Durante la semana, la curiosa aparición de un testigo brindando información sobre el caso de la niña Candela Rodríguez apuntó a un sexto detenido en la causa llamado Hugo Bermúdez.
Sus declaraciones arrojaron más interrogantes que datos concretos y denotaban demasiado conocimiento sobre el hecho, además de un mar de contradicciones expuestas ya por este medio. ¿Se trataba de un simple testigo indirecto, o tal vez de un testimonio armado por la policía? Finalmente resultó una mezcla de ambos.
El famoso testigo que hasta ayer era de identidad reservada decidió aparecer en los medios al ver que sus declaraciones no habían sido reproducidas con exactitud.
Identificado como “Pedro”, el último informador denunció hoy que a su declaración judicial “le agregaron cosas” que nunca expresó, mientras que negó que haya afirmado que escuchó “rasguños en paredes y pasos en una escalera” de una vivienda, donde habría estado secuestrada Candela antes de ser asesinada.
“Lo afirmo: me agregaron cosas. Hay una foja que está dando vueltas sin la firma de nosotros. En ningún momento dijimos que había rasguños”, señaló Pedro en diálogo con La Nación.
Este hombre vive en una casa pegada a la que, según consta en el expediente judicial, habría estado cautiva Candela, en la calle Charrúas 1081, domicilio del carpintero Ramón Néstor Altamirano, en la localidad bonaerense de Villa Tesei, Hurlingham.
"Que el martes a la noche cuando estábamos todos durmiendo, escuché cómo que a alguien le tapaban la boca, unos pasos y como rasguñaban las paredes, que yo golpeé la pared y ahí empezaron a rasguñar, volví a golpear y después no escuché más nada”, trascendió desde su declaración.
Pero Pedro también dijo "Que al rato, Mariela Jazmín y yo escuchamos una frenada de auto, por lo que salí y escuché a una nena que gritaba ayuda, ayuda, y la subieron al Gol azul del sobrino de Néstor y se la llevaron para la casa rosa de la calle Kiernan.”
Un testigo poco protegido
Antes de que se supiera la identidad del testigo, ayer una mujer llamada Mariela, quien tiene 31 años y una hija llamada Jazmín y, que a la vez es vecina de Altamirano, ya había adelantado que “esa declaración no salió de esta casa ni de mi familia sino de alguien que está mintiendo, es un testigo falso", indicó.
Luego finalmente se supo que Pedro es pareja de Mariela y padrastro de Jazmín. Si bien no se tardó mucho en llegar a esta conclusión, el hecho de exponer ambos nombres y hablar de una casa contigua, ya ha puesto en peligro a Mariela quien le dijo a la prensa que había recibido amenazas luego de conocerse las palabras de el, hasta ese momento, testigo reservado.
Pero no fueron los únicos malos tratos que recibió Pedro. "Hace una semana vinieron de la fiscalía, sacaron fotos, se llevaron un gorro porque habían encontrado un pelo, que debía ser de la gata o de Jazmín, y me tuvieron esposado mientras declaraba durante cuatro horas", contó el hombre a La Nación, lo que finalmente confirma lo adelantado por Tribuna sobre que el testigo nunca estuvo en el juzgado de Alfredo Meade y que la declaración se las hizo a los policías.
“Los ruidos de las escaleras eran de gente normal que sube y baja una escalera. Agrandaron el problema, y eso de los rasguños y los gritos fue una cosa agregada”, dijo ayer Pedro.
El hombre apuntó: “Nosotros no somos ninguno testigos claves y no sabemos nada”.
“Estamos hablando para desmentir y decir la verdad. No tenemos nada que ver. Yo no sé nada y no tengo miedo porque estamos diciendo la verdad, porque no acusamos y apuntamos a nadie. Lo deben haber agregado después. Mariela y yo leímos la declaración antes de firmarla y estaba todo bien", concluyó Pedro.
“Acá tenés a la policía implicada en el crimen y ellos mismos no pueden ser los que investigan y hacen procedimientos. Es obvio que algunas pistas las plantaron ellos”, le había admitido a Christian Sanz un importante comisario que supo colaborar en el triple crimen de General Rodríguez.
La misma fuente de información, confirmó lo mismo que deslizó un informante del juzgado de Morón a Tribuna de Periodistas: “La declaración se armó con algunas cosas que dijo el papá de Candela ante el fiscal (Marcelo Tavolaro), un integrante de la misma banda y agregados que hizo la (policía) bonaerense. Poco serio”, aseguró el funcionario consultado.
En sentido similar, la fuente admitió “Acá trajeron un sobre lacrado con una supuesta declaración, nada más. No existe un testigo puntual, sino un mamotreto armado con piezas de rejunte”, agregó.
Declaraciones modificadas y testigos cuyo anonimato dura 24 horas, son solo algunos de los tristes tópicos que rodean la muerte de Candela.
Carlos Forte