Con la pérdida de valores que sufre nuestro país, en forma cada vez más acelerada en estos últimos años, por la conducta de la mayoría de los dirigentes de casi todas las actividades, muy particularmente de los dirigentes políticos, el ejemplo que recibe la ciudadanía es francamente negativo y deplorable.
Es sabido que la conducta de aquellos que constituyen los líderes en las diferentes actividades del país constituye el espejo en el cual se refleja la ciudadanía.
También es sabido que el ejemplo personal es la forma más adecuada de conducir y por ende constituye una garantía casi infalible del éxito en la gestión.
El desprecio a las normas y a las leyes y aspectos que son absolutamente sobreentendidos en las sociedades más avanzadas, degradó la moral existente y la ética pública a niveles inéditos y pocas veces vistos en nuestro país.
Los responsables y causantes directos de tanta degradación, son sin lugar a dudas el difunto ex presidente Néstor Kirchner y su esposa.
Sus malas prácticas en las cuales apelaron al conocido apotegma, invirtiéndolo, “que el fin justifica los medios” y su accionar lleno de tramoyas, mala fe, engaño y la mentira, sumados al descarado grado de corrupción hizo que lamentablemente este permanente mal ejemplo se haya difundido en gran parte del cuerpo social de la Argentina.
Pero lo más notorio es que esta degradación que antes se buscaba ocultar o disimular hoy se hace abiertamente y en forma notoria y evidente, como despreciando la significación de la corrección y la honestidad.
Hay infinidad de ejemplos, aparecen casi a diario y va degradando la comunidad en que vivimos al desaparecer los valores elementales que sostienen a la sociedad.
Desde el recordado “caso Borocotó” y cientos de casos más que se podrían mencionar.
Citaré solo un caso emblemático, el del ex presidente y actual senador Carlos Saúl Menen.
Por la alta jerarquía del cargo que ocupó durante diez años no se comparable con otros legisladores convertibles en todo terreno, en cualquier partido y para cualquier fin.
Personalmente lo he votado en todos los comicios en que la ciudadanía tuvo que hacerlo.
Con sus altos y bajos, como en todo gobierno, pienso que el gran mérito que ha tenido y seguramente así lo rescatará la Historia, es el haber convertido la “gran aldea” que era la Argentina, en un país moderno, insertados en el primer mundo y francamente encaminados en convertirnos en un país desarrollado.
Pero a partir del comienzo de la dinastía de los Kirchner, su gestión y su persona ha sido pública y reiteradamente injuriado y denigrado por el ex presidente y su señora, achacándole todos los males de la Argentina.
El día del juramento del ex presidente como senador, Kirchner infantil y groseramente, con gestos burlones, hizo gestos de "cuernitos" con sus dedos y que fue observado por los medios y muchos de los presentes.
El trato público que le dispensó el matrimonio reinante fue el un poco menos que el de un reo, un verdadero delincuente, que asoló al país sin compasión y que dejó la pesada herencia que pesa actualmente sobre la Argentina.
Por supuesto no comparto en absoluto la postura del matrimonio Kirchner y menos de su escandalosa hipocresía porque ellos lo acompañaron en su gestión y particularmente Kirchner, se benefició mucho más que otros gobernadores de la política de Menem.
Pero lo que se busca destacar el giro, primero en forma casi tímida, pero luego en forma evidente y absolutamente indudable, que el ex presidente realizó para entrar a la esfera de subordinación y alineación con su vejador público y archi enemigo.
A tal punto que actualmente está ponderando las “excelentes políticas y virtudes de quien solo pocos meses estaba en sus antípodas.
“Néstor (Kirchner) fue un buen gobernante y dejó el país funcionando, Cristina lo sucedió y está haciendo más o menos bien las cosas”, expresó hace poco tiempo atrás el ex presidente.
¿A qué obedece ese cambio tan radical?
Todos los argentinos saben que el abandono de su pensamiento político, y su adhesión al actual, se deben a que Menem busca evitar su condena en los casos en los cuales está siendo juzgado.
El que fue líder de millones de argentinos por espacio de una década no hesitó, de la noche a la mañana, en cambiar en 180º su postura ideológica, ante la mirada atónita y sorprendida de todo el país.
Su amor propio, su dignidad y su honor fueron tirados a los perros sin contemplaciones y sin mayor trámite.
Es el pago ante el kirchnerismo para tratar, mediante el favor gubernamental, de zafar la segura condena de sus numerosas causas judiciales.
Excelente ejemplo de un presidente para las generaciones venideras. Seguramente también entrará a la historia por este tema. Pero en la historia negra de la Argentina.
Alfredo Raúl Weinstabl