El 7 de diciembre de 2010, fue precisamente Sergio Shocklender quien denunció la inacción de Macri en una ofensiva narco en Villa Soldati a los medios, que lo miraron sorprendidos: "Macri tiene la Policía Metropolitana para el norte, pero deja al sur, donde están los pobres, desprotegido. Anoche estaba la Policía Metropolitana y no hizo nada. No sólo permitió las ocupaciones de terrenos, sino que además no intervino cuando esta madrugada, a las 3, intentaron ocupar el obrador que la Asociación Madres de Plaza de Mayo del complejo de viviendas que estamos construyendo para 300 familias en el barrio Los Piletones. Eran narcos de las villas más conocidas los que nos atacaron a los tiros. Querían ocupar las viviendas y nos amenazaban con matar a todos si no nos íbamos. En la ocupación de los terrenos del Parque Indoamericano hay muchas familias pobres a los que estafan vendiéndoles lotes fiscales, pero hay algunos vivos y otros que son peligrosos delincuentes. Macri tiene que actuar y que la Policía Metropolitana deje de estar para Palermo, Puerto Madero y el norte de la Ciudad, porque no se puede permitir que en cada plaza o terreno se arme una villa. Se están produciendo tomas en toda la Ciudad. Gente humilde que está ocupando un montón de terrenos municipales, sin que Macri mueva un dedo, porque parece que solo le importa su campaña electoral y nada más”.
Este raro en él contundente llamado a la represión, fue el inicio de los sucesos en Villa Soldati, donde aún no se sabe a ciencia cierta si esta imputación del apoderado de las Madres de Plaza de Mayo tenía algún asidero certero.
“Si usted tiene una panadería y prometen ponerle en la vereda de enfrente 5 panaderías usted protestará. De ahí los primeros enfrentamientos. El narcotráfico terminará en las villas cuando sean cubiertos los derechos de los que allí viven, cuando sean derrocados los gobernantes de facto que tienen las villas, conocidos como capos de la comercialización de drogas. Los padres no hablan, los políticos no escuchan, los pibes no ven. Por eso, desde que empezó este flagelo, nunca hubo una política de Estado coherente. No es posible creer que los servicios de inteligencia y la policía no posean los nombres de quienes conducen este negocio dentro de las villas. Es imposible acá que suceda lo que ordenó Lula en Brasil con respecto a la intervención militar en las favelas, pues si realmente se enviara al Ejército a caminar las villas, este problema desaparecería en 25 minutos. La Villa 31 está copada por un cártel peruano que responde a Sendero Luminoso; la organización guerrillera recibe las ganancias de la venta de paco que en la Argentina significa, números más, números menos, 935 millones de dólares. Nos encontramos en un momento de la República en el que la fabricación y la comercialización de drogas son moneda corriente en los barrios más pobres de la Argentina: solo basta escuchar a los curas villeros como el Padre Pepe, quien nos ilustra claramente sobre el asunto cuando dice que en la villas, las drogas están liberadas de hecho”, puntualizaba el especialista Claudio Alejandro Izaguirre, titular de la Asociación Antidrogas de la República Argentina.
Aún en pleno auge de las tomas de terrenos, cuando muchos señalaban a los capos de la droga como los principales impulsores de esta medida, Horacio Verbitsky señalaba que “en las tomas de barrios cuando está por concluir su construcción en la última década no se registra la presencia de narcos sino de punteros políticos. El negocio narco no es ocupar viviendas ni terrenos sino la compra de autos, propiedades, talleres textiles, locutorios, restaurantes, la venta de ropa en La Salada y la construcción en las villas, para alquilar a precios altos, lo cual impulsa a quienes no pueden pagarlos a ocupar alguna parcela de tierra”, en un artículo escrito en Página/12 del 12 de diciembre. Buscando una fuente, este cronista vanamente se contactó con Alejandro Pitu Salvatierra, pero en dos oportunidades faltó a la cita concertada en el programa de radio Ahora es nuestra la ciudad, conducido por Luis Gasulla que se emitía por AM 770 Radio Cooperativa. Es que gracias a la generosidad de este colega, el aludido Salvatierra había accedido a ser reporteado. Pero en las noches del 22 y 23 de diciembre, faltó sin causa a la cita programada, dejando a estos dos hombres de prensa colgados como una percha.
