Ante un Luna Park colmado, la presidente Cristina Fernández Wilhelm dio comienzo oficialmente a la campaña proselitista del FPV rumbo a las elecciones 2011.

Hechos tales como tomar el sitio que estaba reservado desde el primer momento para Néstor Kirchner y descerrajar un discurso plagado de arengas políticas no pueden ser leídos de otra manera: Cristina largó la campaña y habló como candidata que nuclea gente y baja línea.

Se encargó de aclarar desde un principio que no iba a hablar como presidente sino como militante, e invitó a que el espectador que esperaba escuchar a la presidente apagara la TV, como si estuviera convencida de que verdaderamente puede hacer la escisión para el ejercicio alternativo de roles. Tenemos malas noticias: aunque quiera, no puede.

Y lo hizo navegando las aguas que mejor navega. El discurso de barricada y todo el manual de declamación, manejo de tiempos, impostación de voz, pausas para el aplauso, dosificación de énfasis y alternancia de gestos faciales, algo que le funciona mucho mejor que a su esposo.

El discurso habitual contra todos

La presidente decidió terminar con cualquier esfuerzo de seducir a la clase media, incluida la universitaria, ya que le reprochó haberse alejado “del laburante, de los morochos”, en un fallido que hizo recordar su felicitación a Obama y a USA por el avance que significaba haber elegido un presidente negro, sin siquiera sospechar que hacía décadas que en USA los negros, los blancos y los amarillos ya estaban integrados en una sociedad étnicamente horizontal y accediendo en un pie de igualdad a posiciones sociales y cargos públicos.

Anoche lo repitió en el Luna Park, cuando ignoró algunas cosas: los morochos también acuden a las universidades , también son clase media  y la clase media también es trabajadora; y en la Argentina , afortunadamente, no existen los problemas de clases ni de razas que Luis D´ Elía pretende instaurar. Por la opuesta, entre los aproximadamente 10 millones de argentinos que viven entre la pobreza y la indigencia, seguramente encontrará un par de millones de rubios.

La miseria no elije color de piel,pega nomás…

La presidente continuó la línea fuerte que Néstor inició en La Boca el jueves 9 pasado, y llevó adelante la tarea teniendo al orador original sentado cerca y en silencio a causa de su estado de salud. Kuego dijo algunas cosas atinadas, justo es admitirlo.

Nadie puede negar que instar a la solidaridad con los que menos tienen, decir que no hacía falta aspirar sustancias para tener coraje y participar buscando el bien común siempre constituyen mensajes positivos los pronuncie quien los pronuncie.

Pero también dijo otras cosas que, ni son positivas ni aportan a la unidad.

Al igual que Néstor, apretó a la Justicia para que dictamine a favor del Gobierno el amparo presentado por Clarín sobre la cláusula de desinversión, se victimizó por el trato que le dispensan algunas radios, desmereció al resto del arco político, ("atrasan 40, 50, 70 años") y dijo que la oposición tiene “impunidad mediática" porque es entrevistada mientras que ellos son “interrogados”.

Habría que recordarle en este punto a Fernández Wilhelm que ella no ha dado demasiadas chances de consulta o requerimiento periodístico: es mucho más afecta al monólogo que al diálogo.

Dijo, "aprendimos que para un argentino no debe haber nada mejor que otro argentino", pero volvió al sectarismo de manera recurrente.

No se entiende esa persistente necesidad de dividir entre argentinos, ya es casi patológico.

No puede ser que no se lleven bien con nadie. No es normal tamaña intolerancia.

Reivindicando ingenuamente el horror

El discurso de Cristina tuvo la intención primera de refugiarse en las juventudes militantes apelando al consabido tema que más "garpa" entre esos sectores kirchneristas y de la izquierda: la dictadura militar.

Los Kirchner están realmente atrapados en este tema, porque desde su presunta condición de "peronistas de izquierda" les resulta casi imposible separar el asunto "dictadura militar" del gobierno peronista de los setenta, entonces caen una y otra vez en la insólita defensa de momentos históricos indefendibles.

El problema no es que los Kirchner hablen del pasado, el problema es que hablan desde el pasado. Y Cristina volvió a caer en el mismo lugar común que no evitó Néstor en su último discurso: reescribir la historia según sus intereses políticos.

La verdad es que si los Kirchner escriben la historia, los jóvenes tienen un serio problema. Pero si los jóvenes compran esa historia, entonces el problema lo tiene la Argentina toda. 

Cristina dijo que para el 24 de Marzo de 1976 la distribución del ingreso en la Argentina era 50% y 50% del PBI entre ricos y pobres. Exactamente lo mismo había dicho Néstor días atrás en La Boca, sólo que cambiando el año. Néstor lo situó (más acertadamente) en 1974.

Tiene razón Cristina cuando infiere que la dictadura de 1976 vino a llevarse puesto el país e instaurar un sistema económico siniestro, pero la recurrente idea de tratar de instalar que el 24 de Marzo de 1976 el país era una especie de paraíso económico y social no resiste el más primitivo análisis.

