Las últimas encuestas lo convencieron, principalmente la que llevó adelante Hugo Haime, de aceitados vínculos con el peronismo tradicional e histórico. Allí, la aprobación de su gestión araña apenas un 26%.
A partir de esos números, esquivos por cierto, Mauricio Macri decidió reflotar a su vieja enemiga, Cristina Kirchner. “Siempre garpa”, le dijeron desde su propio entorno.
Ello explica lo ocurrido en la última semana, donde el macrismo mencionó el nombre de la expresidenta en tres oportunidades, en diferentes circunstancias.
El último en hacerlo fue Marcos Peña, alter ego de Mauricio Macri, esta misma mañana. Habló de un peronismo con cuerpo de Frankestein y rostro de CFK.
Ayer nomás, fue el propio Macri el que mencionó a la otrora mandataria, en la improvisada conferencia que decidió brindar en Salta.
No lo hizo de manera directa, sino tangencialmente: "Los argentinos no quieren volver atrás".
Anteriormente, habló de “las locuras de Cristina”. Fue el lunes 28 de mayo. Y así sucesivamente.
Hasta entonces, el oficialismo se había olvidado por completo de su existencia. Pero, como dicen, la necesidad tiene cara de hereje… o de Frankestein.
Y la polarización siempre garpa, como suele referir el gurú del macrismo Jaime Durán Barba.
De hecho, en su libro “El arte de ganar”, el ecuatoriano sostiene algo polémico al respecto: “El electorado está compuesto por simios con sueños racionales que se movilizan emocionalmente. Las elecciones se ganan polarizando al electorado, sembrando el odio hacia el candidato ajeno…”.
No se trata de nada nuevo para el macrismo, ya ha apelado a este tipo de estrategias en el pasado, con relativo éxito.
Habrá que ver si ahora logra de nuevo su cometido. Jamás hay que olvidar aquella vieja frase de Karl Marx —que no me canso de mencionar—: “La historia se repite dos veces primero como tragedia y después como farsa”.