Cristina Fernández y Néstor Kirchner fueron, prácticamente desde el día en que se conocieron, un equipo. En todos los aspectos de la vida. Y si bien cada uno desarrolló su carrera política de manera autónoma, ella en la política nacional y él en la local, siempre lo hicieron de manera acompasada y coordinada, tanto es así que cuando en 2006 el presidente Kirchner reveló a sus colaboradores más cercanos que el mejor relevo que él podía tener para sucederle en la Casa Rosada era su propia mujer a ninguno le extrañó. Y de hecho Kirchner nunca dejó la presidencia de la República.
Pero ahora, por primera vez desde que comenzó su andadura política Cristina Fernández se encontrará sola para tomar todas las decisiones. Si hubiera sido al revés, la situación habría sido idéntica, porque el matrimonio Kirchner siempre fue en este sentido un binomio perfecto. Primero ellos y después todos los demás. Por muy cercanos que fueran los colaboradores al uno o la otra, al final siempre estaban los dos y había que contar con los dos.
La gran incógnita es qué tipo de político será la actual presidenta argentina en ausencia de su otra mitad. Salvando las distancias y empleando las odiosas comparaciones ¿veremos a una dirigente con nervio, tipo Eva Perón o a una presidenta que se deja llevar en el último año de su mandato como María Estela Martínez?
Durante su trayectoria profesional Fernández ha dado sobradas muestras de carácter y determinación en su desempeño político. No importó quedarse literalmente sola en el Senado enfrentándose a su propia bancada donde algunos de cuyos miembros la despreciaban y ridiculizaran. No le importó afrontar una campaña electoral para la presidencia en la que sabía que iba a ser duramente atacada por ser la mujer de su marido y ha sobrellevado con gran entereza importantísimas derrotas políticas como la llamada "guerra del campo", donde le dio la espalda hasta su mismo vicepresidente. Sí, pero Néstor Kirchner siempre estuvo allí, aconsejando, apoyando y discutiendo.
Pasados los funerales comenzarán a despejarse las incógnitas. El peronismo es un movimiento político despiadado que huele el poder en un líder como algunos animales la sangre y pasa de la adhesión inquebrantable al abandono absoluto sin ningún tipo de remordimiento. Es un juego que aceptan y conocen todos. Durante unos meses en 2006 se habló de "cristinistas". Ahora toca ver si éstos existen de verdad porque como dice el dicho: "si no existen, habrá que inventarlos". Y es posible que entonces se descubra que ni Eva ni Isabel, sino Cristina.
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Redacción de Tribuna de Periodistas