No es la primera vez que el menemismo y el kirchnerismo pactan por algún motivo en especial para no agredirse mutualmente, ni será la última. Desde la llegada de Néstor Kirchner al poder hasta hoy, este periódico ha podido comprobar media docena de casos, en los cuales se ha llegado a acuerdos que parecían imposibles teniendo en cuenta el discurso de uno y otro bando. Pero ocurrieron al fin.
Por caso, en 2004, Carlos Menem pudo regresar al país con la tranquilidad de no ser detenido por la Justicia merced a un pacto con el entonces Presidente de la Nación santacruceño y gracias a los “oficios judiciales” del todoterreno Dante Dovena.
Así lo publicó Tribuna de Periodistas en esos días de 2004: “Hubo negociaciones entre Menem y Kirchner para que el primero pudiera regresar al país con total impunidad. En el medio de esas relaciones se movieron varios millones de pesos y hubo no pocos contactos entre los entornos de uno y otro (…) ¿Cómo pudieron los medios creer tan puerilmente que los millones de pesos que el Gobierno nacional envió a La Rioja estaban destinados a realizar obras públicas? ¿Pueden cien millones de pesos ser gastados sólo en eso? ¿Alguien se tomó el trabajo de chequear cómo se invirtió dicha suma?”
No fue la única vez que Kirchner y Menem se aliaron. Por caso, según ha denunciado el periodista Juan Gasparini, existe una suerte de “pacto”, ambos respecto a sendas cuentas millonarias que ambos poseen en Suiza.
“Se trata de un acuerdo de no agresión y expresa una actitud funcional de Kirchner a preservar la impunidad de Menem, una forma de consolidar su propia impunidad, en un país cuya banca albergó los famosos 520 millones de dólares de los fondos de Santa Cruz, nunca rendidos en su cabal transparencia. Kirchner decidió no apelar la decisión de la justicia de Ginebra de no entregar las cuentas de Menem a la justicia argentina”, aseguró oportunamente Gasparini sobre ese tema.
Y siguen los ejemplos: en abril de 2010, en el marco de la discusión por los abusos de los Decretos de Necesidad y Urgencia por parte del kirchnerismo, la oposición se quedó esperando sentada en el Senado Nacional a que llegara Carlos Menem para dar quórum, algo que nunca ocurrió. Menem había pactado un nuevo “faltazo”, el tercero en ese año.
“Tanto en ese momento como ahora, el operador necesario para que ello ocurriera ha sido el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, de estrecha cercanía con Menem. No casualmente, es el único funcionario del kirchnerismo que, no sólo jamás ha hablado mal del riojano, sino que lo ha llegado a adular públicamente”, publicó Tribuna de Periodistas entonces.
En fin, el kirchnerismo sabe jugar muy bien con su discurso, pero en los hechos está bien lejos del progresismo que declama. Sin mencionar el consabido tema de la evaporación de los fondos de Santa Cruz —la mayor estafa al pueblo nacional—, basta recordar quiénes son algunos de sus “socios político-mediáticos” en estos días: Raúl Moneta, Juan Carlos Mazzón, Hugo Moyano, José Luis Manzano y Ramón Saadi, entre otros.
Si alguien aún insiste en afirmar que eso se llama progresismo, es porque está mirando otro canal.
Christian Sanz