“Resulta preocupante que un diputado de la Nación viaje a las islas Malvinas acompañado de alguien que habría atentado contra la democracia alzándose en armas”, disparó el kirchnerista Guillermo Carmona en relación al viaje que Julio Cobos hizo hace unos días al archipiélago en disputa con Gran Bretaña.
¿De quién hablaba el legislador oficialista? Del teniente retirado José Martiniano Duarte, acusado por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) de haber participado del alzamiento carapintada contra el gobierno radical de Raúl Alfonsín, en el año 1987.
Pero no es todo: el 28 de febrero de 2008, en el marco del juicio contra militares por delitos de lesa humanidad en el Regimiento de Infantería Nº9, el nombre de Duarte fue relacionado con los años de plomo que representaron la última dictadura militar.
Allí quedó al descubierto reconoció que el 24 de marzo de 1976 se destinó un "lugar de reunión de detenidos" en el mismísimo predio militar.
En el contexto de ese juicio, declararon varios ex militares, uno de los cuales fue el propio Duarte. Allí quedó expuesta su participación en los sangrientos 70 y se reveló incluso que sufrió una serie de sanciones hasta el día de su retiro.
Sin embargo, Duarte aseguró entonces “no tener conocimiento” sobre la existencia de detenidos dentro de los destacamentos militares y tampoco de operativos ilegales realizados por el Ejército entre los años 1976 y 1983. Nadie le creyó en la sala.
Lo único que Duarte reconoció fue haber sido sancionado,aunque aseguró no recordar los motivos. Con esta respuesta evadió completamente referirse, entre otras cosas, a su participación en los levantamientos carapintadas.
La falta de memoria del ex militar respecto de esos años contrasta con los detalles que suele relatar respecto de la Guerra de Malvinas, a mediados de 1982, cuando —en el contexto de esa contienda— mató a John Hamilton, un capitán de las fuerzas especiales británicas.
El dato cobró relevancia casi veinte años más tarde, en 2001, cuando la viuda de Hamilton quiso conocer a Duarte para decirle que, gracias a su testimonio —habló sobre la “bravura de su enemigo”— la valentía de su esposo no había sido olvidada.
"Usted no es un asesino”, le dijo Vicky Hamilton a Duarte.
Hoy, 13 años después, el nombre de Duarte vuelve a cobrar relevancia. Esta vez, no para valorar su figura, sino todo lo contrario.
Christian Sanz
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