En los últimos días, llegaron a la redacción de este periódico dos mensajes que intentaban alertar respecto a nuevas formas de robo por parte de taxistas. Ambos llegaron por separado, pero su contenido es igual de alarmante.
El primero de ellos cuenta algo ocurrido supuestamente en Mendoza:
Esto pasó acá en Maipú, por favor difundan ya que todos podemos ser víctimas. Un grupo de chicas jóvenes salieron de bailar de un boliche en Chacras (de Coria), tomaron un taxi y cuando solo quedaba una chica dentro del auto el taxista le dijo que si lo esperaba un minuto que tenía que pasar por su casa a buscar algo que necesitaba.
A la chica le pareció raro y llamó a su papá diciéndole la dirección. El padre fue con la policía y llegó justo a tiempo para ayudar a su hija.
Dentro de la supuesta casa del taxista había 10 chicas más, más o menos de la misma edad; todas rapadas listas para ser sacadas de la provincia. Esto no es una cadena, por favor transmitan.
Lo primero que debe decirse es que el supuesto hecho denunciado nunca ocurrió. Ello fue desmentido por el jefe de Policía de Mendoza a Tribuna de Periodistas.
Luego, hay que mencionar que el correo posee todos los elementos típicos de una leyenda urbana: en primer lugar, no da elementos precisos de donde ocurrió el supuesto hecho; luego, abusa de ciertos términos que intentan darle credibilidad a la historia, y finalmente apela a la famosa leyenda de que "no es una cadena".
El segundo mensaje llegado a esta redacción, también vinculado a taxistas e inseguridad —en este caso un intento de robo a un chofer—, dice lo siguiente:
Esta mañana hemos recibido en nuestro servicio a un compañero de trabajo a quien se le trató de provocar un desmayo para luego ser asaltado. Lo que sucedió fue que mientras viajaba en el taxi, el chofer (un señor de edad aparentemente 'inofensivo') le dio su celular para que lo ayudara, a recibir una llamada, pues él no quería ir contra la ley. En el momento que nuestro compañero ha presionado la tecla de recepción ha sentido una fuerte descarga eléctrica que lo dejó al borde del desmayo.
Afortunadamente se trata de una persona joven y pudo resistir la descarga, a pesar de su juventud sintió taquicardia (aceleración de los latidos cardiacos) y sensación de desvanecimiento. Esto a una persona mayor o con alguna afección cardiaca podría producirle pérdida de conocimiento e inclusive la muerte. El enfermo fue atracado, quitándole sus pertenencias, dinero, etc., hasta que fue abandonado en un paraje solitario y conducido por alguien al hospital, donde se repuso y contó lo sucedido.
Estos 'celulares' son adaptados para que produzcan una descarga eléctrica y funcionan como los aparatos utilizados por la policía para reducir a los maleantes.
En este caso, también la historia es irreal; no hay datos concretos de las personas involucradas y mucho menos del lugar donde habría ocurrido el hecho.
Sí bien es real que existen aparatos celulares que dan descargas eléctricas, no lo hacen de la manera en la que se describe en el mensaje de alerta.
Sirva lo aquí revelado para poner más cuidado a la hora de difundir una historia, cualquiera que sea. La información debe ser parte de un proceso de mínimo chequeo antes de ser comunicada terceras personas.
De lo contrario, solo se contribuye a alarmar a la ciudadanía innecesariamente. Por otro lado, al darle crédito a estas y otras leyendas urbanas, se estigmatizan ciertos sectores de la sociedad de manera injusta.
Ya lo dijo alguna vez Friedrich Nietzsche: "La irracionalidad de una cosa no es un argumento en contra de su existencia, sino más bien una condición de la misma".
Christian Sanz
Twitter: @cesanz1