No tendré falsa modestia: fui el primero en revelar los detalles de las estafas cometidas por la empresa Nu Skin, mega denunciada por utilizar para sus fines el siempre perverso sistema piramidal.
Es conocido también como “esquema Ponzi”, que solo sirve para que unos pocos ganen mucho dinero a costa de una gran masa de incautos que terminan sin dinero y sin esperanzas.
Escribí la primera de una larga saga de notas en junio de 2015, cuando nadie aún se atrevía siquiera a mencionar sus prácticas. Básicamente, porque cualquier atisbo de avanzar en ese sentido era silenciado por la propia firma, presiones legales mediante.
Tal es así, que recibí 11 cartas documento por publicar esa vieja nota (ver al pie algunas de ellas), a las que se sumaron algunos llamados de abogados foráneos, que apelaron al tan conocido “apriete”.
Lo que allí revelé no fue nada del otro mundo: sobre la base de la entrevista a varios damnificados logré reconstruir la manera de actuar de Nu Skin, a través del secretismo y el engaño. Es una práctica que obliga a los que cayeron en la trampa a tratar de hacer lo propio con familiares y amigos, no tanto para ganar dinero sino más bien para recuperar lo que ya han perdido.
En la senda de esa investigación, he llegado a discutir con varios “líderes” argentinos de esa empresa, que me juraban que habían “hecho fortuna” gracias a la comercialización de sus productos. A todos logré desactivarlos fácilmente: les pedí que me mostraran sus factureros, la prueba más cabal de que realmente ganaron dinero. Ninguno se animó a hacerlo.
Ciertamente, no hay manera de acopiar plata vendiendo los productos de Nu Skin. No solo porque son ineficaces —probado científicamente— sino porque son carísimos.
Ergo, la única manera de ganar dinero es hacer ingresar a más personas al sistema, que a su vez harán lo mismo. Y así sucesivamente.
Con suerte, un 5% de sus miembros —el que está al tope de la pirámide— ganará algunos “morlacos”. Al 95% restante le tocará perder. No hay mayor secreto: está comprobado matemáticamente.
Esto multiplica por mil la hijaputez de las famosas que hoy en día promueven las “bondades” de Nu Skin. Porque, por ganar un peso más, están complicando las finanzas de miles y miles de mujeres que ahora mismo están invirtiendo en esos productos. Los cuales, como se dijo, no sirven para nada.
Los dos principales aparatos que vende la firma, el Ageloc Galvánic Body Spa y el Lumispa Dermolimpiado, son totalmente ineficaces.
En las últimas horas, Adriana Raminondi —doctora en Dermatología, matrícula 63.217— lo confirmó sencilla y claramente. Respecto del primero, sostuvo que “no puede dar tonificación muscular”, como pretenden sus promotores.
Sobre el segundo, el Lumispa, aclaró que, como perjuicio de mínima, “puede irritar”, ya que “no todas las pieles resisten una exfoliación de ese tipo”. ¿Qué más puede agregarse al respecto?
Como sostuve en mi columna de este martes, la promoción que hacen tantas celebridades —a cambio de dinero, obviamente— no se trata de una simple “avivada”: es un delito tipificado en el artículo 172 del Código Penal, donde se definen los alcances de la “estafa”.
Finalmente, quiero mencionar un dato no menor: quien me dio una gran mano a la hora de difundir este fraude fue mi gran amiga Natacha Jaitt, muerta ya hace más de un año. Ella fue la que viralizó mis notas en esos días, como puede verse en el siguiente tuit:
“@yeyecandioti: Nu Skin, la nueva y millonaria estafa piramidal | Tribuna de Periodistas http://t.co/p5PgeYWAvp”/jajaja pelotuda @marisabrel
— Natacha Jaitt (@NatachaJaitt) July 2, 2015
En esos días de 2015, ella nadaba en soledad, no solo en las denuncias contra esta firma, sino también en la presión para que avanzara el expediente que investigaba abusos a menores en el club Independiente.
Por hacelo, Natacha fue severamente castigada por colegas que, más que informar, parecían estar defendiéndose a sí mismos de los señalamientos que nadie les había hecho. No al menos de manera directa.
Pero no quiero irme de tema: el caso Nu Skin merece que un fiscal tome cartas en el asunto e investigue “de oficio”. Porque los damnificados son legión y los eventuales daños de utilizar los productos nocivos de la misma empresa aún pueden desactivarse.
Como dice aquella frase del saber popular, que mi abuela no dejaba de citar, “más vale prevenir que curar”.