Por más encuestas presumiblemente serias que se presenten, por más propaganda que se haga; contra la lógica no se puede. Y la lógica más elemental indica que ninguno de los Kirchner puede ganar una elección presidencial en 2011.
Entre las presidenciales de 2007 y las legislativas de 2009, en poco más de un año y medio el kirchnerismo perdió 15 puntos a nivel país, o sea 3,5 millones de votos.
De aquél 45% de Fernández Wilhelm en 2007, que incluía al PJ disidente, al radicalismo K y a las clases medias rurales; la pérdida de esos tres sectores les representó una merma de 15 puntos en 2009 y los dejó con un techo del 30% a nivel país.
Desde el 2009 a la fecha el oficialismo hizo exactamente lo contrario de lo que cualquiera hubiera recomendado. Dividieron más, sumaron nuevos “enemigos” a sus amplios listados, abusaron hasta el hartazgo de esa demagogia populachera que tanto molesta a la mayor parte de la gente, oficializaron —discurso mediante— el divorcio con la clase media, y se encerraron en el apoyo de los más combativos, olvidando a quienes simplemente, quieren vivir progresando, en paz y armonía.
La oposición se dedicó a trabajar desde el poder legislativo confiando en que los Kirchner ocuparían solitos el centro del ring, y así lo hicieron. Se subieron y empezaron a tirarle golpes a todo el mundo, aumentando la virulencia de su discurso conforme avanzan los meses y se aproximan los momentos de definiciones.
Tienen 3 candidatos: ninguno llega al 30%.
Escenario Electoral
El panorama sigue siendo de prescindencia opositora y virulencia oficialista. Por decirlo de otra manera, el periodismo y la Justicia son los targets de los ataques oficiales ante la carencia de un discurso opositor demasiado crítico. Es decir, los principales opositores al gobierno son la realidad y la ley.
Ganar las elecciones en primera vuelta con el 45% es una auténtica utopía ya descartada hace tiempo, y la intención de instalar un candidato “que mida bien” viene siendo apenas un recurso propagandístico que muta conforme mutan las circunstancias.
Primero era Néstor Kirchner el que, según las encuestas, estaba ocho puntos arriba de Fernández Wilhelm y acercándose al 45% requerido para ganar en primera vuelta. Se preparó aquel acto en el Luna Park con las imágenes de “El Eternéstor” y se preparó un video como lanzamiento de campaña, planes que debieron ser repentinamente modificados a causa del nuevo problema de salud del ex presidente.
Rápidos de reflejos, “los serios encuestadores” comenzaron a propalar que era Cristina Fernández Wilhelm la que estaba ocho puntos por encima de Néstor y rumbo a una reelección segura, pero la falacia duró apenas unos días. La realidad mostraba que ninguno de los dos subía en la consideración popular sino que, antes bien, se iban viendo cada vez más opacados por el rutilante ascenso de Ricardo Alfonsín que, aún sin ser candidato, les ganaba en cualquier escenario.
La estrategia viró hacia Daniel Scioli, el último de los mohicanos que conservaba una presunta alta imagen para ser instalado como el candidato del pueblo.
Muchos nos preguntamos si Scioli no sufrirá del síndrome Cobos, que perdió gran parte de su popularidad a causa de ser sistemáticamente cacheteado por parte de los Kirchner y refugiarse en un tímido silencio en lugar de convertirse en el dirigente firme que los argentinos desesperadamente buscan. La diferencia entre Scioli y Cobos es que Scioli en la realidad jamás disfrutó de una popularidad masiva, y que su labor cotidiana en la provincia de Buenos Aires es el paradigma del fracaso de gestión.
Párrafo aparte para la sistemática omisión que todos los “serios encuestadores” hacen de Elisa Carrió, que fue segunda con el 22% de los votos en 2007 y a quien han eliminado sistemáticamente de cualquier sondeo pre electoral.
Scioli rápidamente mostró que no tenía el coraje para escaparse del redil kirchnerista y, caído Scioli, el kirchnerismo se quedó sin candidatos. Quien encabece su fórmula en 2011 tendrá más características de víctima sacrificable que de posible presidente.
Porcentajes
Imposible de lograr el 45% de los votos y sabiendo que en un eventual ballotage pierde contra cualquiera, el kirchnerismo sueña con el 40% y 10 puntos de diferencia con el segundo. La pregunta es la siguiente:
Si hace poco más de un año obtuvieron el 30%, y asumiendo que en este lapso no hayan perdido un solo voto, ¿alcanzarán las propagandas goebbelianas de fútbol para todos, 6,7,8, TVR y la miríada de medios que nadie lee ni sintoniza para reportarle nada menos que 10 puntos de incremento? Todo parece indicar que no.
Nadie atina a responder de dónde saldría ese 10% de votos (que aún así necesitaría de una oposición atomizada sin candidatos que accedan a un 31%) o porqué motivo alguien que les votó en contra hace un año habría de votarles a favor en 2011.
Hay que tener presente que este panorama paradójicamente no incluye candidatos por la oposición. Es decir, están jugando solos y aun así están perdiendo. Ni hablar cuando los candidatos opositores comiencen a subirse al ring.
Hoy el kirchnerismo está perdiendo contra sí mismo, contra la realidad y contra la ley.
El 30% es el techo de su mejor escenario y lo saben, de ahí la desesperación.
