"Hay mujeres que necesitan ser violadas para tener sexo", sostuvo Gustavo Cordera en el marco de una charla con estudiantes de periodismo. Ese y otros dichos de similar tenor, fueron dados a conocer por uno de los alumnos que estuvo escuchando al exvocalista de la Bersuit Vergarabat en la misma clase.
Ello provocó una catarata de repudios a través de las redes sociales, principalmente Twitter y Facebook. Al mismo tiempo, recrudecieron las quejas en los medios de prensa por parte de mujeres que fueron víctimas de abusos de diversa índole.
A su vez, desde el gobierno anticiparon que denunciarán penalmente a Cordera por “apología del delito”.
No es para menos: los imprudentes y desacertados dichos del cantante, se dan en un contexto de creciente violencia hacia las mujeres, la cual no carece, en algunos casos, de connotaciones sexuales.
Lo que ocurre es pertinente y necesario, pero ¿no es hipócrita? ¿Qué hacemos como sociedad para que disminuya la violencia de género aparte de enojarnos con los “Cordera”? ¿Nos interesa que haya mujeres abusadas o violentadas?
Se insiste: lo que hizo Cordera es repudiable 100%, no tiene manera de excusarse. No obstante, amén de calentarse, hay que trabajar para que, no solo se frene la violencia hacia la mujer, sino que también disminuya.
Es una tarea complicada, que debe enfocarse desde diversos lugares. Hoy, salvo la mera proclama del “ni una menos”, no hay mucho más. ¿Por qué no se habla en los colegios? ¿Por qué no se busca trabajar en aquellos cuya mente está aún en formación?
Hoy será un día en el que desfilarán los “opinólogos” de siempre por radios y canales de TV. Con forzada indignación hablarán una y otra vez de los dichos de Cordera.
Mientras tanto, los principales problemas de los argentinos seguirán sin resolverse. La inflación, el desempleo, la recesión, y otras cuestiones de similar cuantía, estarán ausentes de las discusiones vernáculas.
Una postal de la Argentina de hoy… y de siempre.