La noticia que impactó en todos los medios nacionales y del mundo fue muy fuerte: “Murió Néstor Kirchner”. Y de pronto, todo cambió, absolutamente, todo.
No murió cualquier político, no murió un diputado, ni siquiera murió el presidente del PJ y de
Era, y esto lo digo sin temor a equivocarme, el verdadero Presidente de
Para bien o para mal, para quienes coincidían con él o no, es indudable que murió el político más relevante de esta última década, no solo en nuestro país, también en Latinoamérica, junto con su socio político Hugo Chávez.
Más allá de simpatizar o no con Néstor Kirchner, esto es así, y no cabe dudas de que era él, solo él, quien marcaba la agenda política, los tiempos y las cuestiones que se debatían o trataban en el país. Era él quien manejaba el congreso, proponiendo tal o cual cosa o digitando a sus soldados del parlamento no sólo con lo que debían decir o no, también con actitudes, modos, estilos, y por supuesto una metodología muy particular.
Pero el destino le dijo “basta, hasta aquí llegaste”, y la impiadosa muerte, a quien había gambeteado varias veces, esta vez no le tuvo piedad.
Y la pregunta es simple, pero como muchas preguntas simples, no tiene una respuesta fácil. La pregunta es: “¿Y ahora?”.
No es algo fácil de responder por muchísimas razones, pero la principal es porque Néstor manejaba el gobierno como un feudo. Todo, absolutamente todo, pasaba por él. Desde las declaraciones más insignificantes de cualquiera de sus adeptos hasta las decisiones políticas más importantes. Un claro ejemplo: el conflicto con el campo.
Algo que, indefectiblemente pasó por la cabeza de todos, sin dudas, es la asociación de la muerte de Néstor Kirchner con la de Perón, y por varias razones. La primera es que después de Perón, es Kirchner quien muere en una situación muy parecida, ejerciendo el poder. Otra coincidencia es que ese poder es, o era, mejor dicho, casi absoluto. La segunda es que quien lo sucederá es su esposa. Y en este punto insisto en lo mismo: el verdadero Presidente de
Obviamente, hay diferencias, y hay una muy sustancial y significativa, y es que ni Néstor era Perón, ni Cristina es Isabel.
Luego de la desaparición física de Gral. Perón, quien asumió el rol de presidente fue el mismísimo López Rega, alias “el brujo”.
Y este será, sin dudas, el desafío más importante que deberá afrontar Cristina. ¿Permitirá Cristina que alguien pase a ser para ella lo que fue Lóez Rega para Isabel? Si eso ocurre, ¿quién será el nuevo “brujo”?
Entre tantos desaciertos cometidos por Néstor Kirchner, uno de los peores fue, seguramente, el de haberse rodeado de lo peor del peronismo. Claro, era algo necesario para poder ejercer el poder a su estilo. Esto es, dicho en otras palabras, “para ser kirchnerista tenés que ser obsecuente, agachar la cabeza y hacer lo que te digo, si no, automáticamente pasás a ser enemigo, sin medias tintas”.
Cuando alguien, en cualquier ámbito o situación se enfrenta a un escenario difícil, traumático, o a algo que se debe superar, tiene tres opciones, sólo tres:
La primera es resignarse, y sin más remedio seguir con lo mismo.
La segunda es el otro extremo, o sea, cortar por lo sano y empezar de nuevo.
Por último, la tercera posibilidad es adaptarse a las circunstancias y encontrar una solución lo más ecuánime posible.
Veamos, entonces, como serían cada una de estas opciones.
Lo peor que podría hacer Cristina es seguir con más de lo mismo. O sea, seguir con esa metodología K confrontativa, casi enfermiza de hacer todo por interés, por rédito político, por capricho; tratando de invertir permanentemente la carga de la prueba, los roles, las actitudes, de acusar absolutamente siempre a los demás de lo que ellos mismos hacen y son.
La segunda posibilidad es que Cristina comience, de una buena vez a gobernar según sus propias convicciones, y sacarse de su entorno a ciertos personajes nefastos, que son más salvavidas de plomo que otra cosa.
Uno de los primeros de la lista debería se Guillermo Moreno, sólo por citar un caso, siguiendo por la totalidad de sus Ministros, del primero al último.
Finalmente, la tercera posibilidad, y la más aconsejable, sería hacer un llamado a la unión nacional, a una reconciliación con todos aquellos quienes por una razón u otra, ellos mismos eligieron como enemigos. Desde el sector agropecuario hasta el periodismo, pasando por los empresarios, los intendentes y gobernadores a quienes extorsionan, pero fundamentalmente, con la oposición.
Sería una buena oportunidad, esta, de llevar a cabo, pero de verdad, lo que habían prometido después de la derrota electoral de las elecciones legislativas de junio del año pasado: llamar al diálogo. Pero que esta vez sea de una manera real, concreta, y por sobre todas las cosas, honesta, franca y sincera. Que no sea como lo que fue, otra trapisonda de esas que hacía Néstor para desviar la atención y mientras tanto ir ganando tiempo para tramar otra estrategia que le permita conseguir algún rédito.
¿Cuál de estas tres posibilidades elegirá Cristina?
Esperemos, por el bien de todos, que opte por un llamamiento a la unidad de todos los argentinos y termine, de una buena vez con esa metodología absurda y estúpida cuasi dictatorial de considerar como enemigo a todos aquellos que no comulguemos con sus ideas y actos de gobierno. Que se acabe de una buena vez esa falsa política revanchista revolviendo cosas que, en definitiva, después le juegan en contra.
Es todo muy reciente, por lo tanto, muy difícil de vislumbrar. Sin embargo, los primeros síntomas, no son alentadores.
En la plaza, quienes fueron a rendir homenaje a Kirchner piden que se vaya Cobos. No es buen síntoma, y seguramente ese reclamo al vicepresidente no es espontáneo, alguien del “entorno” lo genera.
¿Será que el López Rega de Cristina ya empezó a trabajar?
Pablo Dócimo