Primero el contexto: en las últimas horas, se supo que Amado Boudou designó a Raúl Eugenio Zaffaroni como abogado para que lo patrocine en el expediente que lo complica por enriquecimiento ilícito.
Se trata de una denuncia que le hice al entonces vicepresidente de la Nación en el año 2012 y que involucra también a su amigo y socio José María Núñez Carmona, al abogado Alejandro Vandenbroele y a su testaferro Juan Carlos López. En la misma investigación fueron imputadas sus ex parejas Agustina Seguín y Agustina Kämpfer.
Hasta ahí, todo perfecto… salvo por un detalle: habiendo sido ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y además miembro de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Zaffaroni está imposibilitado de representar a Boudou.
Por si no fuera suficiente, existe una imposibilidad que surge de la Ley de Ética Pública, que no le permite firmar escrito alguno en defensa del otrora vicepresidente.
Pero hay más: por haber trabajado hasta hace poco en la Corte Suprema debería tener la firma impedida por una cláusula que impide a funcionarios judiciales salientes actuar ante la dependencia en la que estuvieron prestando servicios.
Una aclaración necesaria: la designación aún precisa de la confirmación formal del juez Ariel Lijo, quien lleva adelante la investigación de esa denuncia. La cual, dicho sea de paso, me costó que me injuriaran gravemente —y a mi mujer— a través de 678, Página/12 y otros medios satelitales K.
Habrá que ver qué hace el magistrado al respecto, si hace caso omiso a las objeciones que acabo de plantear o rechaza la designación de Zaffaroni… como corresponde. Habrá que esperar.