El anuncio fue totalmente inesperado y polémico.
La enciclopedia Wikipedia se encarga de dejarlo claro al definir a esa disciplina como un “sistema de medicina alternativa, caracterizado por el uso de remedios carentes de ingredientes químicamente activos (y que) carece de pruebas empíricas sólidas y sus fundamentos teóricos son contradictorios con lo establecido por el desarrollo de la ciencia moderna, de manera que para la comunidad científica la homeopatía es una pseudociencia, y pocas organizaciones científicas le prestan credibilidad”.
Es dable mencionar que este método surgió como una alternativa moderada a la medicina de principios del siglo XIX, basada en prácticas aberrantes como la sangría y la purgación del cuerpo. La homeopatía asegura que “lo semejante cura a lo semejante” (similia similibus curantur) y sus preparados se hacen diluyendo progresivamente una sustancia y sacudiendo repetidas veces la “disolución” (potenciación o dinamización), llegando a alcanzar tal grado que no queda molécula alguna de la sustancia original.
“Es una vergüenza, no puede haber enseñanza de una pseudociencia en una carrera como medicina. La homeopatía nunca ha pasado ninguna de las pruebas que se hicieron para comprobar su eficacia a nivel científico. Los pocos resultados positivos que tuvo y en un solo caso puntual, han sido mínimos, no reproducibles y pobremente controlados”, aseguró Gustavo Contarelli, médico colaborador de Tribuna de periodistas y consultado para el presente artículo.
Con sus palabras coincide el epistemólogo y filósofo de la ciencia Mario Bunge, quien considera que la homeopatía es una pseudociencia. “Es por lo menos incongruente con el conocimiento científico”, aseguró oportunamente.
Lo que dicen ambos especialistas es real. A nivel científico, la homeopatía no ha logrado superar las expectativas mínimas que demuestren su efectividad. Uno de los últimos estudios referidos a esta disciplina, que ha sido publicado el 27 de agosto de 2005 en la prestigiosa revista británica The Lancet, asegura que funciona “sólo en la mente de algunas personas”.
Allí, un grupo de científicos suizos y británicos, liderados por el doctor Matthias Egger, de
Luego, un editorial de la misma publicación titulado "El fin de la homeopatía", pidió que los médicos reconozcan la falta de poderes curativos reales de la homeopatía. “No sorprende que la homeopatía tenga peores resultados comparados con los de la medicina convencional. Sorprende más que el debate siga después de 150 años de resultados desfavorables”, asegura, y finaliza lapidariamente: “Ahora los médicos necesitan ser honestos con los pacientes sobre la ineficacia de la homeopatía y, consigo mismos, sobre la incapacidad de la medicina moderna de satisfacer la necesidad de los pacientes de una atención personalizada”.
Mientras
Sin embargo, si la inclusión de la homeopatía en la currícula de
En fin… un verdadero retroceso social.