El jueves 18 de septiembre de 2008, se cumplieron dos años de la desaparición de Julio López. Por tal motivo, su hijo Rubén organizó una conferencia de prensa en la calle 137 entre 60 y 61, de la ciudad de Los Hornos, La Plata.
Con unos pocos medios de prensa presentes y la insólita organización del periodista Alfredo Silleta, otrora especialista en sectas, este cronista estuvo en la conferencia, la cual dio comienzo a las 19.30 hs.
Las primeras preguntas fueron retóricas y hasta innecesarias: "¿Cómo te sentís?", "¿Crees que tu papá esta vivo?". En esa línea se plantearon todos los interrogantes —con respuestas obviamente previsibles—, a lo cual se sumaron las declaraciones vacías del propio Rubén López:
-"La búsqueda continúa como desde el primer día".
-"A mi viejo lo busco con vida y ojalá lo pueda encontrar".
-"(La policía y la Justicia) están haciendo cosas, pero todavía mi padre no apareció con vida ni se encontraron a los responsables de su detención".
Así se desarrolló la conferencia, sin mayores novedades ni emociones... hasta que este periodista comenzó hablar.
"Yo quisiera saber por qué nunca me respondiste los ofrecimientos de evidencia que te hice y que prueban que el gobierno de Néstor Kirchner estuvo detrás de la evaporación de tu padre", fue lo primero que dije.
Rubén López resopló con incomodidad y esquivó la respuesta: "Mirá Sanz, lo que vos ofreciste está en la causa judicial". Nada comentó acerca de su falta de respuesta a mis reiterados ofrecimientos.
Luego de una serie de vacuas preguntas de otros colegas, insistí: "¿Por qué no se profundiza la 'pista Atalaya'?". La respuesta fue nuevamente a desgano: "Lo de Atalaya se está investigando. Informáte mejor".
Cabe a esta altura abrir un paréntesis para explicar de qué estamos hablando. Cuando Julio López se evaporó el 18 de septiembre de 2006, no pocos testigos lo vieron caminando por las calles de la localidad de Atalaya. No estaba secuestrado ni parecía presionado por nadie.
Es dable recordar que, el 23 de septiembre de 2006, se hizo un rastrillaje en la finca de un funcionario justicialista llamado Rubén Darío Durso. Allí, dos perros detectaron el rastro de Julio López en un colchón donde este habría dormido durante varios días y ladraron cuando se les hizo oler una gorra gris con visera y un pantalón jogging gris de marca Adidas.
Los policías que llevaron adelante la medida, Adrián Badano y Eduardo Pérez, fueron conminados inmediatamente a suspender el operativo luego del hallazgo.
En el mismo sentido, existe media docena de testigos que dan fe del paso de Julio López por Atalaya, uno de ellos es Rodolfo Buzeta, entrevistado oportunamente por este periódico y fallecido hace unos meses. Buzeta juró haber visto a López un día después de su desaparición: el 19 de septiembre a las 9 de la mañana. ¿Dónde lo vio? cerca del Camino de los Silos, una bifurcación de la ruta 11 para ingresar a Atalaya o la localidad de Magdalena.
Volvamos ahora a la conferencia de Rubén López, donde insistentemente intenté conseguir una respuesta concreta por parte de la familia y no lo logré. "¿No evaluaron la línea de que tu papá se haya ido de manera voluntaria? Vos sabés que ese día, por cómo se vistió, se preparó para no volver", sugerí.
Sin mirarme, con evidente enojo, Rubén aseguró que "se va a investigar todo lo que haya que investigar". Insistí con elocuencia: "esto es una gran mentira, acá está todo armado y vos lo sabés".
No hubo oportunidad de decir mucho más: con gran malhumor, el hijo del desaparecido Julio López dio por terminada la conferencia. Los medios se acercaron a hablar informalmente con él y yo hice lo mismo: "¿vos sabés que el Gobierno del entonces presidente Néstor Kirchner está seriamente comprometido en la desaparición de tu papá?".
Fue el punto de ebullición: Mientras se acercaba a mi persona con intenciones de golpearme, Rubén me echó en cara haber sido "irresponsable" por haber asegurado a los medios que la familia López se había borrado durante las primeras semanas, inmediatamente después de la desaparición de Julio ídem.
Como era de esperar, fui invitado a "retirarme" del lugar, lo cual hice sin dudar y con gran enojo a cuestas. El sostenimiento de la mentira, a esa altura, era insoportable.
Finalmente, preguntas sin respuestas
Los dos años de investigación de la desaparición de Julio López parecen haber servido sólo para acumular miles de fojas reunidas en 26 cuerpos, 70 anexos y 48 legajos en los que se mezclan declaraciones testimoniales, documentación con los resultados de más de 500 rastrillajes, y pistas falsas que desviaron la investigación.
En tal contexto, la familia se ha manejado, por lo menos, sospechosamente. Junto con el gobierno kirchnerista y el juzgado a cargo de la causa, Rubén López debería responder varias preguntas:
-¿Por qué el hijo del desaparecido albañil aseguró que se juntaba una vez por semana con el juez Arnaldo Corazza, mientras que funcionarios de su mismo juzgado juran que no es verdad?
-¿Por qué la familia no hace marchas ni participa de ellas?
-¿Por qué jamás se interesaron en la evidencia ofrecida por este medio y que demuestra que el kirchnerismo tiene demasiado que ver en la "evaporación" de Julio López?
-¿Por qué la familia posee teléfonos celulares entregados y mantenidos por la SIDE? ¿A cambio de qué se han entregado esos aparatos?
-¿Para qué se insiste en allanar el penal de Marcos Paz siendo que jamás se ha encontrado evidencia alguna? ¿Por qué el secretario del juzgado, Edgardo Duró, aseguró a este medio que "nos exigen seguir ciertas líneas de investigación que no conducen a nada"?
-¿Por qué el kirchnerismo se ha negado a crear una comisión especial que hiciera un seguimiento de esta causa de acuerdo a lo propuesto por la diputada Nora Guinzburg?
-¿Qué papel le cabe a Nilda Eloy en el "armado" de la declaración de Julio López y su posterior desaparición?
-A qué se debe que la familia López haya designado a un abogado tan oscuro como es Alfredo Gascón Cotti, defensor de corruptos de alto vuelo? ¿Quién paga sus costosísimos honorarios?
La mentira por la desaparición del anciano albañil ha llegado a un nivel tal, que no puede sostenerse más. La sociedad comienza a desconfiar de la información oficial y la incomodidad se apodera de ciertos "cómplices" de la trama. Lo mismo comienza a ocurrir con los medios de información, que cuestionan lo que se ha dicho hasta ahora.
Enhorabuena. Es hora de hablar con la verdad, por más dolorosa que esta sea.