Roberto Lavagna está cerca de los 10 puntos. Refiere ese número a la preferencia de los votantes de cara al 27 de octubre, de acuerdo a lo que dicen las últimas encuestas.
Por eso, luego de Mauricio Macri y Alberto Fernández, el exministro de Economía del kirchnerismo aparece como tercero cómodo en las preferencias ciudadanas.
En ese contexto, Lavagna sueña con lograr ingresar en un eventual balotaje que le permita dar el “batacazo” en una posible segunda vuelta.
Es lo que arenga a sus colaboradores más cercanos, en sus extensas diatribas que refrenda en su ostentoso bunker del tercer piso de la calle Paraguay 1132, en la Ciudad de Buenos Aires.
Los que lo escuchan, desconocen que ese piso de 600 m² que Lavagna alquila a 5.000 dólares mensuales, pertenece a un hombre oscuro, relacionado a puntuales hechos criminales que supieron conmover los cimientos de la política argentina.
Se trata de Pablo Varas, íntimamente relacionado con la ruta de la efedrina y, de manera indirecta, con el doble crimen de Unicenter del año 2008.
Varas es titular de Droguería Libertad, la firma que importó el 37% de la efedrina que entre 2004 y 2008 terminó en poder de puntuales condenados por narcotráfico, según determinó la jueza federal María Romilda Servini.
Por si fuera poco, es la misma empresa que le vendió precursores químicos en 2006 al narco José Luis García Coronado, quien compartía domicilio con otros dos traficantes sirios cuyos nombres saltaron a la luz en los últimos meses: se trata de los hermanos Barakat.
Para más precisiones, Droguería Libertad importó en el año 2000 unos 300 kilos de efedrina; en 2001, 600; en 2002, 700; en 2003, 600; en 2004, 1.450; en 2005, 3.300; en 2006, 3000; en 2007, 5.700 y en 2008, 3.000. Los datos son elocuentes per se.
Pero no solo Varas se mostró complicado en la investigación judicial, sino que su hijo Marcos llegó a estar prófugo en el año 2009. Siempre en el marco del mismo expediente judicial.
Hoy, a diez años de esos hechos, pocos saben que la justicia decidió hacer “borrón y cuenta nueva”. A pesar de la evidencia, de la declaración de los arrepentidos y el peso de las pruebas, todos han zafado. Como si nunca nada hubiera ocurrido.
Ello le permite a Varas contar con la impunidad con la que cuenta. La misma que le permite alquilarle su ostentoso departamento al candidato Lavagna.
Solo en Argenzuela.