Si era tan fantástico el país en ese momento, ¿por qué motivo la “juventud maravillosa” de Cristina lo estaba destrozando a fuerza de bombas, copamientos, secuestros y asesinatos cotidianos?

Si los Kirchner aspiran a contarles a los jóvenes que el golpe de 1976 cayó del cielo cuando Alicia gobernaba el país de las maravillas corren el riesgo de tropezar con la misma piedra con que tropezaron ante el caso Papel Prensa, cuando se habló del Grupo Graiver y se abrió la caja de Pandora para que aparezca la historia verdadera, la completa.

Tuvieron la mala suerte de que mucha gente aún se acordaba quienes habían sido Graiver y Papaleo. Y la mala noticia es que también muchísima gente se acuerda quienes fueron algunos de los otros protagonistas de aquellos años, como Cámpora, Casildo, Santucho, Firmenich, López Rega y todo lo que pasó entre 1973 y 1976.

Vaya uno a saber por qué extraños motivos los Kirchner se olvidan de aclarar que aquella juventud maravillosa nunca fue democrática, ni que durante el período Cámpora-Lastiri -Perón-Perón la censura era moneda corriente, los canales de TV y las radios eran intervenidos por el estado para acallar las voces críticas y el clima social era de un incontrolable caos con bombas estallando por doquier y las calles del país regadas con sangre.

Nada de esto constituyó un memorable tiempo dorado. Todo lo contrario.

Solo lo puede mostrar de esa manera alguien que militó periféricamente y ante el primer lio salió corriendo hacia el sur, tal como efectivamente hicieron Néstor y Cristina Kirchner.

Cuando pretende una y otra vez (por necesidades electorales) a que se una la juventud con los movimientos obreros, omite explicarles a los chicos que por aquellos maravillosos años que tanto extraña, más precisamente el 20 de Junio de 1973; un enfrentamiento entre la derecha peronista (con elementos parapoliciales y sindicalistas) y la izquierda peronista (jóvenes maravillosos) dejó en Ezeiza más de 400 víctimas entre muertos y heridos.

Tampoco recuerdan los Kirchner, en su pintura de país de las maravillas, a la inflación Cero de Gelbard y su consecuencia, el llamado "Rodrigazo", con una devaluación superior al 100%, un aumento de los precios del combustible del 175%, de las tarifas eléctricas en 75%, y de todos los demás servicios públicos. Y eso fue el 4 de Junio de 1975, exactamente en el medio del período que Néstor ubica en 1974 y Cristina en 1976.

Casi podrían establecerse analogías entre el ciclo Gelbard –G.Morales – Rodrigo, y el ciclo Menem-Cavallo –De La Rúa. En ambos, una economía ficticia con inflación reprimida terminó desplomándose sobre todos los argentinos.

Cristina Fernández hizo referencia al segundo evento, pero prolijamente omitió el primero. Quizá por estar saliendo apresuradamente de La Plata rumbo al sur no recuerdan las protestas sociales de la época, ni la falta de alimentos que hizo que hubiera que consumir azúcar negra y café de malta ante la imposibilidad de conseguir un paquete de azúcar o un envase de café común.

Cristina le dijo a los jóvenes que en sus rostros veía presentes a miles de los que ya no están, pero omitió explicarles que una cantidad de jóvenes maravillosos fueron asesinados por el terrorismo de estado de ese mismo gobierno 73-76 al que tanto destacan, y que decenas de miles fueron enviados a la muerte mientras muchos de los jefes e ideólogos escapaban y salvaban sus vidas.

Tampoco les explicó que durante ese gobierno entre 7 y 9 mil jóvenes maravillosos tomaron más de un tercio de la provincia de Tucumán con el objetivo de ser declarada por la ONU como “estado beligerante” en guerra con la República Argentina y desde allí lanzar un ataque global para instalar, por las armas y durante un gobierno constitucional, un estado “socialista”; que no era el socialismo democrático y plural del que podemos hablar hoy, 35 años después, sino que era el socialismo marxista de Fidel Castro y Guevara, con sus miles de ejecutados, presos políticos y absoluta falta de libertades mínimas.

Tampoco les recordó a las juventudes sindicales las palabras del ex-joven maravilloso hoy diputado Miguel Bonasso cuando dijo "en lugar de matar a Rucci debimos matar a López Rega". Los jóvenes maravillosos de los setenta no twitteaban, asesinaban.

En resumen

Cuando uno asiste al discurso de una militante recordando con nostalgia los años de violenta lucha social, a sangre y fuego aún durante el gobierno constitucional de su propio signo político, a lo sumo puede compadecerse y evitar una discusión que el fanatismo impediría llegue a buen puerto. Pero cuando uno escucha a la presidente de la Nación arengar a los jóvenes para que recorran un camino similar, les marca enemigos, les instaura el odio y sectoriza hasta quedar en la vereda de enfrente de todos los demás, entonces se preocupa, y mucho.

Empezó mal la campaña del FPV. Si piensan ganar las elecciones profundizando el camino del odio entre argentinos uno se pregunta ¿para qué las quieren ganar?

Al fin de cuentas, no quedará gran cosa por gobernar.

Fabián Ferrante

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