En los últimos días, se hizo pública una interesante discusión en el marco de las polémicas negociaciones entre la Argentina e Irán, a través de la cual el titular de la AMIA advirtió que podría haber un tercer atentado en el país.
“Lo único que hace (Cristina Kirchner) es convalidar este filme dando lugar a que esto se vuelva a repetir”, advirtió Guillermo Borger, provocando la inmediata furia de la Presidenta.
¿Es así? ¿Existe la posibilidad de un tercer atentado en Argentina? Para responder a esa pregunta hace falta conocer los detalles que rodearon a los luctuosos hechos ocurridos en marzo de 1992 y en julio de 1994. Eso es, los atentados a la Embajada de Israel y a la AMIA.
Contra todo lo que se ha dicho hasta ahora, nada tienen que ver esos ataques con escisiones de la pelea en Medio Oriente entre árabes y judíos. Fueron más bien mensajes puntuales contra el entonces presidente Carlos Menem por acuerdos no cumplidos con el entonces mandatario de Siria, Haffez Al Assad, tal cual confirmaron importantísimas fuentes del menemismo a este periodista. Domingo Cavallo, entonces Ministro de Economía; Oscar Spinosa Melo, ex embajador en Chile; y hasta Mario Rotundo, cajero de la campaña del caudillo riojano, fueron solo algunos de los que dieron detalles de esos pactos jamás respetados.
No es casual en tal sentido que Zulema Yoma insista en hablar de la muerte de su hijo, Carlitos Menem, como el “tercer atentado”, tal cual recordó ayer mismo Cristina Kirchner a través de su cuenta de Twitter.
Los documentos que prueban la existencia de la “pista Siria” detrás de los ataques en Buenos Aires, son abundantes y aparecen en el expediente que investiga lo ocurrido en la AMIA. Allí, una docena de personajes sirios aparecen comprometidos de una u otra manera en ese atentado. Sin embargo, se insiste en mencionar la culpabilidad de Irán sin existir siquiera un 1% de la evidencia que sí hay respecto a la responsabilidad de Siria.
¿Cuál es entonces la base que sustenta la acusación contra puntuales sicarios iraníes? Ciertamente, no existe ninguna evidencia concreta, solo documentos secretos de la CIA y el Mossad que nadie jamás ha visto.
No es chiste: el propio fiscal especial que investiga el atentado a la AMIA, Alberto Nissman —quien, dicho sea de paso, jamás se animó a debatir con quien escribe estas líneas—, admitió al momento de pedir la captura de los iraníes que hoy están bajo el foco de la tormenta, que jamás accedió a los documentos norteamericanos y/o israelíes.
Como puede verse, todo se trata de una gran “profesión de fe”.
El tercer atentado
Los alertas sobre un posible “tercer atentado” no son nuevos ni novedosos. Ocasionales referentes de la AMIA y la DAIA vienen amenazando desde mediados de los años 90 con esa posibilidad y hasta se escribió un fantasioso libro con ese mismo título. Lo hizo el siempre errático periodista Walter Goobar.
Como era de prever, los años pasaron y jamás nada sucedió. A pesar de ello, nadie salió a pedir disculpas por tanta profecía fallida. En fin, nada para sorprenderse en la Argentina.
Se insiste: ¿Podría ocurrir hoy lo que no sucedió en los 90? Para nada, no al menos un hecho que se vincule a los atentados a la Embajada de Israel y la AMIA.
Primero, porque Menem no está ya en el poder y ambos fueron mensajes hacia su persona. Segundo, porque la investigación judicial jamás avanzó sobre los verdaderos responsables de sendos hechos. ¿Para qué insistirían estos en llevar todas las miradas hacia sus impunes trayectorias luego de tanto tiempo?
Como se dijo más arriba, la evidencia respecto a los atentados en Buenos Aires es abundante. Por caso, este cronista viene ofreciéndola a los diferentes titulares de AMIA y DAIA durante los últimos 15 años sin que estos se muestren interesados.
El propio Borger fue uno de los que “ninguneó” el ofrecimiento en el año 2008, a horas de haber asumido su cargo (ver documento adjunto). ¿Cómo rasgarse las vestiduras luego de tal desinterés?
Parte de esas pruebas, fueron finalmente reveladas en el libro que, quien escribe estas líneas, publicó en 2007 junto al colega Fernando Paolella: AMIA, la gran mentira oficial.
Allí quedan reflejadas todas y cada una de las mentiras que se han sostenido a lo largo de los últimos 18 años respecto a lo sucedido el 18 de julio de 1994.
¿Por qué se encubre hasta el día de hoy a Siria? ¿Por qué no se hacen públicos los documentos de la CIA y el Mossad? En realidad, hay intereses de todo tipo detrás de esa respuesta, incluidos los que atañen a los siempre infructuosos acuerdos de paz en Medio Oriente.
No obstante ello, la verdad se va revelando a fuerza del paso del tiempo. El derribamiento de las falacias históricas que se sostuvieron a lo largo de tanto tiempo, empieza a mostrarse de la manera más cruda.
Lo único que faltaría ahora es lo esencial: que alguien se haga cargo de haberse burlado de los familiares de 85 víctimas durante más de 18 años.