Pocos saben que, aparte de hacer periodismo, soy mago profesional. De hecho, en puntuales momentos de mi vida he tenido que dedicarme a ese oficio por necesidad de dinero.
Viene a cuento de una técnica que enseñan los profesores de ilusionismo en las academias. Se trata de la “misdirection”, una maniobra que consiste en hacer mirar al espectador para un lado en particular a efectos de ejecutar el truco de magia en otro diferente.
La mención refiere a lo que hace el kirchnerismo en estas horas, anunciando una cantidad incesante de denuncias —judiciales y/o mediáticas— contra exfuncionarios del macrismo. A ello debe sumarse la exageración de la “herencia recibida”.
No es casual que se hable ahora mismo de desmantelamiento en diversas áreas del Estado —incluso en la Casa Rosada—, ya que ello provoca el efecto de “misdirection” deseado.
Entretanto, se tapan otras cuestiones, como la liberación incesante de referentes del kirchnerismo de prisión, lo cual configuraría un real escándalo en cualquier país del primer mundo.
No significa que no haya habido corrupción durante el macrismo, ni tampoco desidia. El problema es la manera de exacerbar y exagerar esos tópicos... e inventar tantos otros.
Es como una fórmula matemática: cada vez que los K están por pergeñar algo que debiera provocar polémica o escándalo, dejan “caer” una denuncia rimbombante.
La última fue la que hizo Cristina Kirchner contra Gabriela Michetti por presunta defraudación contra la administración pública. Fue horas antes de que se decretara la liberación de Julio De Vido.
Antes de ello, fue liberado Juan Pablo "Pata" Medina, el 18 de febrero del 2020. Para tapar ese escándalo, el diputado Rodolfo Tailhade, exagente de la AFI, denunció a titular de la UIF por "encubrir" operaciones de lavado de dinero.
Y así sucesivamente. El kirchnerismo ha superado a todos los magos del mundo en esto de la “misdirection”.
Solo basta mencionar que, desde agosto de 2019 hasta ahora, la Justicia liberó a 12 encarcelados por distintos casos de corrupción K.
Mientras Cristina y Alberto siguen cacareando, acusando desastres que supuestamente dejó la administración anterior, se prepara una avanzada judicial que ningún país serio hubiera tolerado. Una parte se da en el Congreso Nacional, con la ley de jubilaciones de los magistrados; la otra se da en Jujuy, donde está a punto de intervenirse escandalosamente el Poder Judicial.
Cristina se encuentra detrás de la movida, por más que los kirchneristas de “paladar blanco” lo nieguen. El propio Julio De Vido lo confesó, no una sino dos veces, como reveló Tribuna de Periodistas.
Ello a efectos de dejar libre a Milagro Sala, quien cuenta con 7 procesamientos por parte de diferentes jueces y en diferentes instancias. Con pruebas que la incriminan por doquier.
Como se dijo, es gravísimo que esto ocurra. Porque, ¿cuál será el próximo paso? ¿Intervenir otras provincias no kirchneristas? ¿Usar a los jueces como ariete contra el periodismo independiente?
No hay que olvidar aquel proyecto de ley que impulsan cinco legisladoras cercanas a Cristina que busca limitar la función de la prensa respecto de los casos de corrupción y aliviar al mismo tiempo a los acusados de hechos de ese tenor. Aunque no se hable de ello en estas horas, no significa que no siga en pie la movida.
Los días venideros serán muestra cabal de lo que persigue el kirchnerismo: habrá nuevos señalamientos y denuncias hiperbólicas que, en el fondo, no tienen rigor.
Entretanto, el gran truco se prepara detrás de escena: una avanzada feroz contra el republicanismo. Los magos que ejecutan el efecto son dos: Alberto y Cristina. ¡Abracadabra!