Finalmente, Mauricio Macri cedió a la presión norteamericana e israelí y emitió el decreto que crea un registro Público de Personas y entidades vinculadas a actos de terrorismo y su financiamiento (ver decreto al pie).
Como bien señala el colega de Infobae Martín Dinatale, aunque la norma no lo dice abiertamente, la medida presidencial tiene un nombre y apellido: Hezbollah.
Se trata del primer paso que permitirá luego avanzar en otro más riesgoso: culpar a esa organización por los atentados a la Embajada de Israel y la AMIA.
Ciertamente, no se trata de la búsqueda de la verdad, sino de una movida geopolítica de alto vuelo que intenta todo lo contrario: desviar la atención respecto de lo ocurrido realmente en ambos hechos.
Voy a insistir en un punto, porque es importante: toda la evidencia ya existe en los primeros cuerpos del extenso expediente judicial. Allí no solo se dejan ver los responsables intelectuales y materiales de los bombazos en la AMIA, sino que incluso aparece la factura de la bomba que estalló en la sede de la mutual israelita.
Todo lo demás, es falso. Más allá de la valoración que se pueda tener sobre Hezbollah, no hay un solo elemento que apunte a esa organización a la hora de buscar culpables por los atentados en Buenos Aires.
Más aún: no existen antecedentes de la acción de Hezbollah fuera de Medio Oriente. Ni uno solo.
Por el contrario, existen docenas de elementos que apuntan a Siria como los que planificaron los atentados y la conexión local como aquellos que lo ejecutaron. Pero a nadie le importa la verdad, lamentablemente. Por caso, persisten los mismos tres mitos de siempre en torno a la embajada y la AMIA:
1) Que todo se enmarca en una pelea entre árabes y judíos. Falso: es un mensaje a Carlos Menem por acuerdos no cumplidos con Haffez Al Assad, entonces presidente sirio.
2) Que hubo sendos coches bombas. Falso: en ambas situaciones se ingresaron los explosivos junto a los escombros. En el primer hecho, fue exógeno; en el segundo, el explosivo fue nitrato de amonio. No casualmente, ambos edificios estaban en refacciones al momento de estallar.
3) Que fueron iraníes los que atentaron. Falso: la mentira, tal cual demuestran los decretos secretos que se desclasificaron en 2004, se pergeñó durante los mismos días de julio de 1994. La SIDE de Miguel Angel Toma, con Antonio Stiuso a la cabeza, hizo todo el trabajo sucio.
En ese contexto, este jueves se conmemorará el 25 aniversario del atentado a la AMIA, que no carecerá de caras compungidas y palabras de ocasión.
Allí estará, en medio de los actos conmemorativos, y por primera vez, el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, acaso para festejar lo conseguido. Algo inédito en la historia de la diplomacia norteamericana.
Entretanto, la verdad deberá seguir esperando. Porque a nadie le conviene. Porque los negocios no se tocan. Lo importante es que la rueda siga girando.
Como se dijo, todo lo demás es humo, más espeso que el que dejó la nube de amonal que estalló el 18 de julio de 1994. Hace casi 25 años.