Son una legión, literalmente. Organizados por grupos denominados “colectivos”, que se comunican entre sí a través de Whatsapp, Twitter y otras redes sociales.
Quien los comanda es Ariel Garbarz, ingeniero en Sistemas siempre sospechado por sus vaivenes políticos. Acusó al kirchnerismo de espionaje, luego intentó negar sus propios dichos, y terminó trabajando para los K.
Pero esta nota no trata sobre él, o sí, pero de manera colateral. Porque la idea es desmenuzar el mundo de los trolls K, cuentas de Twitter creadas a mansalva y en cantidad a efectos de provocar diversas reacciones y tendencias en Twitter. Siempre a sueldo del kirchnerismo. Con un poder de daño que, quien escribe estas líneas, conoce en primera persona.
No se trata de una potestad de esa fuerza política, también los hay macristas. O, mejor dicho, los hubo. Porque ahora que Macri está en retirada, ya no hay dinero ni infraestructura para bancar a esos virtuales “soldados”.
No obstante, los trolls M no tienen la ferocidad de los trolls K, ni tampoco jamás llegaron a acercarse en número a la enorme cantidad de tuiteros que ostentan los kirchneristas. Ello no los justifica, ojo… porque los trolls siempre cuentan con una intrínseca —y merecida— carga de valoración negativa.
Como se dijo, quien los agrupa y comanda es Garbarz, el mismo que en 2001 fue denunciado por el entonces juez federal Gabriel Cavallo por los delitos de falso testimonio y estafa, en una causa en la que el técnico había afirmado que los teléfonos del Ministerio de Economía estaban intervenidos.
“Luego de reunir testimonios de la Policía Federal y de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (CNC) que pusieron en duda la idoneidad técnica de los métodos de Garbarz, Cavallo resolvió dos cuestiones: cerrar el caso por considerar que las líneas del área económica no estaban ‘pinchadas’ y denunciar a Garbarz por mentiroso”, según publicó entonces diario La Nación.
El “ingeniero” suele enviar los mensajes a los distintos colectivos en búsqueda de instalar puntuales temas, generar tendencias en Twitter e incluso desviar la atención cuando aparece algo lesivo a los K en las redes sociales.
Por ejemplo, el 29 de noviembre se volvió tendencia la etiqueta #ElLiderEsMacri y Garbarz salió a contrarrestar la movida.
“El macrismo hizo tendencia con #ElLiderEsMacri. Propongan un hashtag de respuesta hasta las 21:30 hs y mándenlo por MD (mensaje directo) pero no solo a mi cuenta @GarbarzAriel...”.
Pero no se trata solo de dinero: Garbarz cree realmente que libra una lucha en favor de la igualdad y los derechos humanos en su defensa al kirchnerismo.
“Te invitamos a sumarte a esta nueva lucha en defensa del gobierno popular contra la campaña sucia destituyente de los trolls, la derecha y el neoliberalismo”, suele decir a sus potenciales “soldados” a través de mensajes privados.
Es curioso, porque habla de pelear contra los trolls usando sus propios... ¡trolls! Ni hablar de su pretensión de que el kirchnerismo, líder en latrocinio a mano armada, sea un “gobierno popular”.
Como sea, debe reconocerse a Garbarz una gran efectividad en su labor, ya que cada tanto logra imponer puntuales tendencias e impulsa antojadizos debates.
Sin embargo, lo que jamás logra es espontaneidad, porque todo es forzado. Y las discusiones que no son espontáneas carecen de interés genuino, porque se basan en argumentos prefijados, puros eslóganes.
Un ejemplo se pudo ver este jueves, cuando este periodista anticipé que Garbarz impulsaría el hashtag #MacriMiente a partir de las 20 horas, cuando el presidente saliente hiciera su cadena nacional, totalmente innecesaria dicho sea de paso.
Atenti... los trolls K preparan el hashtag #MacriMiente para las 20
— Christian Sanz (@CeSanz1) December 5, 2019
Lo supe gracias a mis fuentes de información, que trabajan a las órdenes de Garbarz y que recibieron el siguiente mensaje ese mismo día más temprano: “Bienvenidos a los CT (Colectivos Twitter) !!! . Soy Ariel Garbarz El objetivo de estos CT es que todos tuitiemos juntos con el mismo # (hashtag) para lograr ser tendencia (tal cual lo venimos logrando) y contrarrestar a los trolls y militantes de la derecha, del macrismo y del neoliberalismo que hacen campaña en las redes sociales y medios masivos contra el gobierno popular de Alberto y Cristina. NO te vamos a saturar de posteos y opiniones xq son solo para difundir los hashtags, mensajes y la hora predeterminada de tuiteo , que te avisaremos por acá. Por eso solo los administradores podemos postear y asi evitamos debates que impiden encontrar las consignas y la hora de salida. Para comunicarte conmigo usa MD en Twitter. No Whatsapp. Abrazos”.
Los mensajes del "ingeniero" no se limitan al frío texto, sino también a convenientes audios que suelen llegar a los activistas de las redes sociales, como el siguiente que se revela en exclusiva:
Suéltame pasado
Como se dijo, Garbarz es un personaje sinuoso. Hoy puede estar denunciando a Macri y mañana trabajando para él.
Así lo hizo para con el kirchnerismo, al que acusó de pinchar los teléfonos de periodistas, jueces y políticos para luego terminar operando a sus órdenes.
Lo reveló él mismo en 2007, en una entrevista que le hizo Franco Lindner. Allí detalló casos de espionaje contra Mauricio Macri, Elisa Carrió y Roberto Lavagna en sus épocas de ministro de Economía. Explicó a su vez que José Francisco Larcher, era el verdadero jefe de los agentes K pese a figurar como segundo en los papeles. Y por último, juró que el ministro de Planificación, Julio De Vido, propuso pagarle por su trabajo en forma irregular, mediante el nombramiento de empleados "ñoquis", y que tras su negativa fue amenazado de muerte.
Ahora reniega de ese pasado, incluso relativiza aquel reportaje de revista Noticias. Pero es tarde: el ingeniero quedó atrapado en sus propias contradicciones.
Acaso valga la pena releer aquella nota de 2001 de diario La Nación, mencionada más arriba. Al final de la misma se lo define perfectamente: “Garbarz no cosechó precisamente amigos durante su carrera informática. En la SIDE lo denuestan y estuvieron a punto de denunciarlo. Las telefónicas lo critican por convertir sus ‘denuncias en un gran negocio’. Sus antiguos jefes, como Aníbal Ibarra o Fernando de la Rúa, tienen pésimos recuerdos de él. El secretario de Coordinación de Economía, Alfredo Castañón, lo despidió porque ‘no le convenía el servicio’.”
Más claro, echarle agua...