¿Pierden por el discurso?
El grave error del kirchnerismo fue profundizar un mensaje masivo dirigido hacia quienes ya estaban con ellos, en lugar de intentar seducir votos ajenos.
Cuando se repasan los índices de audiencia y consumo de los medios kirchneristas se comprende que sólo sus incondicionales talibanes de la juventud que compró su mensaje y de la izquierda que sigue soñando con la utopía setentista los consumen. Dicho en otras palabras, si tenían un 30% se dedicaron a conformar un fantástico conglomerado publicitario para ese 30%. No advirtieron que esos ya estaban y había que ir a por los ajenos.
Es inexplicable que no adviertan que al cabo de dos años de guerra sangrienta contra ciertos medios éstos conservan intacto su caudal de clientes y espectadores, que la intentona contra Fibertel les puso en contra a 4 millones de personas (si 3 y ½ votan representa otro 15%), y que los ataques directos e inaceptables contra la Justicia les pone en contra probablemente a muchos más.
Parafraseando a Carlos Zannini, mucha gente hoy dice horrorizada “en 2007 no los votamos para esto”…
Lejos de la seducción, los Kirchner han incorporado a varias figuras y entidades a la larga lista de enemigos del régimen, de la patria y de la revolución nacional y popular.
Para las elecciones 2009 los enemigos eran el campo y Clarín, la “corporación agromediática”.
Un año más tarde debemos contar a todo el resto del periodismo no oficialista , con estandartes como Alfredo Leuco, Jorge Lanata, Ernesto Tenembaum, Jorge Fontevecchia, Magdalena Ruiz Guiñazú, a la “corporación judicial” integrada por jueces, fiscales, y la propia Corte Suprema de Justicia que era el orgullo del Gobierno, a la Unión Industrial, a la clase media en general —vilipendiada por la presidente Fernández Wilhelm— al premio Nobel Vargas Llosa que se atrevió a decir lo que muchos piensan con meridiana claridad, a las publicaciones del extranjero que lisa y llanamente ya se matan de la risa de la Argentina y su gobierno, y hasta a la Fundación Nobel por negarle el premio a las Abuelas de Plaza de Mayo, como si a alguien se le pudiera ocurrir entregarle el Nobel de la Paz a quienes llaman “compañeros” y gestionan refugio para terroristas internacionales.
La lista de enemigos del kirchnerismo ha crecido de manera directamente proporcional a las críticas recibidas. El paraíso de la intolerancia.
Estos ejemplos son algunos de los que nos hacen dudar seriamente de que hoy el kirchnerismo consiga siquiera retener aquél 30% de un año atrás.
De aquí a las elecciones
Si algo es evidente es que los Kirchner no están gobernando para agrandar el caudal sino para tratar de retener lo que les queda y se les va escurriendo.
La política de confrontación no seduce prácticamente a nadie, la épica setentista menos, y no son pocos los que comparan el discurso de Hebe con la quema del cajón de Herminio.
Haber abierto la caja de Pandora de los setenta les trajo antes males que beneficios, porque comenzó a hablar la gente con memoria que se mantenía callada, y muchos jóvenes se comenzaron a dar cuenta de que les habían relatado una historia intencionalmente sesgada.
Para la operación Papel Prensa tuvieron la mala idea de poner a Osvaldo Papaleo bajo la search light y lo tuvieron que retirar antes de que les hiciera perder aún más votos. Cada adolescente tweet de Timerman, Aníbal Fernández, Juan Cabandié, Julio Piumato o Fernández Wilhelm impacta negativamente en la intención de voto de la gente que los considera poco serios.
Les alimenta el ego recibir aplausos adolescentes en Twitter pero rápidamente bloquean u omiten responder a quienes les cuestionan algo. Otra vez, “el que no está con nosotros está contra nosotros.”
Estarán obligados a ir a atar convenios preelectorales con Hugo Moyano y eso espantará a muchos de los izquierdistas que hoy los apoyan y reniegan de todo lo que tenga olor a PJ.
Las versiones circulantes sobre el futuro inmediato son muchas. Ninguna tiene fuertes asideros, pero tampoco ninguna es del todo despreciable.
Un eventual adelanto de las presidenciales es la alternativa más probable, habida cuenta que la Justicia comienza a cercar peligrosamente el andamiaje del grupo Kirchner; y que de aquí a las elecciones sólo tienen chances de perder más adhesiones. Es algo parecido a lo de 2009, donde lo que en junio era 30%, en octubre probablemente no superaría el 25%.
La anunciada aplicación de la táctica de “tierra arrasada” que de alguna manera se verifica con la inacción oficial ante la creciente inseguridad, la presentación de un “candidato víctima” seguro perdedor, previo acuerdo de impunidad con sectores de la oposición, (improbable; hay consenso generalizado en la oposición de que Comodoro Py o el exilio son los destinos ineludibles para el grupo Kirchner), la exacerbación de un espíritu nacionalista que jamás mostraron por el tema Malvinas y hasta la “Gran Correa” inventando un golpe de estado para el verano, son apenas algunas de las versiones que circulan por los mentideros políticos.
Lo cierto es que nadie se imagina a Cristina Fernández Wilhelm entregando banda y bastón a un presidente que los derrote en elecciones realizadas en tiempo y forma.
Los números no dan y las recetas mágicas se van terminando.
Fabián Ferrante