La muerte de la pequeña Luciana Rodríguez, ocurrida el pasado 7 de enero, todavía sigue dando qué hablar. Aún cuando el expediente judicial avanza raudamente y todo parece indicar que prontamente se llegará hasta los responsables de lo ocurrido, la sociedad no termina de digerir lo ocurrido.
¿Por qué no se pudo evitar lo sucedido? ¿Qué es lo que provocó esta tragedia que era claramente evitable? ¿Cuántas señales dio Luciana antes de ser muerta a golpes?
Demasiadas preguntas para tan pocas respuestas. Hoy la sociedad señala a la madre y al padrastro de la pequeña —Jorge Orellano y Rita Evelyn Rodríguez— pero las responsabilidades van allende sus meras potestades. ¿Qué hicieron los funcionarios estatales que debían ocuparse de la seguridad de Luciana? ¿Qué hay de aquellos que recepcionaron —e ignoraron— las inquietudes de la abuela de la niña, que anticipó con cruel precisión como sería el desenlace de esta historia? ¿Qué hizo la sociedad frente a este y otros casos de violencia contra menores?
A todos les cabe la responsabilidad por lo sucedido, incluso a los medios de prensa, que jamás dieron importancia a los señalamientos familiares que buscaron evitar que Luciana finalizara sus días en la manera en que lo hizo. Ergo, ¿quién puede arrojar la primera piedra?
La sociedad siempre prefiere mirar para otro lado y creer que el problema es de alguien más. Es la mejor manera de escapara a la eventual culpa que podría sentir más de uno.
Lo ocurrido, ¿no es acaso un reflejo de cómo el tejido social se encuentra hoy enfermo y en agonía creciente?
Luciana es solo una anécdota: hay cientos de casos similares o peores, que se conocerán únicamente si terminan de la misma manera que el de esta pequeña de 3 años.
Sergio Zanier, ex director de la entonces DINADIF (actual DINAF) y ex titular del Consejo Provincial de Minoridad y Adolescencia, advirtió a ese respecto que la figura de Luciana "es hoy uno de los miles de náufragos a la intemperie que son víctimas". Esto se traduce en que "hay demasiada responsabilidad diluida. Existen demasiadas redes que descargan responsabilidades unas a otras".
El ex funcionario apunta a la inexistencia de una “red estatal” que pueda contener situaciones como la acaecida a través de sus instituciones y organismos como la DINAF, OAL y la línea 102.
Sin embargo, como se dijo, la responsabilidad es general, de la sociedad toda. Así lo explica María Valeria Pérez Chaca, trabajadora social y especialista en Familia, Niñez y Adolescencia: “Es un proceso de reproducción social que necesita de la responsabilidad de todos. Por ejemplo, una mamá de 24 años, con tres embarazos y tres niños en tres años: algo tendría que haber hecho el sistema de salud con esta mamá, que además tiene problemas de consumo. Esa mamá es un producto social, al igual que el padrastro, porque también ha pasado por un sistema penitenciario que tampoco lo ha rehabilitado y que lo ha largado a la calle. Además hay una trayectoria en un sistema educativo”.
Decálogo de claves
Para comprender lo ocurrido con Luciana y entender de qué manera se llegó al estado de situación que alcanzó este caso, hace falta centrarse en diez tópicos fundamentales:
1- Orellano y Rodríguez, padrastro y madre de la niña respectivamente, acumulaban en su haber unas 15 denuncias por parte de testigos de diversa índole que juraban que Luciana era víctima de violencia por parte de estos.
2-La pequeña estuvo medio año al cuidado de su tía Romina Sánchez, a quien al DINAF se la quitó para restituirla a su madre.
3-Los investigadores sospechan que el responsable material de la muerte de Luciana es su padrastro, Jorge Orellano. Dos elementos lo comprometen gravemente: primero, el hecho de haber estado solo con la pequeña —la madre en ese momento no se encontraba en el lugar—; segundo, el haber llevado a la niña —¿muerta ya?— a la Clínica Santa María de Ciudad y dejarla abandonada a su suerte.
