Después de más de nueve años de estar en el poder, el kirchnerismo acaba de descubrir que la matriz energética argentina no da para más. Luego de asegurar una y otra vez que eran improcedentes los pedidos de incremento tarifario solicitados por grandes empresas, como Edenor y Ededur, el Gobierno refrendó eso mismo: que subirán los precios de la luz y el gas hasta $300 por bimestre.
El anuncio lo hicieron a través de una interminable conferencia de prensa el ministro de Planificación, Julio De Vido, y el viceministro de Economía, Axel Kicillof. Ambos aclararon que el dinero que se recaude por sobre las tarifas actuales no irán a las firmas ad hoc, sino a la creación de dos fondos con los cuales se financiará la ampliación de la red gasífera y de electricidad.
En una ensalada de explicaciones incongruentes, que llegaron incluso a la mención de la última dictadura militar como responsable del problema actual, ambos funcionarios intentaron suavizar el “tarifazo” que viene: "Vamos a continuar con tarifas bajas", adelantó Kicillof. Poco antes, había cometido un curioso “sincericidio”: "Vamos a hacer un aumento... eh, un cambio.... un incremento tarifario que va a ir a los fondos de obras de gas y electricidad".
En tal sentido, fue interesante cómo los funcionarios se esforzaron en no mencionar la palabra ”inflación” a efectos de justificar el incremento que viene. Apelaron entonces a los aumentos de índices de vida que se ven empujados por… la inflación.
La incomodidad de tener que hacer un anuncio tan impopular —basta saber que afectará a más de diez millones de hogares— se pudo ver en el rostro de ambos disertantes. ¿Cómo explicar todo lo que no se hizo en los últimos nueve años? ¿Cómo conjugar lo que se dijo hoy con los negociados energéticos que vinculan a funcionarios de la cartera de Planificación Federal con sus pares venezolanos?
Para suavizar sus dichos, Kicillof adelantó que el Poder Ejecutivo continuará subsidiando el consumo. "Es una convicción que tenemos que tener tarifas subsidiadas para tener una mejor competitividad con respecto a otros país", aclaró. En lugar de ello, ¿no es preferible mantener los valores como hasta ahora o hacer que el aumento sea menor?
El incremento es un golpe muy fuerte al bolsillo de los argentinos y llega en el peor momento: cuando persiste el debate por la baja del mínimo no imponible del injusto Impuesto a las Ganancias Cuarta Categoría que pagan muchos trabajadores.
Kiciloff lo sabe, y por eso admitió que "el subsidio a la luz y el subsidio al gas es salario indirecto". Ergo, al aumentar los precios de la energía, el Gobierno estaría bajando los sueldos “de facto”.
Mientras estas líneas terminan de escribirse, la conferencia de prensa aún sigue adelante, con la posta tomada por De Vido, quien insiste en mostrar confusos cuadros que no terminan de explicar lo básico: lo que no se hizo durante casi diez años. La innecesaria extensión del discurso oficial es sintomático per se: demuestra que el kirchnerismo no sabe cómo explicar lo inexplicable.
Christian Sanz
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