A pesar de las múltiples operaciones de prensa registradas en las últimas semanas contra Mercedes Marcó del Pont, la presidenta del Banco Central se ubicó más cerca en las últimas horas de ser impulsada por el Gobierno para un período completo al frente de la autoridad monetaria.
El 23 de septiembre próximo vence el mandato de la titular del Central y en los últimos días llovieron los reclamos del sector financiero para que la economista deje entonces el cargo.
Se sabe que Marcó del Pont impulsó en su momento, cuando era diputada, un proyecto de reforma de la Carta Orgánica del Banco Central para reducir la autonomía de la entidad y que eso disgustó al sector financiero.
Es que en los hechos, la "autonomía" del Central, como se vio en el conflicto entre el Gobierno y el ex titular del Banco, Martín Redrado, lo que hace es acercar a la entidad a los bancos y alejarla de las necesidades del Ejecutivo.
Se argumenta que el hecho de que el Gobierno nacional no pueda controlar el banco es positivo para que no corran peligro las reservas.
Pero nada se afirma de la cercanía del Central a los bancos, entidades a las que la autoridad monetaria debe controlar.
Se dijo que Marcó del Pont había sugerido elevar los encajes bancarios para reducir la inflación y también los enormes márgenes que está teniendo el negocio financiero en la Argentina.
Y a partir de allí llovieron las críticas de banqueros a la economista, quien además vería con buenos ojos las iniciativas para modificar la Ley de Entidades Financieras, que por estos días analiza la Cámara de Diputados.
La presidenta Cristina Kirchner dio una señal clave a favor de Marcó del Pont cuando se mostró con ella en la nueva edición de las Jornadas Monetarias que organiza el Banco.
Allí, las dos dirigentes se pronunciaron al unísono: coincidieron en marcar que el Central "no sólo" tiene que actuar para sostener el valor de la moneda sino también "garantizar una estabilidad monetaria y financiera consistente con el crecimiento económico y el empleo".
Esos objetivos no están en la carta orgánica "minimalista" aprobada durante los años menemistas en los que el Estado se ató las manos en materia de política monetaria y también de regulación del sistema financiero.
Marcó del Pont admitió que quiere seguir en el cargo y sostuvo que sería "un privilegio" encarar las "tareas pendientes" en la entidad.
El control de la inflación, pero también el regreso del crédito genuino, la necesidad de universalizar el acceso a servicios financieros y el respeto por los derechos de los usuarios del sistema bancario deben ser parte de los nuevos desafíos del Banco Central.
Tras el "rebote" económico iniciado en 2002 los bancos no han parado de ganar y, como se ve en la baja capacidad de acceso de amplios sectores al crédito, pero también en casos como el de la joven Carolina Pìparo, a quien no se le ofrecieron mínimas condiciones de seguridad para realizar una transacción, los bancos parecen estar lejos de cumplir plenamente el rol social que se espera de ellos.
En los próximos días se sabrá si al final el Gobierno se inclina por Marcó del Pont para avanzar con la agenda pendiente y si logra el necesario apoyo del Congreso.
Nicolás Tereschuk
NA