Si EE UU decidiera finalmente no brindar su apoyo a la Argentina, ésta podría enfrentar serios obstáculos financieros. De hecho, esa tendencia quedó plasmada en las últimas votaciones.
Sin embargo, sería sumamente saludable recordar siempre que si existe un quehacer humano altamente eficiente en la simulación, ese quehacer es la política. Si no se logra ser un maestro en materia de hipocresía y engaño, no se puede ser político.
Aunque, muy de tanto en tanto, es posible encontrar alguna rara excepción dentro del sistema, el político de por sí, constituye una clase especial, cuya esencia es mucho mas peligrosa que la de los actores del hampa. Al menos éstos últimos no se preocupan siquiera por vender una imagen de personas honorables que solo aspiran al bien común. En el hampa, son lo que son, y hasta se enorgullecen de ello. En todo caso, resultan muchísimo mas auténticos que la mayoría de los políticos, de aquí, del mundo, y de toda la historia hasta nuestros días.
De todas formas, el potencial voto “no positivo” de EE UU en los organismos internacionales, podría ser muy perjudicial para la economía local, mucho mas considerando el triunfo arrasador que Cristina Kirchner tendría el próximo 23 del corriente. Peor aún, con un primer mundo inmerso en una crisis que lo dejó al borde del peor escenario imaginable, y un Brasil decidido a proteger su industria nacional, mejorando el tipo de cambio real, ajustando el nominal, y habiendo ya impuesto trabas a algunas exportaciones argentinas en materia de comestibles.
Tal como adelantáramos hace muy pocos días en “EE UU en campaña para que no le otorguen créditos a la Argentina” , la administración de Barack Obama entiende que nuestro país ha incumplido reiteradamente las normas internacionales en materia financiera. En este sentido, USA intenta impedir que se sigan gestionando créditos a nuestro favor, tanto del BID como del Banco Mundial, entidades que constituyen hoy por hoy, las principales fuentes de financiamiento externo a tasas bajas con las que cuenta la economía doméstica, sobre todo, considerando su alejamiento del mercado de capitales.
Existe un gran temor en el empresariado y funcionarios locales de que ciertos sectores político-financieros del país del norte, logren que el GAFI —Grupo de Acción Financiera—, sancione a la Argentina por su incumplimiento en la lucha contra el lavado de activos. Paralelamente, el malestar contra nuestro país se ha incrementado porque se acusa a la gestión de Cristina Fernández, no solamente de no pagar los fallos emanados del CIADI —Centro Internacional para la Disputa en Inversiones del Banco Mundial—, sino que también por rehusarse a negociar con los bonistas excluídos del canje de deuda.
Lo expuesto, no solo significaría un grave revés político y desequilibraría todo el sistema financiero local, sino que además, acrecentaría la incertidumbre cambiaria y las tasas de interés sobre los créditos.
Aún mas, la preocupación se acentúa porque nuevamente reflota la versión de que habría intenciones de desplazar al país del foro económico actual más importante, el G-20.
De todos modos, tal como se señalara en párrafos preliminares, la política no existe, lo que existen son políticos, y como tales, fieles a sus principios, sabrán cómo decir a último momento que “luego de arduas negociaciones”, aquí no ha pasado nada. O, tal como reza ese viejo dicho popular “entre bueyes, nunca hay cornadas”.
Nidia G. Osimani