Los capitostes del régimen K quisieron dejar fuera de la celebración del Bicentenario a los combatientes de Malvinas. Pero no lo lograron.
El sábado 22 de mayo, durante el desfile militar, un par de veteranos se metieron en el recorrido y desde adentro abrieron un hueco en las vallas. Entonces, una veintena de combatientes de la Gesta Austral, llevando una gigantesca bandera argentina con la inscripción “Gloria a los 649 héroes de Malvinas” irrumpieron en el desfile y se integraron a él.
Al llegar al palco oficial, los combatientes se detuvieron mostrando en plano inclinado la bandera de 20 metros de largo, mientras señalaban a viva voz que este gobierno no los quiere y que no fueron invitados al desfile. Las caras de Aníbal Fernández y Nilda Garré se contraían en una mezcla de estupor y bronca. Como cuenta uno de los participantes de esta insólita demostración, la única descolgada que no entendía nada era Karina Rabolini. Las caras de los demás, que sabían de "que se trataba", parecían decir “tragáme tierra”.
Mientras tanto, la gente vivaba a los combatientes con pasión y lágrimas en los ojos, les cantaba la Marcha de las Malvinas y les gritaba “¡Fuerza muchachos!”
En verdad, fue una tremenda emoción y un gran orgullo ver a estos combatientes, discriminados por el gobierno y admirados por el pueblo, marchar frente al Obelisco. Habría que registrar todos sus nombres, porque indudablemente esta demostración quedará entre las imágenes perennes de la Argentina. Yo pude identificar entre quienes marchaban a Esteban Tríes, al “Tigre Rojas”, a César González Trejo, al "Negro" Villagra y a Sergio López.
Al decir de este último, “el pueblo calentó todo el hielo que era el palco oficial”.
Espontáneamente, sin organización alguna, este grupo de veteranos probó que se puede perforar la muralla de ocultamiento que, aviesa e inexplicablemente, rodea a los protagonistas de una de las páginas más gloriosas de la historia nacional.
Los combatientes mostraron que están vivos y que conservan intactas sus agallas.
Y la población demostró que su corazón está con nuestros guerreros, siempre y cuando la dejen entrar en contacto con ellos.
Las autoridades militares aclararon que los veteranos no fueron invitados a marchar, pero afortunadamente no hicieron nada para impedir que irrumpieran entre medio de los regimientos con su estandarte.
Ojala este desfile de veinte veteranos sea el prolegómeno de aquel desfile multitudinario de combatientes de Malvinas, que la sociedad argentina les adeuda desde 1982. Para así poner las cosas de una buena vez en su lugar, reivindicando y exaltando a quienes dieron todo por la Patria sin pedir nada a cambio.
Nicolás Kasanzew