Ramiro se confiesa. “Sin dudar voto a Cristina, pero si no hay nadie. ¿Voy a elegir entre una desequilibrada, un tipo que no dura ni seis meses o Macri que también hace negocios?”. Ramiro es un amigo, joven de 22 años, estudiante de Comunicación Social en la Universidad de Buenos Aires y con un futuro inmenso. Se trata del columnista deportivo de nuestro programa radial a quien le recuerdo que por pensar distinto él como yo nos quedamos sin aire en un medio afín al gobierno.
“Mirá Luis, continúa Ramiro, alcahuetes hay en todos lados. Ladrones y corruptos, también pero este gobierno levantó las banderas de los derechos humanos, le da bola a los jóvenes, se metió contra las corporaciones y no hay nadie del otro lado excepto la derecha.” Mientras que expresaba el rosario de virtudes del “cristinismo” recordaba la nota del colega Marcelo López Masía sobre los artistas kirchneristas y su fracaso en los índices de consumos culturales, algo tan cierto como que la batalla cultural y la instalación de agenda, el actual gobierno, la ha recuperado luego de la derrota electoral del 2009.
No solo instalan los temas sino que le indican a sus seguidores cómo pararse ante cada cuestión. Si la crisis con el campo fue un problema comunicacional, según el propio gobierno, su mayor virtud actual es hacer periodismo como nadie. ¿Periodismo o publicidad?, se preguntará el lector como este escriba. Las barreras, en los últimos tiempos, se han borrado y las confunden hasta los propios colegas. “Soy oficialista. Milito por este gobierno y no me da vergüenza decirlo”, afirma Sandra Russo ante 100 espectadores en la Feria del Libro.
Entre los grupos de amigos, familiares, la clase media en general, Cristina Fernández es la única candidata que despierta pasiones. Hoy, el fanático hace sentir al resto que no votar al modelo es ser antipatria, gorila o un idiota. La mayor zoncera criolla de estos tiempos provoca que miles de jóvenes reconozcan que hay muchas cosas que están mal, que hay corrupción, pobreza, desigualdad pero que la única salida es la continuidad.
Reconocen que los intentan cooptar, comprar, influir desde la universidad, los medios y la política pero es superfluo, pues del otro lado, están los verdaderos intereses sectoriales y poderosos con el grupo Clarín a la cabeza. Ser amo y señor del Estado parece ser un detalle menor y comerse uno o mil sapos, un mal necesario de la construcción política.
¿En qué momento los jóvenes de clase media se volcaron en masa al oficialismo? ¿Se trata de un fenómeno local o está ocurriendo en todo el país? ¿Cambiará la tendencia en seis meses? ¿En el cuarto oscuro demostrarán ser la primera minoría del país? ¿Qué representará para los ganadores esa victoria?
Luis Gasulla