El pasado 10 de junio era asesinada la joven Ángeles Rawson en el marco de un hecho que conmocionó a la sociedad por su brutalidad, principalmente porque su cuerpo apareció destrozado dentro de basural del Ceamse.
Casi dos meses después, aún no está claro cómo fue asesinada, qué provocó su muerte ni tampoco el lugar exacto en el que ocurrió. No es lo único que llama la atención en un expediente que en un principio parecía sencillo de resolver: aún no se han peritado los elementos más importantes, hay testigos que jamás han sido llamados a declarar y hasta se corrompió la cadena de custodia del ADN.
Asimismo, expertos judiciales aseguran que la instrucción de la causa judicial fue sospechosamente mal armada y que la indagación solo se direccionó en un sentido.
El experto en casos policiales Mauro Szeta también planteó sus dudas al respecto: “Primero, se dijo que se había encontrado ADN de Ángeles, en el departamento de Mangeri. Es más, se precisó que el patrón genético de la víctima había aparecido en el piso del departamento del portero. Días después, todo se desmintió. El informe oficial reveló luego que la prueba genética recolectada en el piso del departamento de Mangeri era imposible de analizar, o mejor dicho, la mezcla de perfiles genéticos era tal, que se hacía imposible determinar a quién pertenecía la evidencia”.
Lo mismo pasó con el análisis de la soga que se usó para atar a la víctima. Se afirmó primero que se había encontrado un pelo de Mangeri, se afirmó luego que había prueba de contacto que revelaba ADN de Mangeri en la soga. A las horas, nomás, todo esto se desmintió. El informe oficial revelaba que no se podía excluir a Mangeri de la muestra, pero no se podía asegurar que se tratara de él.
A ello hay que sumarle el escándalo del tercer ADN, uno de los más vergonzosos del caso. Oportunamente, el doctor Enzo Canónaco de la Morgue Judicial se comunicó con el juez de la causa Javier Ríos y le informó que había ADN del perito genetista de la defensa, Gabriel Boselli, en la muestra levantada en el departamento de Mangeri. Por este dato, el juez empezó a plantearse hipótesis que fueron desde la contaminación hasta la teoría de la destrucción de prueba. “Pero a las horas, el mismo Canónaco, volvió a comunicarse con el juez, y relativizó su propio informe, advirtiendo que no era tan seguro que se tratase de ADN de Boselli”, según Szeta.
Tampoco quedaron claras las contradicciones de la familia: tanto el padrastro como la madre de Ángeles dijeron una cosa, luego dijeron lo contrario. Tampoco pueden explicar de qué viven y por qué ostentan un nivel de vida como el que llevan. Sergio Opatowski, por caso, no registra antecedente laboral alguno en toda su vida.
Y más dudas aún: ¿Cómo se explica que en la cuenta de Jimena Aduriz, madre de Ángeles, aparecieran repentinamente un millón trescientos mil dólares?
Ello sin mencionar la participación insistente del secretario de Seguridad Sergio Berni, quien intervino de manera directa en las fases más complejas de la investigación, siempre de manera subrepticia. ¿Por qué su interés persistente en este expediente?
No hay respuesta aún a esas preguntas, a las cuales se suman otros interrogantes: ¿por qué aún no aparecen los resultados de la mayoría de los peritajes, principalmente al automóvil del encargado? ¿Por qué aún no se sabe a ciencia cierta qué había en la netbook de Ángeles? ¿Por qué nunca se hizo ADN al núcleo familiar?
Sobre la base de todas las irregularidades mencionadas, la defensa del encargado planteará la nulidad total del expediente.
El próximo 29 de agosto, la Cámara criminal dará su veredicto al respecto. Ese día, se sabrá si cae la causa judicial —lo cual sería un verdadero escándalo— o si sigue todo como hasta ahora. Es decir, sin mayores respuestas concretas.
Christian Sanz
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