Otro de los contactados por este cronista fue Julio Zarza. Este actor proveniente de la Villa 21, protagonista del filme La 21 Barracas, y ex adicto al paco, también recurrió al veremos y finalmente dicho encuentro no se pudo concretar. Lástima, pues el filme aludido refleja precisamente un enfrentamiento entre bandas de narcos por el control de esa zona marginal de Barracas, que insumió buena parte de la década del 90. Alguien que sabía mucho del tema, el Padre José María Di Paola, Pepe, puntualizó con preocupación en mayo del 2009: “Las villas registran un alto nivel de orfandad estatal, y si bien la presencia asistencial se ha incrementado, no es suficiente, porque la cantidad de menores adictos al paco ha empeorado mucho en lo que va del año”. Luego de esto, el sacerdote fue amenazado de muerte por las mafias que regentean la droga, y finalmente hace pocos días partió a Santiago del Estero, su nuevo destino misional. Finalmente, el esquivo Pitu Salvatierra apareció, pero por teléfono y en la emisión radiofónica de Luis Gasulla, justo el día en que Madres de Plaza de Mayo resolvió sacárselo de encima: “El narcotráfico piensa no en tomar un predio, sino en tener más y mejores clientes. No niego que en la toma del Indoamericano se haya metido entre la gente que necesitaba algún puntero de la droga, que ni siquiera llega a ser narco. Son el eslabón más chico de la gran cadena que es en sí el narcotráfico. No descarto que hayan venido de esos, junto con tres o cuatro, y a ver qué provecho podía sacar, la verdad creo que esto se dio. Existen y son tan repudiables como aquellos que vinieron a lotear y vender, como los que vinieron son una agrupación para tener una especulación política. En las villas la droga se ha profesionalizado mucho, existen ahí lugares donde ella se prepara, e inclusive creo yo que uno de esos experimentos de la cocina de las villas es precisamente el mayor flagelo, que es el paco”.
Demasiado elíptico, por cierto, al menos para alguien que en un pasado reciente supo ser precisamente una víctima de ese mismo flagelo.
¿Zona liberada?
Recordando las palabras de Schoklender al principio del presente informe, da mucho que pensar la actitud de Salvatierra, quien lideró la toma del Indoamericano, inicialmente reportaba para esa agrupación, pero luego fue defenestrado por algo que aún permanece en las sombras. ¿Sabría éste que el aludido dirigente kirchnerista estaba al tanto de que los narcos usaron la necesidad habitacional de la gente, y luego se borraron cuando tronó el escarmiento? ¿Eran quienes usaron esas misteriosas camionetas cuatro por cuatro negras, aludidas por Margarita Barrientos? Dudas malditas, si las hay.
“No me consta que el tema del narcotráfico en las villas esté despenalizado de hecho. Si mal no recuerdo, la nota de Horacio Verbitsky surgió del problema acaecido por la ocupación del Indoamericano. El tráfico y venta de drogas se realiza en todos los ámbitos, no solo en las villas de emergencia. A mi parecer, el tema de las drogas es un tema que nos involucra a todos. Debe ser política de Estado erradicar la pobreza y la indigencia, crear nuevas condiciones, nuevas ‘salidas’, para que el tráfico no sea una respuesta oportuna a la falta de trabajo y de educación. Como la mayoría de los barrios precarios de Buenos Aires, la villa 21 es una enorme ciudad de más de 50 mil habitantes dentro de la ciudad. Paradójicamente, la población de las villas porteñas se ha multiplicado varias veces en los recientes años de bonanza económica, como si el crecimiento del PBI impulsara un aumento cada vez mayor y más escandaloso de la pobreza en la capital de la República Argentina. Al hacinamiento y a las condiciones infrahumanas en que viven cientos de miles de personas, en la última década se ha sumado el flagelo del narcotráfico. La venta de droga y la prostitución hoy son moneda corriente en estos barrios. Cada vez más adolescentes, casi niños, caen en manos de los dealers y de la prostitución sin la presencia del Estado nacional ni del Gobierno de la Ciudad reprimiendo al narcotráfico y con programas de prevención y de recuperación para socorrer a sus víctimas. Ellos y sus familias están —literalmente— huérfanos”, puntualizó la senadora por la Coalición Cívica María Eugenia Estenssoro.
Frente a un Estado que peca de omisión, y unos personajes de peso que se hacen los elípticos, la lucha contra este mal seguirá teniendo una mentalidad de cangrejo y una lógica de avestruz.
Fernando Paolella