4-Claudia Rivas, abuela de Luciana, denunció incontable cantidad de veces la situación de violencia que vivía la pequeña, la última vez fue el 31 de diciembre, siete días antes de que la mataran.
5-Orellano era una bomba de tiempo, fichado por la policía por la enorme cantidad de delitos que ostenta en su haber: robo a mano armada, hurto, privación ilegítima de la libertad y tenencia ilegal de armas de fuego son solo algunos de los hechos que lo complicaron en su vida. Por caso, estuvo largamente preso en la cárcel Boulogne Sur Mer.
6-Quedó demostrado que la Municipalidad de Guaymallén ostenta, al menos, tres actuaciones refrendadas por el equipo de asistencia social en el periodo que Luciana vivió con su tía en una vivienda de Rodeo de la Cruz. Según se documentó, la primera vez que el municipio tomó conocimiento de la niña fue el 26 de junio, cuando la tía que la tenía a su cargo solicitó ayuda social ante la comuna. Posteriormente, el día 3 de julio llegó hasta la vivienda de la mujer un equipo del área de Desarrollo Social para gestionar un subsidio municipal y se realizó la entrega de colchones, frazadas y mercadería.
7-Otro documento, esta vez proveniente del Departamento de Familia, Niñez y Adolescencia de la Municipalidad de Mendoza, recomendó con elocuencia que Luciana no fuera restituida a su madre y padrastro. “Resulta preocupante lo transmitido por el operador social, quien observa al momento de la restitución de la niña Luciana al Sr. Orellano cierta resistencia de la misma a ingresar a la vivienda, donde se produce forcejeo, tironeo y llanto entre la niña y la pareja de la madre, a quien no veía desde hacía 4 meses. Este aspecto deber tenerse en cuenta que existirían antecedentes de maltrato hacia la niña”, dice el paper.
8-La fiscal Claudia Ríos intervino de oficio —sin que nadie lo solicitara— y aportó documentación a la causa proveniente del OAL, con nombres de funcionarios públicos que tuvieron concreta intervención y dieron directivas desde el nacimiento hasta la muerte de Luciana.
9-Dos cuidacoches fueron los que permitieron a la justicia avanzar sobre la familia de Luciana. El primero, José Medina, fue quien contó detalles de cómo era el trato de Orellana y Rodríguez para con ella; el segundo, Maximiliano Noguera —aparecido en las últimas horas—, reveló detalles escabrosos del maltrato del padrastro hacia la niña. Por caso, reveló que fue testigo de cómo el hombre le dio a Luciana una feroz patada en la espalda en una oportunidad por no haberse querido acostar temprano. El cuidacoches quiso hacer la denuncia pertinente en la Comisaría 3 de Ciudad pero no se la tomaron, argumentando que se trataba de un delito de índole privada.
10-Se prevé que el próximo lunes Orellano declare ante los investigadores que Luciana se golpeó accidentalmente, lo cual ya ha sido descartado luego de los peritajes de rigor. “La hipótesis del accidente no puede ser atendida por la Justicia. Antes de la muerte también hubo golpes e incluso cuando murió tenía un hematoma encéfalocraneana y varias lesiones en el cuerpo, como quemaduras de cigarrillo. Esto no puede ser un accidente”, advirtió Oscar Mellado, abogado de la familia Rodríguez.
Concluyendo
Teniendo en cuenta todo lo aquí publicado, queda claro que era casi imposible que Luciana terminara de otra manera que no fuera como terminó.
Una explosiva mezcla de maltrato familiar, ineficacia oficial y desinterés ciudadano no podía aportar otro resultado.
Es sencillo en estas horas hablar al respecto y acusar con el dedo a los supuestos responsables. Más útil sería trabajar en la prevención, para que no vuelva a ocurrir otra vez lo mismo con otros menores.
La ya mencionada especialista Pérez Chaca lo explica mejor que nadie: “Hoy lo que pasó tiene nombre y apellido. Pero si no están aceitados los mecanismos de ejecución de las leyes (como lo es el de minoridad) estas situaciones no sólo pueden volver a pasar: es probable que estén asando, solamente que es invisible, no tienen nombre y apellido”.
Christian Sanz
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