. Sofía se divierte. Insaurralde debe gobernar y generar condiciones por las cuales sus votantes cambien para mejor su condición social.

Si Massa quiere invertir la carga de la culpa y emprenderla contra  la chica voluptuosa que hace pública su lujuria, me parece que no entendió cómo deben estar organizados los países libres. Salvo, claro está , que él no tenga en mente hacer de la Argentina un país libre sino profundizar el esquema de servidumbre en el que viene viviendo desde que apareció el peronismo, según el cual es la elite privilegiada la que moldea la vida de los ciudadanos privados.

“Massa” -como diría Bullrich con su clásica manera de dirigirse a sus oponentes- “ocúpate de tu amigo Insaurralde, averigua cómo hizo la que tiene y, si querés meterte por el lado ‘moral’, metete por el lado ‘moral’ de Insaurralde, no del de Clerici”.

El caso de Rossi es tanto o más grave. El impresentable candidato a vice del ministro de economía, eligió el clásico camino del “somos todos iguales”: nosotros seremos una basura pero ellos también.

El caso de Fernando Niembro no tiene punto de comparación con la grosería de Insaurralde. El ahora comentarista de ESPN puede llegar a haber tenido una contratación privilegiada para su productora pero no hizo de eso un modo de vida como el que consistentemente viene mostrando el intendente en uso de licencia y jefe de gabinete de la provincia de Buenos Aires.

La técnica del barro peronista también es vieja y es compatible con la idea de no admitir la culpa propia ni en los casos más flagrantes.

Rossi hizo mucho hincapié en que ellos le habían pedido la renuncia a Insaurralde en cuanto el caso salió a la luz. ¿Acaso tenía que salir a la luz este “Olivosgate II” para que Rossi se entere cómo vive Insaurralde y de dónde sale la que tiene?

El caso se parece mucho a esas sanciones del fútbol que se aplican según sea si el proyectil dio o no en el blanco, transformando la misma acción en un delito según la víctima haya tenido la suerte (o no) de salir ilesa.

Todos en el peronismo conocían el “pedigree” de Insaurralde. Ahora quieren contarle las costillas a Clerici -que es una ciudadana privada- pero a su “cumpa” lo vienen teniendo al lado hace años y él hace años que viene haciendo lo mismo. ¿Por qué lo permitieron o por qué no lo frenaron?

Respuesta: porque en el peronismo esta cuestión de “las chicas” viene siendo un sello de pertenencia desde el mismísimo Perón. Todos comparten esa debilidad y, por lo tanto, todos la toleran porque entre “bomberos no se van a pisar la manguera”.

El caso debe servir, una vez más para seguir confirmando las raíces autoritarias y fascistas del peronismo que, con tal de salir indemne de las mismas barrabasadas que ellos mismos generan, dan vuelta la tortilla y acusan a los demás de lo que no son otra cosa que sus propios crímenes.

Clerici podrá tener la reputación que tenga. La primera que no se hace problemas por eso es ella. De modo que Massa pretenda levantar el dedo para juzgarla, habla de Massa no de Clerici. Y Niembro podrá haberse equivocado en proponerse como candidato cuando sabía que no tenía los papeles en regla, pero su eventual error no sirve para neutralizar el de Insaurralde.

Que al peronismo le hayan funcionado en el pasado estos aspersores de barro no quiere decir que la sociedad deba seguir permitiéndoselos.

El caso Insaurralde pone de nuevo en blanco sobre negro la distancia que hay entre las palabras y los hechos peronistas. La misma distancia que había entre las palabras de Perón y Evita con los hechos de ambos; la misma distancia que hay entre las palabras de los Kirchner y los hechos de ambos. Esa misma diferencia se traslada a las palabras y los hechos de sus secuaces. Ochenta años y no cambió nada. Es hora de terminar con la plaga.

