Uno de los tipos más corruptos de la historia política argentina, vuelve al ruedo. Se trata de Ricardo Echegaray, a quien la titular de la AFIP, Mercedes Marcó del Pont, le levantó puntuales suspensiones preventivas que pesaban sobre él.
Ello le permitirá volver a desempeñarse en ese mismo lugar, en el cual supo hacer estragos de diversa índole, siempre en detrimento del erario público.
Porque Echegaray viene acompañado de una larga trayectoria de desaguisados a lo largo de su carrera política, que comenzaron en el preciso momento en el que los Kirchner llegaron al poder.
Ya en julio de 2004 fue puesto en el cargo de Director Nacional de Aduanas, no por sus conocimientos del tema aduanero, sino por su estrecha confianza con Néstor y Cristina.
En esos días, Echegaray se encontraba al frente de la Delegación Regional del mismo organismo en Comodoro Rivadavia, donde ya había realizado sugestivos “trabajos” para el kirchnerismo.
Anteriormente, era solo un empleado más, cuya mediocridad no le permitió avanzar jamás. De hecho, ingresó a la Aduana de Río Gallegos en el año 1991 como abogado, cumpliendo tareas de guarda aduanero.
Recién a partir de agosto de 2003 su carrera comenzó a avanzar con una rapidez inusitada, luego de ser nombrado administrador de la Aduana de esa localidad sin evaluación ni propuesta de su superioridad inmediata.
Su nombramiento fue impulsado directamente por el Subdirector General de Operaciones Aduaneras del Interior, personal de planta política en la Aduana, a pedido de Néstor Kirchner. Luego, en febrero de 2004, fue designado Director Regional, teniendo bajo su control todas las aduanas de la Región Patagónica, con sede en la ciudad de Comodoro Rivadavia.
En agosto de ese mismo año, Echegaray fue nombrado finalmente Director General de Aduanas, quedando con la responsabilidad del control aduanero en todo el territorio nacional. La designación no estuvo exenta del oportuno escándalo: con la llegada de Néstor al poder, Beatriz Carballal, titular por concurso de la Dirección Regional de Comodoro Rivadavia, fue apartada de la dirección regional para ubicar allí a Echegaray, quien a partir de su asunción como titular de la región, desmanteló la división de Investigaciones.
No es menor el hecho de que poco antes Carballal había detectado una importante maniobra de contrabando que involucraba a la firma Conarpesa, la misma que financió la campaña de Néstor en el año 2003 y que apareció relacionada a casos de narcotráfico. Esta investigación fue parcialmente desactivada al llegar Echegaray a la Regional.
Si ello suena insólito, más lo es el hecho de que fue nombrado Director General de Aduanas teniendo en su haber una denuncia penal radicada en el Juzgado Federal de Comodoro Rivadavia en la que se lo investigaba por... ¡encubrimiento de contrabando!
Sin control
No bien asumió su cargo al frente de la Aduana Nacional, Echegaray hizo dos cosas: desbarató a la Policía Aduanera —es decir que desmanteló todos los controles, algo nunca visto en ningún lugar del mundo— y organizó un equipo de colaboradores que no tenían conocimiento del área. Esto es, en lugar de nombrar a profesionales en materia de control aduanero, se reunió de amigotes y personajes a los que les debía históricos favores.
De la mano de esta gente, se sucedieron escándalos de toda índole en la Aduana, con la más absoluta impunidad, a pesar de las continuas denuncias por parte de algunos trabajadores de esa dependencia.
Dos de los principales colaboradores —y compañeros de pillerías— de Echegaray fueron Omar Albornoz, puesto como titular de la secretaría Técnica y de Relaciones Institucionales; y Daniel Santanna, como director de Control.
Santana y Echegaray, es dable mencionarlo, fueron compañeros en Santa Cruz. El primero ocultó y dio protección en la clandestinidad a Echegaray cuando a este se le abrió un sumario y se le pidió captura. "Cuando Echegaray se hace cargo de la Dirección de Aduana, lo nombra Director de Control a Santana y comienza a ser su hombre de mayor confianza", aseguró a este medio una importante fuente aduanera.
Independientemente de ese comentario, hay un hecho irrefutable: a partir de la asunción de Echegaray, la situación aduanera empeoró y se sucedieron incesantes hechos de corrupción, donde no estuvieron ausentes los delitos de contrabando y narcotráfico.
Acerca de esto último, pocos saben que, después de la asunción de Echegaray, hubo un sospechoso desdoblamiento en las funciones de combate a las drogas por parte de la Aduana. Por un lado, se creó una división de "Drogas peligrosas" y por el otro una de "Narcotráfico".
Esta última fue un mero "sello" para hacer creer que se perseguía el tráfico de estupefacientes, mientras que "Drogas peligrosas", de la mano de un oscuro personaje llamado “Freddy” Tello, se ocupó de promover justamente lo que debía combatir.
Un hombre K con más poder
A fines de diciembre de 2008, Echegaray desembarcó con todo el respaldo K en la AFIP y puso manos a la obra para instrumentar tres medidas que desvelaban a los ocupantes de la residencia de Olivos: el primer blanqueo de capitales y las dos amplias moratorias, impositiva y previsional. Para hacerlo, el recaudador dejó de lado sus vacaciones.
Echegaray hizo una muestra de poder apenas asumido: desplazó al entonces director de Informática del organismo, Jorge Linskef, y colocó en su lugar a quien era subdirectora del área, Silvia Brucciamonti, del grupo de intelectuales kirchneristas "Carta Abierta".
No fue lo único: Beatriz Scarpalo, una técnica leal a Echegaray fue designada subdirectora Técnica y Legal.
Muchos de esos funcionarios fueron apartados y suspendidos gracias a oportunas denuncias efectuadas por quien escribe estas líneas.
Ahora, con el regreso de Echegaray, la mayoría de ellos volverán al poder. Y con ellos, la corrupción, el narcotráfico y el contrabando.