“Con relación a Nisman, los servicios no seguían los lineamientos generales del resto de los servicios pues el propio fiscal era quien disponía los movimientos y los horarios en los que el personal policial debía presentarse en su domicilio y en las oficinas de la Fiscalía”.
La frase fue pronunciada por el comisario Eduardo Andrés Soto, jefe de la División Seguridad y Custodias de la Policía Federal, en el marco del expediente que investiga la muerte de Alberto Nisman, ocurrida el pasado 18 de enero pocas horas antes de exponer en el Congreso de la Nación acerca de su denuncia contra Cristina Kirchner por encubrir el atentado a la AMIA.
Hoy sumariado, Soto aseguró judicialmente que, a diferencia de otros fiscales custodiados, Nisman jamás adelantaba cuál era su agenda del día a las fuerzas de seguridad.
También reveló algo inquietante: que alrededor de las diez de la noche, el fiscal especial dejaba ir a sus “guardianes” y se quedaba solo, “por lo que en horas de la madrugada podía tomar su auto e ir a algún lado, sin protección”.
Como se dijo, hoy Soto se encuentra sumariado junto a los diez custodios más otro de los jefes directos de estos: el subcomisario Guillermo Fariña. Quien lo puso en esa situación es el secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni, también cuestionado por su errática participación el día que apareció el cuerpo sin vida de Nisman.
Aunque en estas horas se encuentra en el foco de la tormenta, Soto ya viene de una vieja polémica que jamás fue publicada por los medios de prensa.
Ocurrió hace un año, cuando el hoy jefe de la división Seguridad y Custodias de la Federal era subjefe de custodia del Ministerio de Economía de la Nación.
En esos días, junto a su superior, José Antonio Hanna, quedó en medio de un fuerte escándalo luego de que se supiera que ambos convocaban a suboficiales y les pedían el “diezmo” de sus salarios.
No son especulaciones: existe una denuncia en la división Asuntos Internos donde algunos de los afectados ratificaron que esto ocurría.
En ese momento, cuando Soto y Hanna estaban a punto de quedar fuera del sistema, intercedió el ministro de Planificación, Julio de Vido, y les salvó las ropas.
Por lo que pudo saber este cronista, ambos ostentan también una excelente relación con el titular de la cartera de Economía, Axel Kicillof. Algo de ello pudo verse a mediados de 2007, cuando se encontró una bolsa de dinero en el baño de la entonces ministra Felisa Miceli.
Allí, despuntó el trabajo de Hanna… y sus relaciones políticas también.
Colofón
El papel de Soto en el marco de la investigación por la muerte de Nisman, aún no está del todo claro. Sus declaraciones no satisficieron a la Justicia y el papel de los custodios a su cargo quedó envuelto en severas contradicciones.
Particularmente, hay un tramo de su declaración que les hace ruido a los escribientes judiciales, es aquel que revela que, después de las diez de la noche, el fiscal especial dejaba ir a sus custodios y se quedaba solo.
Más aún: en plena madrugada podía tomar su auto e ir a algún lado sin protección.
¿Por qué Soto no reporto esta situación antes de la muerte de Nisman, sabiendo que había presentado una denuncia que lo ponía en el blanco de todos los ataques? ¿Por qué permitía a sus subordinados que se movieran con tanta laxitud y desapego?
Y la duda más relevante: ¿Existe alguna relación entre sus vínculos políticos y las irregularidades que ostentaron los custodios que protegían a Nisman?
Es una posibilidad lejana, es cierto, pero alguien tendrá que dar las explicaciones del caso cuando sea pertinente.