“¿Por qué no habló antes?”. “Seguro que lo provocó”. “Quiere fama”. “Es actriz, hizo una gran actuación”. Esas y otras erráticas frases pude leer en Twitter en las últimas horas luego de que la actriz Thelma Fardin se animara a denunciar que fue violada por Juan Darthes.
¿Se puede ser más imbécil? ¿Realmente alguien puede creer con una mano en el corazón que lo que busca esta chica es cobrar celebridad?
Se me ocurren 200 maneras más ingeniosas y menos dolorosas de lograrlo. Ahora, ¿inventar un abuso sexual? Cuánta imbecilidad… por doquier.
Pocas cosas deben ser más dolorosas —en todo el sentido de la palabra— que una violación. ¿Quién puede creer que es sencillo admitirlo públicamente? Más aún: ¿Dónde dice que el hecho se debe denunciar al segundo de haber ocurrido, como pretenden algunos?
Para entender la problemática basta saber que el 50% de los hombres abusados sexualmente y el 67% de las mujeres tienen —o han tenido— “ideación suicida” y, de ellos, un porcentaje considerable ha intentado acabar con su vida (11% de las mujeres y 4% de los hombres).
La conclusión es clara: ninguna persona vuelve a ser la misma luego de haber sido abusada. Jamás.
Pobre Thelma… a todo lo que le tocó padecer debe sumarse la catarata de idioteces que se escriben en estas horas, a través de las cuales se la señala por haber inventado la acusación contra Darthes. Inaudito.
Entretanto, el actor persiste en la impunidad que lo abriga desde que tengo memoria. Ya en los 90 se lo mencionaba como “abusador” de mujeres. Pronto empezaron a acumularse esas acusaciones en su contra, siempre tapadas por los capitostes de la televisión y el teatro.
Ese es, acaso, uno de los puntos más importantes. ¿Por qué se taparon en su momento los crudos señalamientos y se dejó sin trabajo a aquellas que pretendían desnudar sus propias pesadillas?
No se trata solo de Thelma, sino también de Calu Rivero, Ana Coacci y Natalia Juncos, entre tantas otras. A todas ellas, Darthes les “dedicó” su frase de chacal: “Mirá cómo me ponés”. Típica justificación del sicópata, que pone la carga de la culpa en el otro.
Y vuelvo con las preguntas: ¿Acaso todas estas mujeres se han confabulado contra el actor? ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Es que de pronto Darthes quería postularse en algún cargo político?
Más aún: si todo se trata de una “moda”, como dicen algunos, ¿por qué no aparecen acusaciones contra Luis Brandoni, Diego Peretti, Leonardo Sbaraglia, Mariano Martínez, Esteban Lamothe o tantos otros actores?
Los argumentos esgrimidos en las últimas horas a efectos de tirar abajo el testimonio de Thelma son absurdos. Algunos incluso son contradictorios.
Si la mujer calla, la acusan por no animarse a hablar. Si la mujer habla, la acusan de no ir a la Justicia. Cuando se anima y va a la Justicia, la acusan de inventar la situación. ¿En qué quedamos?
Yo elijo creerle a Thelma, porque conozco situaciones terribles, que comprometen a Darthes. Son hechos añejos, de aquellos días en los que me tocó trabajar en televisión.
Es hora de decir basta. Tipos como este deben ser aleccionados. Para que nunca más nadie se anime a aberraciones semejantes. He dicho.