La cada vez más incomprensible conducta contradictoria de los presidentes Kirchner tiene una clara explicación: lo importante es generar y concentrar riqueza.
Lo más triste, para nosotros los ciudadanos de a pie, es que esa capacidad de generar dinero sólo está destinada a las cuentas presidenciales a título personal y a quienes pertenecen a su “círculo virtuoso”.
Cuando al megaempresario Eduardo Eurnekian se le estaba por cancelar el contrato de obra pública del ramal Pilar-Pergamino, por incumplimiento contractual —obviamente después de haber percibido todos los anticipos correspondientes a los amigos del poder—, se lo sigue beneficiando con otras generosas concesiones y contrataciones directas, o licitaciones armadas para que siga proveyendo al Estado.
En cualquier país serio, primero se le haría rendir cuentas y pagar multas por incumplimiento de sus compromisos, y luego se le interrumpiría el grifo del suministro constante de dinero impidiendo el otorgamiento de nuevas concesiones. En la Argentina KK eso no ocurre.
Pero si tenemos en cuenta que la Presidenta de la Nación distrajo su valioso tiempo, mientras duró su permanencia en Canadá, para entrevistarse con Peter Munk, el CEO de la Barrick Gold (quien aparece en la foto que ilustra la presente nota) la compañía minera más contaminante del mundo, sólo para asegurarle que se le mantendría el tratamiento privilegiado de mínimos impuestos por la actividad desarrollada en nuestro país —mientras a los productores argentinos se les cobran impuestos y tasas siete veces superiores—, no puede extrañar que haya vetado la Ley de Protección a los Glaciares, promovida por su ex compañero Miguel Bonasso.
José Luis Gioja, el genuflexo gobernador de San Juan, no sólo acompañó a la presidente en su viaje a Canadá, sino que participó activa y entusiastamente de las reuniones con el CEO de la Barrick Gold, por cuanto tienen intereses en común vinculados a la contaminante explotación minera en Pascua Lama y Veladero, lo cual arroja generosas ganancias a los complacientes funcionarios.
Los daños ambientales provocados por la minería contaminante son irreversibles. Los pobladores de Jáchal, en la Provincia de San Juan, sufren las consecuencias de radiaciones que cobran vidas por cáncer de tiroides y otras enfermedades gravísimas. Sin embargo, los Gioja y los Kirchner, no sólo no tienen en cuenta tales daños sino que desprecian la vida y la salud de miles de personas, sólo para seguir engrosando sus exorbitantes patrimonios.
Tamañas tropelías, ¿no deberían ser considerados crímenes de lesa humanidad?
Enrique Piragini