Susana Trimarco es de amianto. No importa cuántos escándalos la rocen, siempre resulta bien parada. E impune. La Justicia no se le anima, a pesar de sus desaguisados. Los medios tampoco.
Sus trapisondas, que involucran graves hechos de corrupción, aparecen detalladas en mi libro “Trimarco SA”, por el cual juró que haría un juicio a quien escribe estas líneas y jamás se animó a hacerlo.
Allí se detalla la cantidad de dinero que le regaló el kirchnerismo para sostener una fundación que adultera sus propias estadísticas para que parezca que cuenta con cientos de casos de ayuda a personas en situación de trata de personas.
También logró embolsar millones por parte de diversas provincias, como Tucumán, Córdoba, Mendoza y La Rioja. Incluso por parte de ONGs foráneas.
Lo cierto es que la mujer se cansó de abusar de los recursos del Estado y aún sigue haciéndolo. Logró en pocos años pasar de la pobreza casi extrema a ser millonaria.
Ahora mismo, por caso, vive en una ostentosa casa en un country de Córdoba llamado Las Corzuelas. Con custodia y todo. También chofer oficial, que usa a su antojo. Ello pagado por todos los ciudadanos.
La Gendarmería Nacional es la encargada de la “protección” asignada a Trimarco, la cual, más que una custodia, resulta ser una suerte de “Uber” personal para la susodicha. Cuenta con vehículo oficial y tarjeta YPF en ruta.
“Es el único vehículo que tiene asignada esa unidad y se usa exclusivamente para ella”, reveló a Diario Mendoza Today un funcionario de Gendarmería consultado para esta nota.
Acto seguido, aclaró: “El problema no es de los funcionario de Gendarmería, bajo todos los aspectos han intentado poder sacarse ese clavo de encima, pero el Poder Judicial es quien no quiere”.
El informante también admitió que Trimarco “hace uso y abuso de la custodia, la buscan a las 9 de la mañana, la llevan a la fundación, le hacen de chofer a la secretaria, etc”.
Lo que resulta inentendible es el motivo de semejante beneficio. ¿Por qué tendría custodia alguien que carece de amenazas contra su persona? ¿Quién haría algo contra ella? ¿Por qué?
“Trimarco usa a los pobres cabos para sus cosas personales, llámese mudanzas desde Tucumán a Córdoba, donde tiene una casa en un country, donde vive con su nieta, que tiene un cargo en la AFIP”, reveló la fuente referida.
Digresiones aparte, la mujer es abuela de Micaela, hija de su hija, María de los Ángeles, cuyo derrotero es revelado en el libro ya mencionado, “Trimarco SA”. Una trama bien alejada a las pretensiones de la mujer de que fue secuestrada por una banda de tratantes de personas.
De hecho, en la obra hay todo un capítulo que revela las contradicciones y mentiras de la mujer en torno al expediente que investiga la evaporación de su hija.
La Justicia no desconoce tales situaciones, pero no se le anima. Sabe que la protege el poder político y jamás se enfrentará con este. Ello le permite a Trimarco seguir impune con su vida bancada “con la nuestra”. Una postal bien argenta.