Las cosas no salieron finalmente como se esperaban en el seno del kirchnerismo. Es bien cierto que fue un alivio saber que Cristina Kirchner se encuentra mejor a nivel neurológico; sin embargo, nadie esperaba desayunarse con esta nueva complicación cardíaca por parte de la mandataria.
¿Qué ocurrirá de ahora en adelante? ¿Quién tomará el control en caso de que el próximo lunes los médicos de la Favaloro dictaminen que la jefa de Estado aún no puede hacerse cargo del Ejecutivo nacional?
Nadie esperaba ni imaginaba que aparecería esta nueva complicación coronaria, la cual es tan imprecisa como inquietante. Lo que se esconde bajo el cuadro eufemístico de la arritmia, son diversas afecciones que ostentan puntuales complejidades: no es lo mismo que Cristina tenga taquicardia auricular a que tenga solo palpitaciones, taquicardia supraventricular paroxística, bradicardia o taquicardia ventricular.
Cada uno de esos cuadros denota una complejidad diferente y, dependiendo de lo que tenga el corazón de la presidenta, podría tratarse de algo más o menos grave. Lo que sí está claro es que la arritmia, en cualquiera de sus formas, denota el mal funcionamiento coronario.
Un reconocido médico cardiólogo —mediático él— dejó a este periodista una curiosa evaluación basada en la poca información existente: “El tan publicitado bloqueo de rama izquierda que presentó Cristina solo se da en corazones enfermos, entre otras razones por afecciones coronarias. Sugestivamente cuando ella ingreso a la Fundación Favaloro le hicieron un cateterismo cardiaco, procedimiento invasivo que no se hace por las dudas, para tener más información”.
En tal sentido, el galeno se animó a hacer un diagnóstico puntual: “Todo me hace pensar que tiene una coronariopatía, verdadera razón por la que debe cuidarse de stress”.
Independientemente del cuadro puntual de Cristina, en estas horas su gabinete se encuentra virtualmente en guerra. Ministros hacen operaciones entre sí y todos desconfían de todos. Las batallas a las que en estas horas debe prestarse atención, son las que llevan adelante Julio De Vido contra Florencio Randazzo y Carlos Zannini versus Amado Boudou.
Dicho sea de paso, la mala racha del vicepresidente a cargo del Ejecutivo no estaría desvinculada de las gestiones que llevó a cabo el secretario de Legal y Técnica en las últimas semanas.
También se ha desatado una pelea sorda en el seno de Economía, donde todos se apuntan entre sí, pero especialmente gatillan contra Guillermo Moreno, a quien acusan del fracaso de la política para frenar la escalada —y la fuga— del dólar.
En ese contexto, la prolongada ausencia de Cristina solo parece tender a profundizar las diferencias. Ocurre en el peor momento, donde el propio PJ habla de una “transición” de cara a 2015 y en el marco de un fenómeno curioso: cada vez se habla menos de kirchnerismo y más de peronismo. ¿Acaso el escenario no es similar al vivido durante los últimos años del menemismo?
Como en aquellos días de fines de los 90, los jueces vuelven a envalentonarse y avanzan contra los intereses del oficialismo. El más complicado allí es Amado Boudou, quien sufrió dos reveses “al hilo” en los últimos días en sendas causas judiciales. En una de ellas está por ser llamado a declaración indagatoria.
Otro que está por sufrir igual desgracia es Aníbal Fernández, quien quedó bajo todas las miradas luego de que el viernes se conociera el documento que emitió la Conferencia Episcopal Argentina acerca de los vínculos entre la política, la policía y el tráfico de estupefacientes.
En un escrito titulado "el drama del narcotráfico y la droga", la Iglesia “lamentó” que el Poder Ejecutivo lleve varios meses sin nombrar al reemplazante de Rafael Bielsa en el Sedronar, el organismo que instrumenta políticas en este tema. Ese sayo le cabe perfectamente a Fernández, quien erosionó la oficina antidrogas durante años hasta hacer renunciar a su entonces titular, José Granero.
Primero le fue escatimando presupuesto, luego intentó quitarle el control de los precursores químicos —muchos aún sospechan de sus intenciones— y finalmente logró descabezar la Sedronar. ¿Pueden desconocer estos datos los miembros de la Conferencia Episcopal? Para nada, sobre todo porque han seguido muy de cerca las denuncias efectuadas por Gustavo Vera, de la fundación La Alameda.
Pero no es Fernández el único que quedaría apuntado por lo que dice la Iglesia, hay otros dirigentes, especialmente en el conurbano bonaerense y el interior del país, que aparecen sospechados por sus vínculos, no solo con la droga sino también ciertas “mafias” policiales que permiten su tráfico.
El documento de marras incomoda al gobierno, especialmente en el punto número cinco, donde dice que “es funcional y cómplice quien pudiendo hacer algo se desentiende, se lava las manos y mira para otro lado”. A ese respecto: ¿Qué está haciendo el gobierno frente a las sospechas que se ciernen sobre ciertos intendentes y funcionarios? ¿Por qué no se involucra el Ejecutivo a la hora de volver a dar acción —y reacción— a la Sedronar?
La respuesta a esas preguntas puede tener múltiples respuestas, ninguna de ellas inocente. ¿Quién puede señalar a quién? ¿Alguien está libre de pecado?
Hay quienes aún recuerdan un dato que jamás dejó de incomodar a Cristina. Tiene que ver con el financiamiento de su campaña política en 2007: allí aparecieron fondos de dos narcotraficantes de frondoso prontuario. Uno de ellos es Ibar Esteban Pérez Corradi, célebre no solo por ser prófugo del triple crimen de General Rodríguez, sino también sindicado por la Embajada de EEUU como el nexo entre laboratorios argentinos y narcos mexicanos.
Como sea, a este escenario deberá adecuarse la presidenta de ahora en más. Siempre dependiendo de lo que digan los médicos.
¿Cristina estará en posición de enfrentar las batallas que vienen? Esto es apenas una partecita de lo que se terminará de definir mañana mismo bajo la rúbrica de dos imprescindibles galenos de la Favaloro.
Christian Sanz
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