Viviana era una gran persona. Si bien muchos saben que era una gran periodista, quienes la conocimos en intimidad sabemos que, aparte, era un excelente ser humano. 

    Yo no recuerdo cuándo la conocí, creo que fue caminando los pasillos de los canales de TV y la radio hace algunos años. Yo promocionaba mis libros de denuncia y ella era invitada a opinar acerca de los más disímiles temas en los programas más vistos de la grilla. Y es que Viviana investigó de todo un poco: desde las estafas de adivinos y brujos hasta los grupos de choque de la política. Ella estaba en todo.

    Cuando algún periodista buscaba un dato difícil de conseguir o necesitaba contactarse con un personaje inubicable, era común que otro colega le recomendara: "llamá a la Gorbato, seguro que ella te soluciona el tema". Y ella lo hacía, Vivi era una "caja de pandora" y lo demostraba a cada paso.

    Aunque pocos lo sepan, ella fue una de las mejores periodistas de investigación que hubo en el país, un género que se está perdiendo cada vez más. A este colega le brindó no pocos consejos desinteresados que lo ayudaron a mejorar sus propias técnicas de investigación. A ella le debo el impulso de escribir mi último libro acerca del crimen de Poli Armentano a manos de Guillermo Cóppola. Ella me apabullaba siempre sobre el tema y me aseguraba que ese hecho estaba muy relacionado con mi investigación sobre la muerte de Carlitos Menem. Lo contaba de tal manera que era imposible no interesarse en ello.

    Es dable destacar que Viviana fue profesora de letras, obtuvo el "General Certificate of Education de la Universidad" de Londres, Inglaterra y trabajó en los más importantes medios periodísticos. Era tan buena en lo suyo que algunos de sus trabajos recibieron premios nacionales e internacionales.

    Yo nunca me sentí identificado con ella, pero admiraba ciertas cosas acerca de su persona. Viviana tenía un empuje tremendo. Y lo demostraba en cada uno de sus actos. 

    A mí siempre me pareció que se tomaba las cosas demasiado a pecho y no me parecía nada saludable. Con el paso del tiempo me di cuenta que eso era una gran virtud. Así fue que Viviana llegó a ser lo que quiso ser, tremendo esfuerzo mediante. 

    Yo he sido testigo directo de sus caras de agotamiento a causa del cansancio por no parar de trabajar todo el tiempo. Ella no tenía prurito alguno en "meterse de lleno" en cada tema que investigaba para llegar al fondo de lo que buscaba. Pocos periodistas pueden jactarse de ello. Recuerdo a Viviana peleando para no dormirse en algunos boliches en los que me la he cruzado casualmente mientras investigaba los pormenores de lo que luego fue su libro "Noche tras noche".

    Fue de esa manera que Viviana logró lo que quería. Y demostró que el destino es forjable de acuerdo a lo que queramos lograr, más allá de las trabas diarias de la vida. Ella ha tenido que sortear la ingratitud de su propia familia que nunca ha sabido valorar su gran trayectoria y trabajo. Tal vez por eso nos conmociona tanto saber que ha fallecido abruptamente. 

    Viviana se fue repentinamente, como quien no espera el salto de la muerte. Es decir, uno nunca espera morir, pero menos todavía teniendo un futuro tan promisorio y muchos años por vivir.

    Ese mismo destino que Viviana supo enfrentar a fuerza de golpes y prejuicios quiso que hoy no estuviera con nosotros. Tal vez porque quería trascender más de lo que podía. Tal vez porque se esforzaba demasiado. Ya ni importa el porqué, importa que no está. 

    Nunca terminaré de entender el sentido de todo esto. El porqué de la vida, el porqué de la muerte. Yo nunca voy a entender por qué se van los mejores y los peores nunca reciben siquiera un castigo mínimo. 

    Lo cierto es que va a ser imposible olvidarse de Viviana. Ella va a seguir estando en cada uno de esos lugares donde circulaba. Va a estar presente en sus diarios recorridos y sus cosas van a seguir teniendo una irremediable parte de ella. 

    Agradezco a la vida haberla conocido. Agradezco haber sido parte de la historia de una persona que supo vencer las miserias del destino que le tocó vivir. 

    Como lección de vida, espero que su muerte no haya sido en vano. Para mi, por lo menos, no lo ha sido. 

    Hasta siempre Vivi... Infinitamente gracias.

(Tu amigo) Christian Sanz