Como ya es habitual, periódicamente se destapa algún gravísimo hecho de corrupción gubernamental. Los argentinos ya estamos casi acostumbrados. El problema es que ese período al cual hacemos referencia se va acortando cada vez más. Ahora el período ya se puede medir en semanas e inclusive en días.
El último, hasta ahora, es el mega escándalo de la Fundación “Madres de Plaza de Mayo”.
No es necesario repetir los detalles del mismo ya que es ampliamente tratado por los medios y analizado por analistas y opinólogos en Internet. Cada vez aparecen más implicancias y delitos conexos. Casi se podría afirmar que es un verdadero agujero negro, cada vez más grande, que se traga el dinero de todos los argentinos.
Cuando se tuvo la primera evidencia del hecho lo primero que hizo el Gobierno fue tratar de minimizar el escándalo. El Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, con su particular mirada sobre los hechos más polémicos, buscando tratar de quedar bien con la Presidente, no hesitó en decir cualquier cosa para salvar su responsabilidad.
Manifestó que la titular de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, "no tiene nada que ver" con las denuncias sobre supuestas irregularidades en el manejo de fondos públicos para construcción de viviendas a través de la Fundación que ella lidera y que "…no es el gobierno el que tiene que preocuparse en este tema".
Posteriormente, cuando ya era imposible ocultar este nuevo e inocultable delito con los fondos públicos, el Gobierno buscó despegarse del mismo…. pero como siempre, mal y torpemente.
Ahora buscó preservar la imagen de la gran amiga de Cristina, la desquiciada e impresentable presidente de la Fundación.
Ni Aníbal Fernández, ni prestigiosos periodistas como Nelson Castro, Jorge Lanata y otros, se animaron decir con todas las letras que Hebe de Bonafini es igualmente responsable: “… es honesta y está a salvo de toda sospecha", “…miró para otro lado…” expresaron tímidamente.
Obviamente, Sergio Schoklender, que no dejó estudio de TV o radioemisora sin recorrer, mintiendo descaradamente para salvar su posición y justificando su elevado estándar de vida, es el instrumento y principal responsable ejecutivo de estos cada vez más numerosos delitos.
Pero también lo es, en la misma medida y tal vez aún más, Hebe de Bonafini, quien bajo ningún punto de vista puede afirmar ignoraba los hechos y en la remota y lejana posibilidad que así fuera, también es responsable por ser la titular de la Fundación.
Y finalmente, pero en primera instancia, y sin duda alguna, la principal responsable, es la presidente Cristina Kirchner.
Es conocido el viejo adagio popular que dice: “nunca la culpa es del chacho sino del que le da de comer”. Nunca más cierto que en este caso y por dos motivos: Cristina y Bonafini demostraron a lo largo del tiempo que entre ellas había una sólida amistad. No había acto público, evento o reunión de la Casa Rosada en la cual Bonafini no estuviera invitada ocupando lugares de honor, muy cercanos a la presidente.
Es sabido que Bonafini se desenvolvía con total impunidad para atropellar a cualquiera o hacer lo que se le antojase o quisiera.
Cuando se veían se saludaban muy efusivamente. En casi todos los discursos de la presidente se nombraba, casi como una repetida y cansadora muletilla, a las “Madres de Plaza de Mayo”. Había una relación muy especial entre ellas. Tal vez ¿una asociación delictiva ilícita? Es una posibilidad, pero no es lo suficientemente plausible.
La presidente demostró su gusto de hacer participar a Hebe en muchos de sus actos y decisiones, repartir el dinero de los contribuyentes, para ser más claro el dinero de los argentinos, a diestra y siniestra en actos de un nivel demagógico, pocas veces visto en el país. Un verdadero despilfarro del dinero de las arcas del Estado.
Pero inclusive así, la más grande responsabilidad que le cabe como gobernante es la ausencia casi total de los mecanismos de seguimiento, concretamente de los controles reglamentarios y las auditorias correspondientes, para verificar y supervisar si los dineros públicos se le dan el uso para lo cual fueron asignados.
Nada de esto ha hecho esta presidente, ni su verborrágico, inepto y acomodaticio Jefe de Gabinete.
Si bien el Gobierno ha acomodado su estrategia de apuntar a Schocklender y evitar ensuciar a Hebe, la Justicia decidirá si le da la razón.
Alfredo Raúl Weinstabl