Conforme lo anunciara hace pocas horas el ministro de economía Amado Boudou, las jubilaciones mínimas se incrementarán en un 17,33 % a partir de marzo del corriente, lo cual las llevará a los $ 1.272.
El funcionario dijo asimismo “la oposición decía que con nuestra fórmula de movilidad jubilatoria los haberes no iban a aumentar más del 4%; y desde que se implementó este sistema se ve que los aumentos son mucho más importantes”.
Sin embargo, el gobierno siempre omite mencionar el molesto ínfimo detalle, esto es, la inflación. Si la inflación es la que dice el Indec, el incremento del 4 % significa una cosa, pero si la inflación real es más del doble de lo que dice ese organismo, el 4 % significa otra. Y esta clase de absurdos obvios son a los que Perogrullo gusta llamar verdades.
Entonces, según los cálculos oficiales, las jubilaciones se incrementaron en un 34,23 % en el último año, pero si consideramos los efectos de una inflación real cercana al 30 % ¿Cuánto fue con certeza el incremento real de las jubilaciones?
En esa sintonía, cabe recordar que el Lic. Boudou, negó .
Sin embargo hace unos días, parece haber descubierto que la inflación está entre nosotros, y fue entonces cuando habló de la “dispersión de precios”, aconsejando a la población caminar para buscar los más bajos, ya que dentro de un mismo barrio los comercios suelen tener precios hasta tres veces más caros. Claro que nada dice sobre la dispersión de salarios, y mucho menos parece reconocer que existe un mercado donde interactúan demandantes y oferentes inmersos en una puja que, conforme a la información con la que cuentan, determina qué recursos productivos deben asignarse en función de los consumidores.
Gracias a que esta información es desigual se hace posible la competencia, en la que la habilidad del oferente permite su posicionamiento en el mercado.
Es a partir de las buenas o malas decisiones por parte de los empresarios que obtienen mayores o menores tasas de rentabilidad con relación a sus competidores.
Cuando el Estado interviene mucho más que regulando, es decir, procura controlarlo todo, las resultantes de la puja natural se ven seriamente alteradas, y eso genera importantes desvíos, como los que parece haber descubierto en los últimos días el ministro.
Si un bien o servicio se ofrece tres veces más caro en un determinado lugar, es muy probable que haya quienes adquieran volúmenes considerables del mismo donde el precio es más bajo y lo ofrezcan a un precio más alto.
Como la demanda a precios más bajos es mayor, necesariamente el precio tenderá a subir hasta que en algún momento se equipará al precio más alto. Estos conceptos básicos en el ámbito de la economía parecen pasar desapercibidas por los hacedores cotidianos del “modelo”.
Cuando el ministro habla de “dispersión de precios” parece desconocer que la expansión monetaria generada por el Banco Central ronda el 35 % anual, y eso promueve aún más la inflación, con el agravante que nos obligan a bancarizarnos porque no cuentan con los medios necesarios para seguir sustentando el dislate. Muchos de esos billetes deben estar destinados a “otros fines”.
Entonces, la única conclusión a la que es posible arribar con relación al incremento jubilatorio que pregona el gobierno es que no deja de ser otra falacia, parte de la batería de la política populista y engañosa en todos y cada uno de los anuncios que hace el oficialismo.
Nidia G. Osimani