Cristina Kirchner lo dijo más claro que nadie. Lo resumió en un adjetivo: “Pito duro”. Lo reveló Jorge Rial en su cuenta de Twitter. Aunque no lo mencionaba, hablaba de Alberto Fernández.
En aquellos días, la otrora vicepresidenta dijo una frase lacónica, que ahora cobra relevancia: “Yo sí puedo mostrar mi teléfono celular”.
Cristina refería a la costumbre que solía tener el entonces jefe de Estado, de chatear con toda mujer que se le cruzara por delante. Con el fin de intentar seducirla.
Según se ha comprobado en los últimos días, Alberto se pasaba largas horas del día -en realidad, de la noche- hablando con diversas féminas. No sólo de la farándula, sino también de otros ámbitos.
Ello explica su poco rendimiento como presidente de la Nación. También que sus pocas apariciones se dieran recién al mediodía. Evidentemente estaba agotado de tanta “actividad”.
Básicamente, ahora se entiende el por qué de su persistente procrastinación. Que lo llevó incluso a evitar hacer reuniones de Gabinete.
Se trata de una actitud jodida, perversa, de una hijaputez inmensa. Porque, si Alberto sabía que le gustaba la joda y las mujeres, ¿por qué decidió ser presidente de un país que necesitaba alguien abocado a apagar el incendio?
Lo demás es accesorio. Sus conductas violentas y la agresión física a su mujer, no hacen más que empeorar la valoración sobre su persona.
No es nada que deba sorprender: siempre fue un tipo prepotente y presto a sulfurarse. Uno lo contó mil veces ya, a través de gráficas anécdotas. Una de ellas refiere a 2004, cuando llamó a quien escribe estas líneas molesto por sus notas de investigación sobre el kirchnerismo.
“Yo te puedo hacer mierda”, le dijo. Sin más. Con una agresividad pocas veces vista. Lo que vino después, bien puede imaginarse.