 
 

22 comentarios Dejá tu comentario

  1. Tenemos unos cuantos problemas con esto. En principio, la chica es linda pero lo de voluptuosa no le cabe; es una pro, y lo que hace no lo hace por lujuria. Insaurralde puede ser que lo haga por lujuria pero a sus años es evidente que la fuente de toda esa lujuria está en su imaginación. La cita de Pato Bullrich: “si querés meterte por el lado ‘moral’, metete por el lado ‘moral’ de Insaurralde” no apunta donde debería apuntar. El verdadero problema no es la lujuria ni la moral de Insaurralde, el verdadero problema es la moral de todos los que contaminan el discurso público. Y la mejor prueba de eso, también está en esta nota. Dice Mira al principio de la nota: “Insaurralde debe gobernar y generar condiciones por las cuales sus votantes cambien para mejor su condición social.” Que un mandatario gobierne para favorecer sólo a sus votantes es un delito o debería serlo. Pero además, aunque gobierne para mejorar la condición social de todos, eso también es un despropósito por muchas razones. Un funcionario con un objetivo tan amplio como el propuesto: “generar condiciones para mejorar la condición social”, es la definición misma de una figura providencial. Este es el origen y esta es la causa de nuestro desastre. Si no sabemos siquiera definir lo que es un mandatario, no podemos definir lo que sería un mandato. Si nuestra idea de un funcionario es la de un semidiós proveedor y providencial, ¿qué oportunidad tenemos de que no terminemos siendo sus súbditos? Por eso, el acting lujurioso de Insaurralde es consecuencia directa de lo que Mira supone que son sus obligaciones: Que Insaurralde se convierta en nuestro Señor y que aceptemos ser sus súbditos y de esa manera pueda “generar condiciones para mejorar nuestra condición social”. Mira habla de Massa y su falta de idea de cómo están organizados los países libres. Un desastre. Un ejemplo de país libre sería la frontera sur de Estados Unidos, con un flujo constante de miles de invasores indigentes por día. El país es el paisaje, la libertad es de las personas. Pero la libertad física es un caso extremo cuando ya somos esclavos de un gobierno a través de los impuestos y la inflación. Hay una equivocación conceptual enorme y Mira la muestra cuando habla de Massa, incluso en total contradicción. Porque es muy cierto que los impuestos y el gasto público arbitrario y sin control determinan un esquema de servidumbre, pero eso es causado principalmente por la creencia en que un gobernante puede gastar todo lo que le venga en gana con la excusa de “generar condiciones para mejorar la condición social de sus votantes” o que un país libre es una idea que se le va a ocurrir a un gobernante.

  2. La única forma de tener un país libre es teniendo gente libre. La única forma de tener gente libre es tener mandatarios con un mandato que cumplir y que no se salgan del libreto. La única forma de terminar con un esquema de servidumbre es cortar con la chequera en blanco para la política; un presupuesto base cero en cada jurisdicción, y empezar a justificar la necesidad de cada gasto. Eso sería un comienzo para lo que llaman un país libre: Un país con un gobierno administrado por mandatarios con un mandato en base a un plan de gobierno, y que tengan poder limitado y responsabilidad de cumplimiento. El cambio que hace falta empieza por entender que no es cuestión de gobernar mucho sino de gobernar mejor. No necesitamos más gobierno, ni más gobernabilidad ni más gobernanza. Menos es más. Necesitamos un gobierno con menos pretensiones y con menos atribuciones; y concentrado en el efectivo cumplimiento de sus obligaciones y responsabilidades. Un país libre es un país libre de una casta política que se creen señores feudales con la única responsabilidad de ofrecernos una farsa de que son una élite destinada a moldear nuestras vidas. Por eso, VLLC.

  3. Todos somos humanos...podemos fallar. y que pasaría si el nuevo elegido presidente no cumple su propuesta y se sale....del libreto? Tenemos; recordar....como dice Tato Young un buen periodista, "al país mas loco del mundo."

  4. Ponele, eso que decis es una posibilidad. Ya pasó con Macri, que al final lo convencieron del gradualismo y decepcionó a sus votantes y tampoco ganó mada con el resto. Pero la opcion es la misma, es elegir entre una propuesta de corregir el desastre y la marcha del orgullo por el desastre. En in caso hay mucho por hacer y en el otro seguir patinando hacia el fondo del pozo, que no tiene fondo..

  5. Hay algo que muchos no comprenden. No estamos en un punto neutro equilibrado y confortable desde donde elegimos la mejor jugada. Esa es una estafa semántica muy frecuente, que todavía no llegamos sl piso no significa que no vengamos cayendo. No existe tocar fondo patear y salir. El rebote es el rebote del gato muerto. Por eso la opcion de seguir haciendo lo mismo es obviamente suicida.

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