En el año 2002 comencé una modesta carrera radiofónica en un programa llamado Aburridos Peligrosos por FM La Boca. La primera nota del programa fue a un empleado del Institutito Nacional de Tecnología Industrial —INTI— que denunciaba los manejos poco claros de una fundación lindante al predio del ente estatal en Migueletes, que se quería apropiar de aquel terreno. Se trataba de la Fundación Felices los Niños presidida por el cura Julio César Grassi, cercano al gobierno menemista, especialmente a la mujer del ex ministro de Economía, Domingo Cavallo. Esa nota fue difundida por el periodista Christian Sanz a quien conocí hace nueve años. Hace un mes le recordé aquel encuentro que para mí significó mucho. El camino periodístico personal no sería un lecho de rosas. Para nada.
Tras el escándalo en la Fundación, denunciado por cámaras ocultas en el programa Telenoche Investiga, y adolescentes que revelaban abuso sexual por parte del padre Grassi, sus defensores acérrimos manifestaron la campaña del grupo Clarín en su contra y de la obra del religioso. Sergio Schoklender es a la Fundación Madres de Plaza de Mayo lo que Grassi fue a Felices los Niños. El gobierno nacional primero se disfrazó de Raúl Portal con un poder comunicacional mucho más aceitado y ahora decidió soltarle la mano y no cuestionar ni investigar los problemas de fondo. Schoklender es mala palabra aunque había sido el hombre guía de los planes de vivienda, educativos, universitarios, mediáticos de las Madres. Hoy es el chivo expiatorio del escándalo de cinismo, mentira y corrupción más grande del kirchnerismo.
En el 2002, como decía anteriormente, un mundo soñado se abría para mí. Quería ser periodista. Allí estaba Jorge Lanata como símbolo de la resistencia, la lucha, el coraje y una pluma filosa que había deslumbrado en Página/12 con jugosas investigaciones y la creación de un formato novedoso. Su mirada incisiva en televisión, sus reportajes punzantes que habían deslumbrado a mi generación desde aquellos programas televisivos revolucionarios como Día D o Detrás de las Noticias. Hoy ese periodismo no existe.
A pocos metros de la famosa casa quinta en José C. Paz, cartoneros, jóvenes muy humildes y transeúntes no tienen idea quién es Sergio Schoklender. Es otra realidad. Otro mundo. Allí no llegan los medios. Ahí no hay 678, Lanatas, Madres ni gobiernos. Están solos. En el asentamiento precario cercano a "La Rosadita", sí saben quiénes son los Schoklender y algunos de los referentes de derechos humanos que permanecen intocables para el periodismo progresista que incluye al admirado Lanata. ¿Qué es ser corrupto? ¿La corrupción implica únicamente el enriquecimiento personal? En ese caso, coincido con Lanata, Hebe no lo es. ¿Hacer la vista gorda, el doble discurso moral, utilizar a los más humildes y crear una empresa constructora con fines políticos partidiarios es una forma de corrupción? Es el debate que se debería hacer el periodismo, la política y la sociedad en general.
Una diputada opositora afirma que no se querían meter con el tema porque estaban las Madres con todo lo que implica su lucha e historia. Nadie las niega. Un abogado que recorrió el mundo, denunció al menemismo y es símbolo de la lucha contra la corrupción, prefiere llevarse sus opiniones e informaciones a la tumba pues no hizo todo lo que podría haber hecho por las Madres durante la dictadura militar. La Argentina se ha transformando en la famosa Vinisterra de la novela Herederos de una venganza. Todos sabían. Nadie dijo nada incluso Jorge Lanata. Los hechos de corrupción no son ni de izquierdas ni de derechas. Si los opositores, los periodistas con trayectoria no contaron ciertos hechos por respeto, temor o culpa, ¿qué les queda a esas pobres víctimas de la explotación laboral, el clientelismo político que hoy se mueren de temor y de ganas, a la vez, de contar sus historias y sus vínculos con la Fundación? ¿Qué importa si Schoklender tiene o no un yate o una Ferrari si la matriz de cinismo y corrupción sobrevive a él? El hecho remite a las coimas en el senado del gobierno de la Alianza sin analizar el fenómeno de flexibilización laboral impulsada por el gobierno de Fernando De la Rúa o quedarse con el diputrucho del menemismo sin entender el fenómeno de desguace del Estado durante el primer gobierno de Carlos Menem cuando se privatizaron las principales empresas de servicios públicas.
La presidenta de la Nación afirma que hoy la pelea es por la igualdad. No existe igualdad si algunos no son libres para expresarse mientras otros son libres para robar, engañar y mentir. ¿Nadie sabía quién era Sergio Schoklender? En un libro autobiográfico, olvidado aunque mitológico de 1983 desde la cárcel de Villa Devoto, escrito por Pablo, su hermano menor, señala que "Sergio era aficionado a idear grandes empresas y se mostraba tan persuadido que terminaba contagiando a los demás" (.) Relata Pablo Schoklender que en una oportunidad faltaron valiosos objetos de la casa familiar y que, pronto se descubrió que "Sergio, nuestro querido hermano, era el ladrón. Y algo más: "el que hizo esto es un degenerado" había opinado un investigador". (.) "Sergio tenía su moral propia".
Ciertos periodistas, desde lugares marginales, denunciaron y contaron hechos de corrupción, sobreprecios, odio a la libertad de expresión desde el propio seno de las Madres de Plaza de Mayo. Los disidentes se fueron sin chistar, otros se arrepintieron de hablar por temor al escarmiento de ir contra la causa. La Fundación como el kirchnerismo fue internándose, año a año, en un círculo cada vez más cerrado, en donde la obediencia debida es una forma de vida. ¿De qué causa de derechos humanos hablamos cuando se explota y engaña a los más humildes? No se trata de un ladrón escondido en un convento. No hay peor ciego que el que no quiere ver.
Luis Gasulla