Este domingo, Javier Milei dio un inesperado batacazo en el balotaje que lo enfrentaba a Sergio Massa y se encamina a ser el próximo presidente argentino.
Lo que hay en su cabeza es un verdadero misterio, no solo porque cambió su discurso en 180 grados, sino también porque no ha dado mayores datos sobre lo que será su programa de gobierno.
¿Dolarizará la economía finalmente? ¿Privatizará la educación? ¿Tirará abajo el Banco Central? Imposible saberlo. No al menos en el corto plazo.
No son los únicos interrogantes: ¿Cuál será el papel que jugará Juntos por el Cambio dentro de su gobierno? ¿Insistirá en decir que no hubo ninguna exigencia a cambio del apoyo de ese espacio?
Más aún: ¿Qué sucederá con Mauricio Macri, que sueña con manejar ministerios clave, como el de Economía?
La victoria de Milei solo genera incertidumbre. Regala algo de alivio porque ha sepultado al nocivo kirchnerismo por completo, pero lo que viene es incierto.
Dicho sea de paso, el tiro les salió por la culata a los K: crearon al monstruo que se los terminó devorando. Con un agregado que también los enfurece: permitieron el regreso de Macri a la vitrina pública.
Nada concreto puede decirse sobre el futuro próximo, salvo una cosa: el kirchnerismo ya es solo un mal recuerdo. No es poco.