El pasado martes 6 de septiembre, pocas horas después de que fueran detenidas cinco personas en el marco del crimen de la pequeña Candela Rodríguez, Tribuna de Periodistas anticipó que se trataba de meros "perejiles" y que al menos tres de ellos serían excarcelados después por no tener vinculación directa con ese hecho.
"Tres de las personas que este lunes fueron detenidas, serán liberadas en algún momento según admitió una fuente vinculada al expediente de marras, lo cual obligará a dar nuevas explicaciones oficiales por semejante despliegue escénico sin sentido", publicó este sitio hace una semana.
Si bien las excarcelaciones demoraron más de lo previsto, finalmente ocurrieron y permitieron que recuperara la libertad Alfredo Monteros, de 75 años junto a su hijo de 36; también lo hizo el fletero Gustavo Valenzuela, de 44 años, dueño de la camioneta Trafic blanca que los investigadores insisten en involucrar sin evidencia en el traslado de Candela.
¿Cuánto tiempo más deberá pasar para que la Justicia admita que los demás detenidos tampoco tienen implicancia en el crimen de la pequeña? En rigor de verdad, es poco creíble que una banda que supo mantener cautiva a una niña con increíble eficacia y que luego la hizo aparecer sin ninguna huella —en un lugar de los más transitados del conurbano bonaerense, incluso a metros de una comisaría— esté integrada por una mujer depiladora, dos torneros, un fletero y un carpintero.
En realidad, quienes conocen el expediente aseguran que detrás de la trama hubo un trabajo de logística hecho por expertos y con la connivencia de la propia policía bonaerense.
Sin embargo en estas horas los investigadores insisten en volver a desviar la investigación y llevarla al terreno de la trata de personas y la pedofilia. En tal sentido, ayer se ha hecho trascender un supuesto peritaje que demostraría que Candela fue violada en su cautiverio. ¿Cómo es posible que, ni los médicos que vieron a la pequeña ni la autopsia que le fue efectuada la semana pasada, descubrieran semejante revelación? ¿Por qué si fue violada no tenía en la parte interior de sus piernas los típicos moretones que ostentan las víctimas de abuso? Nada cierra y todo cierra.
A esta altura, luego de todo lo antedicho, es imposible insistir en negar que el asesinato de Candela está enmarcado en una venganza entre personas que se conocían. Por caso, se ha comprobado en las últimas horas que Carola Labrador, mamá de la pequeña, habló al menos una vez con su hija mientras estaba en cautiverio.
Tribuna lo sugirió hace una semana: "¿Hubo una comunicación entre Carola Labrador y su hija mientras esta estuvo en cautiverio? Es una de las sospechas que hoy corroe la cabeza del fiscal. De la misma manera, el funcionario está seguro de que existe un teléfono celular que nunca fue aportado a la Justicia por parte de la mamá de Candela a la hora de cruzar los llamados", se publicó el 6 de septiembre pasado, al tiempo que se anticipó que habría "novedades en ese sentido".
En el mismo artículo se hizo hincapié en un punto crucial para la investigación: "Esa línea sería clave para entender los vínculos entre las familias Rodríguez-Labrador con narcotraficantes de la zona de Villa Tesei."
Concluyendo
En las últimas horas, dos nuevos "perejiles"… perdón, dos nuevos "sospechosos" fueron aprehendidos en el marco del crimen de Candela, uno de ellos es un remisero de treinta y cinco años y por cuya detención algunos de sus vecinos planean efectuar esta misma tarde una marcha. Es que, según estos, se trata de un nuevo chivo expiatorio.
Hay que recordar que la mayor parte de las medidas que efectúa la Justicia en los últimos días están relacionadas al testimonio de un testigo de identidad reservada de dudosa credibilidad. Su testimonio fue rebatido por este medio y luego por los diarios Perfil y La Nación.
En fin, cuando toda la trama termine de derrumbarse, ¿quién se hará cargo de tanta ineptitud e improbidad? Por ahora, hay varios anotados para dar explicaciones: el juez Alfredo Meade, los fiscales Federico Nieva Woodgate y Marcelo Tavolaro, y el jefe de la policía Juan Carlos Paggi.
No es poco.
Christian Sanz
Twitter: @cesanz1